Los dueños de la tierra instala una historia de amor en el centro de una conflicto muy terrible
Así lo considera Marcelo Nacci, quien adaptó la novela de David Viñas al teatro y realizó su puesta. Rescata la actividad en una cruenta Patagonia de 1921, donde los trabajadores se revelan ante los patrones y nace un sentimiento muy fuerte entre dos de los involucrados.
El legado de David Viñas, una de las figuras más importantes de la literatura y la crítica argentina, vuelve a la escena porteña en El Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante 1034, CABA) es el escenario de Los dueños de la tierra, una adaptación teatral de su emblemática novela. El encargado de llevar esta obra al público fue el director y adaptador Marcelo Nacci.
En una entrevista exclusiva, Nacci reflexiona sobre la importancia de revisitar a Viñas. "Es muy importante. Hay algo de su mirada crítica que es esencial. Él entendía la literatura como un cuerpo sudoroso y uno de los ejes de su obra fue la indagación sobre las formas violentas de la dominación oligárquica a lo largo de la historia nacional". En este contexto, Los dueños de la Tierra se erige como un exponente máximo de esa visión.
La pieza se sumerge en la cruenta Patagonia de 1921, en pleno auge de la huelga obrera contra la oligarquía ganadera. En medio de un conflicto social que se tiñe de violencia, la trama se centra en una historia de amor: la de Vicente Vera, un abogado radical, y Yuda Singer, una maestra rural judía y anarquista. Ambos se debaten entre la lucha política y una atracción que trasciende sus diferencias ideológicas, mientras el ejército argentino se prepara para la masacre.
La adaptación de Nacci, además de rescatar una narrativa central de Viñas, busca hacerla accesible al público actual, un desafío que el director abrazó con entusiasmo. El elenco, integrado por Matías Garnica, Verónica Cognioul Hanicq, Jorge Prado, Rafael Walger y Tomás Castaño, se adentra en este complejo universo que fusiona lo íntimo con lo político. Aquí la entrevista completa:
La puesta en escena se completa con el vestuario de Alejandro Mateo, la iluminación de Soledad Ianni y la música original de Alejandro Bordas, elementos que contribuyen a recrear la atmósfera tensa y emotiva de la Patagonia del siglo pasado. La propuesta invita a reflexionar sobre la dignidad humana, la usurpación de la tierra y el amor como única esperanza para reconquistarla.
Las funciones son los domingos a las 20. Encontrá acá más info sobre las entradas.
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