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Argentina vuelve al radar internacional y le prende velas al PBI

Traders y analistas conversan con Bloomberg News en Buenos Aires sobre la situación del mercado de Argentina y principales claves a seguir en el corto plazo.

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El presidente del Banco Central de la República Argentina, Guido Sandleris, presentó hoy el Informe de Política Monetaria (IPOM) Octubre 2018. | Gerencia de Prensa, Banco Central de la República Argentina

Conversamos con José Echagüe, estratega de Consultatio Investments y un trader FX de un banco que pidió no ser identificado porque no está autorizado a hablar públicamente, sobre la realidad económica argentina.

Lo que ilusiona: la actividad sale de terapia intensiva. El mercado ve una luz al final del túnel por algunos indicadores que anticiparían que la economía da señales de un recuperación, aunque sea incipiente. El ministerio de Economía ya declaró que, en noviembre, se percibió un "piso" en la caída de la actividad. Pero el mercado prefiere algo más de cautela. Y la señal más elocuente se conocerá este jueves, cuando el Indec difunda los datos de PBI y de desempleo en Argentina. Para la actividad, hay aún algo de optimismo. Para la desocupación, en cambio, se espera tarde o temprano un deterioro, que confirmaría los efectos del ajuste monetario.

Lo que no convence: las tasas de los bancos. Los bancos reaccionan tarde a los movimientos de tasa de política y, en este lapso, salen favorecidos con un amplio margen entre el retorno que reciben del Banco Central y el que ellos pagan a los ahorristas.

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Indec: la inflación de febrero fue de 3,8%

El spread entre tasas de política y de plazos fijos alcanzó en los últimos días un máximo desde octubre, y mostró que los mecanismos de transmisión de la política monetaria no se dan a la velocidad que busca el presidente del Banco Central, Guido Sandleris.

Asimismo, la lentitud en la transmisión se acentúa cuando la tasa de interés se ubica en niveles elevados, como en la actualidad. La potencia de la tasa disminuye y esto hace que, cuando se percibe volatilidad en el mercado cambiario, las acciones del Banco Central tengan poco efecto.

Lo que sorprende: la generosidad del Banco Nación. El Banco Nación llamó la atención de todos, en esta última semana, cuando apareció para frenar una fuerte caída del peso argentino. La moneda argentina se había depreciado 5% a pesar de que la tasa de política ya había subido casi 8 puntos porcentuales entre el 1 y el 8 de marzo. El mercado cambiario se mostraba con pocos dólares, y en el horizonte no se veía otra solución que un nuevo ajuste de tasas del Banco Central. En ese momento clave, el Nación copó la escena con ventas de divisas y alcanzó a abastecer la demanda.

No es un acto de heroísmo aislado. La entidad estatal sobresale en el sistema también por pagar las tasas más atractivas a los depositantes y ayudar, con esto, a trasladar al mercado los efectos contractivos de la política monetaria del Banco Central.

Lo que asusta: un mayor desempleo nubla el clima electoral. El deterioro que se espera sobre la ocupación en Argentina -por efecto de las mayores dificultades que atraviesan las empresas- no preocupa como un “driver” para el mercado en el corto plazo, sino como un elemento que podría dañar la paz electoral en los próximos meses. Si el descontento social crece, los chances de reelección de Mauricio Macri podrían acotarse, y la incertidumbre política podría convertirse en un factor peligroso para la dinámica del programa monetario.

Lo que da confianza: vuelve el apetito por títulos argentinos. En las mesas empezaron a recibir a partir del jueves 14 de marzo algunas consultas por títulos provinciales de Argentina, que ajustan por tasa Badlar (la que rige para plazos fijos a 30 días al sector privado). Son instrumentos que pagan cerca de 900 puntos básicos sobre este rendimiento de referencia, y que atraen porque se espera que los bancos empiecen a trasladar a sus tasas la suba que ya se vio en la Leliq. Al mismo tiempo, se calmó el desarme que se percibía entre un grupo de fondos del exterior sobre letras del Tesoro de largo plazo.

Los bonos que ajustan por inflación (CER) siguen también en la mira de muchos, frente a datos oficiales que se espera que reflejen una suba de precios aún persistente.