La primera terminal alemana de gas natural licuado se instalará pronto en un puerto de la costa norte, el primero de varios petroleros especializados con los que cuenta Berlín para aliviar su crisis energética.
La Hoegh Esperanza, una unidad flotante de almacenamiento y regasificación (FSRU, por sus siglas en inglés), está programada para aterrizar en Wilhelmshaven el jueves. Se espera que el buque, que convierte el GNL transportado en buques marítimos en combustible que se puede bombear a las redes terrestres, comience a enviar gas la próxima semana.
La llegada de los buques en medio de la primera ola de frío invernal del norte de Europa destaca la necesidad de nuevos suministros de gas después de que Rusia redujera las entregas en represalia por el apoyo que ha mostrado el continente hacia Ucrania. El aumento de los precios de la energía ha llevado a las economías al borde de la recesión, lo que ha obligado a los Gobiernos a acelerar el uso de terminales flotantes de gas que tardan menos tiempo en instalarse que sus versiones terrestres.
El Gobierno alemán arrendó cinco FSRU a un costo de alrededor de €9.700 millones (US$10.000 millones), según el Ministerio de Economía, que está muy por encima del presupuesto inicial para las instalaciones flotantes.
Las próximas terminales, en Lubmin, Brunsbuettel y Stade, se abrirán “en breve”, dijo el miércoles el canciller alemán Olaf Scholz en un discurso en el Bundestag.
Los cinco buques podrán cubrir alrededor de un tercio de la demanda actual de gas de Alemania, según estimaciones del Gobierno. Todavía se espera que una FSRU de gestión privada comience a operar este invierno. El gas adicional será esencial para evitar que las acciones de Alemania se agoten rápidamente en medio de temperaturas bajo cero que ya están impulsando la demanda de calefacción.
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Las FSRU generalmente están amarradas permanentemente cerca de la costa. Luego, un transportista que llega transfiere GNL a la unidad, que almacena y convierte la carga en gas a alta presión. Los buques tienden a ser más rápidos, más baratos y más respetuosos con el medio ambiente en comparación con una instalación en tierra, aunque su capacidad es mucho menor.
Al mismo tiempo, invertir en GNL sigue siendo controvertido en Alemania, ya que el país se comprometió a convertirse en neutral para el clima en 2045. Los grupos ambientalistas dicen que la prisa por terminar con la dependencia rusa del gas podría terminar encerrando al país en combustibles fósiles por más tiempo del necesario.
LM / ED