Opinión

La ambición de Sergio Massa

La columna fue tomada del formato audiovisual del programa "RePerfilAR", de NetTV.

Sergio Massa Foto: NESTOR GRASSI

Vamos a detenernos un poquito en la figura de Sergio Massa. Es un presidente de la Cámara de Diputados muy atípico. Pensemos en otros presidentes de la Cámara de Diputados, siempre tienen un rol más perfil bajo, buscando contemporizar. Emilio Monzó, por ejemplo, durante los cuatro años que fue presidente de la Cámara de Diputados en el gobierno de Mauricio Macri, prácticamente no dio reportajes y por supuesto que tiene ambiciones personales, pero esperó a terminar ese rol de presidente de la Cámara de Diputados para empezar a desplegarlos.

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Sergio Massa, en cambio, es alguien que no disimula en absoluto que su proyecto de llegar a la presidencia y llegar cuanto antes a la Presidencia de la Nación sigue muy vigente. Primero recordemos cómo llegó Sergio Massa a ese lugar. Él tenía su propio proyecto, el Frente Renovador, estuvo muy cerca de una negociación con María Eugenia Vidal, cuando ella creyó que si no cerraba con Sergio Massa perdía en la provincia de Buenos Aires. Mauricio Macri le obturó esa posibilidad a Vidal y cuando él estaba jugando solo, y Cristina de Kirchner convoca a Alberto Fernández para provocar la unidad del peronismo, Massa se encuentra sin pocas opciones y termina cerrando este acuerdo electoral con Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.

Se reconcilia con Cristina Kirchner después de años de grandes enfrentamientos personales y electorales. Y, en ese sentido, como se dice en la política, cobra y cobra caro su incorporación. Se garantiza la presidencia de la Cámara de Diputados, Malena Galmarini de Massa, su pareja, preside AySA, que es una compañía muy importante. El ministro de Transporte, que también tiene un presupuesto muy grande, Mario Meoni, es un hombre de Sergio Massa. También en el Enacom, que tiene la relación con los medios de comunicación, aunque ahora las últimas decisiones respecto de telecomunicaciones no pasaron por él, es un hombre de Sergio Massa, Claudio Ambrosini, con lo cual tiene varias fichas puestas en lugares claves del poder.

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¿Cómo construye el día a día? Tiene una gran relación con Máximo Kirchner, que es el presidente del bloque oficialista en la Cámara de Diputados, le toca administrar lo que le manda Cristina Fernández de Kirchner en el Senado, consensuar con Alberto Fernández, por supuesto, y ver qué márgenes de juego tiene ahí con Máximo Kirchner. Tiene, por supuesto, el ojo puesto en lo que es su propio electorado. Cada tanto sale a cruzar a Sergio Berni, se da la libertad de tener discurso propio. Dice que Venezuela es una dictadura. Critica, como criticó la toma de las tierras antes que otros, dentro del propio gobierno, y no quiere quedar encasillado como un kirchnerista converso furibundo. Lo que pasa es que tiene demasiados platillos en una misma mano y a veces esos múltiples roles que quiere jugar, al mismo tiempo, confrontan unos con otros. Esta semana, Lilita Carrió lo acusó por el tema de la conflictiva sesión en la Cámara de Diputados de estar atentando en contra de la democracia. Son muchos platillos y una mano o dos manos la de Sergio Massa.