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Inaugura el nuevo Museo de Arte Contemporáneo de La Boca

Con dos muestras temporarias, la Fundación Tres Pinos abre un nuevo espacio en el Distrito de las Artes que se suma a la gran oferta cultural de la zona.

Museo de Arte Contemporáneo de La Boca
Museo de Arte Contemporáneo de La Boca. Fundación Tres Pinos. | Marcelo Parajó

Desde el domingo 29 de septiembre existe un nuevo museo en el Distrito de las Artes de la ciudad de Buenos Aires. Se trata del Museo de Arte Contemporáneo de La Boca (MARCO), un proyecto llevado adelante por la Fundación Tres Pinos.

La nueva sede del MARCO se encuentra en un antiguo edificio de estilo art nouveau construido originalmente en el año 1917 por el arquitecto francés Alfred Massüe que funcionó originalmente como cine, teatro y vivienda familiar.

Con el correr de los años la construcción albergó un templo evangélico, una bailanta, un gimnasio y una carnicería entre otras actividades. 

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Desde el año 2014 comenzó la puesta en valor del edificio. Gracias al programa de mecenazgo impulsado por el ministerio de cultura de la ciudad de Buenos Aires la Fundación recibió el apoyo económico necesario para recuperar la fachada original.

El edificio cuenta con salas de exposición distribuidas en dos plantas, una cafetería y una librería en el entrepiso.

“Este museo no está pensado sólo para mostrar una colección, sino que también tiene como objetivo producir junto a los artistas” señaló Rodrigo Cadenas, presidente de la Fundación Tres Pinos durante la inauguración para la prensa en la que estuvo PERFIL.COM.

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La colección de la Fundación Tres Pinos irá rotando en partes a lo largo de los meses en el nuevo MARCO.

Con respecto a la colección, el director ejecutivo de la fundación, Ricardo René Cadenas, explicó que comenzó hace más de 40 años cuando junto a su esposa decidieron comprar una obra de arte en cuotas. Tiempo después compraron otra y más tarde “lo que al principio fue un pasatiempo se convirtió en una obsesión”.

Con el objeto de preservar la colección decidieron donarla a la Fundación, donde crece año a año gracias a la donación de artistas jóvenes que participan en programas de estímulo y pasantías. Esto da al conjunto un carácter ecléctico que abarca diversos movimientos de la modernidad y del arte contemporáneo. 

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En la antesala de la planta alta se exhibe una pequeña selección de obras pertenecientes al acervo de la Fundación Tres Pinos. 

La inauguración del nuevo espacio se da con dos muestras realizadas por jóvenes artistas en las dos salas principales y una pequeña selección de la colección de la fundación que se exhibe en la antesala de la planta alta.

La primera muestra es Rep(úb)lica, una obra site-specific realizada por el artista Alexis Minkiewicz y curada por Leandro Martínez Depietri, que muda parte de la escultura que se encuentra en el techo del edificio del Congreso de la Nación al barrio de La Boca y la reconstruye en un orden tergiversado.

“Es un proyecto que nació hace alrededor de tres años y que concretamos hace tres meses cuando empezamos a trabajar in situ” explica Minkiewicz a PERFIL.COM, en referencia a la obra que fue construida en el mismo espacio donde se exhibe. 

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La imagen de la República, parte de la cuádriga heroica que se encuentra en el techo del Congreso de la Nación.

“Utilizamos el museo como un taller. La pieza de referencia es la cuádriga de Víctor de Pol que corona el edificio del Congreso de la Nación”.

El artista santafesino creció en la zona sur del Gran Buenos Aires y desde pequeño sintió una gran fascinación por los monumentos de bronce de estilo europeo y clasicista. “Lo que no tenía en mi barrio”, señala.

La obra se trata de la imagen de la República que ha sido invertida y cuelga de una cadena. Frente a ella, indomable, se rebela uno de los caballos de la cuádriga sobre una cama construida con el patrón de herrería de las rejas del edificio del Congreso.

“Alexis trabaja desde hace mucho tiempo sobre toda la estatutaria, los árboles, toda la decoración y el espacio urbano, como la suerte de erotismo que carga toda ornamentación” explicó Martínez Depietri a PERFIL.COM. 

“Empezamos a pensar en ese monumento como la proyección de una fantasía erótica y a jugar en el juego de esa proyección erótica como una suerte de relación un poco ambigua entre ambas figuras, donde están ligadas expresiones de dolor y de placer”.

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Las rejas de la cama reproducen el patrón de las que se encuentran en el edificio del Congreso.

“La escultura no cuelga de cualquier lado, cuelga de una cadena y la idea es que sea visible. Además el monumento sufre una mutación particular que es la cara. La cara del monumento es una cara seria y acá se transforma en un éxtasis como el de las vírgenes, como una situación de goce absoluto de orgasmo y se relaciona mirándose con el caballo que se encuentra en la cama, también entregado a ella, abierto. Así que la inversión no es tanto como construir la alegoría al revés sino pensarla como que cayó de ese pedestal que es el Congreso y que pende a merced del espectador, al alcance de la mano, para que uno se identifique en el deseo y en el juego erótico en esa tensión de los cuerpos”.

Minkiewicz toma la alegoría del triunfo de la República inspirada en los tiempos de la conformación de la Nación y el Estado argentinos e interpela al relato oficial de una historia heroica y un destino de gloria desde la resignificación de los elementos de la escultura.

“Es una réplica en sí misma del monumento original porque es una réplica del estilo grecorromano y una réplica de un proyecto político de nación, de la París de Sudamérica, y ahí hay una mirada política muy fuerte en sacarlo de esa idea y traerlo a la República de La Boca y permitir que mute en lo popular, con otras relaciones de la vida pública que no son la vida prístina, ascética, impecable sino que tiene que ver con la vida, con el encuentro, con los cuerpos, con la suciedad que le es propia a la cera y la arcilla, con el pasar de la vida. Ya no tiene que ver con el monumento distante en el congreso, ese pedestal donde vamos a ver el teatro de la política sino con la política cuerpo a cuerpo”, finaliza Depietri.

La otra muestra es Colección en diálogos, una exposición curada por Paula Carrella que propone un acercamiento a referentes del arte argentino a través de la mirada de tres artistas jóvenes que participaron en Marco Arte Foco, un programa de talleres en residencias de la Fundación Tres Pinos.

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Obra de Bruno Del Giudice.

Se trata de Bruno Del Giudice (Chaco, 1987), Agustín González Goytía (Tucumán, 1981) y Lucrecia Lionti (Tucumán, 1985), quienes seleccionaron obras del cuerpo de la colección de la Fundación y a partir de allí crearon nuevas propuestas para ponerlas en diálogo.

“En el caso de Bruno trabaja una obra de Antonio Berni que es de un período en que viaja, toma bocetos, dibujos sobre papel, es un momento de experimentación y de alguna manera hace este quiebre en que pasa a este registro del paisaje” explica Carrella a PERFIL.COM.

Del Guidice reutiliza caños de gas en desuso para crear una estructura sobre la que monta lonas de cartelería publicitaria intervenida por el artista para crear un paisaje urbano inspirado en La Salada en contraposición al de Berni.

Los viejos caños remiten a la emergencia social y la superposición de capas llevan a pensar en el entorno de la feria en la que las texturas, colores e información se acumulan y abruman al espectador en un recorrido visual caótico del que emerge el objeto de la búsqueda. 

"Me parece fascinante que estas nuevas generaciones se aproximen a los históricos del arte con un desenfado tan maravilloso e interesante, esta idea de tomar las obras, de la cita como una estrategia bien contemporánea y la posibilidad de hacer algo nuevo y diferente".
Paula Carrella 

González Goytía, por su parte, también trabaja con el paisaje aunque desde una perspectiva diferente.

“Agustín tiene una tradición desde hace muchos años que es trabajar con imágenes de la historia del arte o imágenes en general que refieren a Tucumán” señala Carrella.

“En este caso elige a Alfredo Gramajo Gutiérrez que es uno de los maestros históricos tucumanos. Es una obra muy especial, porque no es frecuente que haya sólo paisaje de Gramajo, en general son piezas más costumbristas”

González Goytía trabaja sobre la idea de generar una serie de paisajes a partir del original de Gramajo y presenta dos versiones ambientadas en distintos momentos del día que son presentadas “en espejo”.

“Agustín utiliza la tela sin la imprimación, la tela floja, de esa forma la puede llevar y traer de Buenos Aires a Tucumán. Es un abordaje bien contemporáneo de la pintura” subraya Carrella.

Lucrecia Lionti seleccionó esculturas de Enio Iommi, Gyula Kosice y Miguel Ángel Vidal que se articulan con un dibujo de Carlos Alonso. 

“Esa pieza habla de alguna manera de la muerte, esta idea de la muerte conceptual del arte, este punto de quiebre entre la modernidad y el arte contemporáneo” indica Carrella en referencia a la obra “El fin”, un dibujo en tinta que muestra la silueta de un hombre que se dispara en la cabeza. 

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Obra de Lucrecia Lionti

“Por otro lado está la cuestión fundamental que es cómo Lucrecia toma dos propuestas completamente diversas y las trabaja. Hablo de la metáfora del tiro. Es también la muerte en un punto literal, porque toda la obra de Lucrecia está atravesada por sus propias vivencias, utiliza cueros de animales muertos. La obra no está exenta del contexto contemporáneo de situaciones de mucha necesidad”.

La artista confecciona las piezas de manera artesanal con cueros de animales y materiales de texturas y procedencias diferentes, entre ellas lanas coloreadas con tintes naturales por mujeres artesanas de Amaicha.

Cada cuerpo de la obra explora desde sus diferentes morfologías las diversidades étnicas y culturales propias del noroeste argentino en tanto que a la vez remiten al hábito de colgar cueros para la venta al costado de las rutas en su provincia.

“La obra tiene una cuestión muy emotiva que refiere también a la crudeza de la vida. Por eso está Carlos Alonso ahí atrás con la metáfora del tiro”, considera la curadora.

“Hay algo que sucede con los tres. Me parece fascinante que estas nuevas generaciones se aproximen a los históricos del arte con un desenfado tan maravilloso e interesante, esta idea de tomar las obras, de la cita como una estrategia bien contemporánea y la posibilidad de hacer algo nuevo y diferente” finaliza.

El nuevo Museo MARCO se encuentra en la Avenida Almirante Brown 1037 en el barrio de La Boca, justo frente a la bajada del puente Avellaneda, y puede visitarse de miércoles a domingos de 12.00 a 19.00. Los sábados se realizan visitas guiadas.