Martín Bossi volvió a la calle Corrientes con un show que hace reír y deja pensando
Bossi Live Comedy es una combinación de música, palabras e ideas que cuestionan la actualidad, comparándola con situaciones similares en décadas atrás. El heterogéneo público que lo sigue devuelve con amor, aplausos y gritos cada propuesta que el showman lanza desde el escenario.
Tiene un público que lo ama y lo acompaña en todo momento. El dice que es su familia y, aunque en el debut en el Metropolitan (Avenida Corrientes 1343, CABA) estuviera su mamá presente, siente que todos los espectadores somos parte de su intimidad. Esa que deja entrever en el espectáculo que fue éxito en Buenos Aires y en Mar del Plata: Bossi Live Comedy. Pero Martín Bossi es mucho más que un showman, un imitador y un comediante: es una persona reflexiva que armó una propuesta para hacerlos reír y también para dejarnos pensando en lo ha planteado: ¿la humanidad involucionó? Para sostener su hipótesis compara las mismas situaciones en su infancia y juventud con las de la actualidad, reforzando la teoría.
No piensen que se trata de un espectáculo triste o melancólico. Todo lo contrario, siempre está bien arriba, es dinámico y en las dos horas que dura, él no para un momento. Así de total es la entrega de este hombre que pasó los 40 y tiene una mirada crítica de la realidad, esa que le duele pero que logra convertir en disfrute mientras está arriba del escenario. Es su segunda temporada en Buenos Aires con esta propuesta, y sigue resultando tan atractiva como cuando la estrenó, porque logra un entendimiento con el espectador, una complicidad total. Aunque les haga bromas a los de las primeras filas o logre que digan al micrófono frases que a una persona común le darían vergüenza expresar en voz alta. Ese es su magnetismo, su superpoder.
Juega con los seis músicos de excelente nivel que lo acompañan (Julián Santagada, Francisco y Juan Cordima, Jeanette Gesualdi, Naara Gómez y Nélson Gesualdi), y con una cantante de voz privilegiada, Judith Cabral, se apoya en canciones muy conocidas, especialmente de los '80 y '90, internacionales y del rock local, en versiones muy acertadas. Y no pueden faltar las imitaciones, pero soslayadas, oportunamente colocadas, pues ya no son el punto central de sus espectáculos sino un plus. Un plus que maneja a la perfección.
Y así vimos a un Martín seductor, inocente, juguetón y hasta vulnerable construir esa retórica con la que cautivó a la platea, la misma que se acerca a besarlo y abrazarlo mientras se despide diciendo que no hace esto "ni por la plata ni por la fama, lo hago para que me quieran". Después de la entrega que le vimos, es imposible no cumplir con esa premisa. Con funciones jueves, viernes y domingos a las 20, y sábados a las 19.30 y 22, descontamos que nuevamente terminará amado en cada encuentro. Y después el espectador se quedará pensando en todas las verdades que dijo.
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