Argentina se está acercando a un punto de quiebre, mientras aumentan las medidas desesperadas del Gobierno para intentar frenar el desplome del peso, lo que incrementa el riesgo de una devaluación de la moneda, algo que el presidente Alberto Fernández prometió que nunca se ocurriría durante su Gobierno.
Se dice que el Gobierno estaría intensificando la presión sobre los brokers, exigiendo informes sobre las operaciones en el mercado de divisas paralelo e iniciando una investigación sobre una empresa que dijo que una devaluación era inminente.
El peso se desplomó un 13% la semana pasada en ese mercado alternativo utilizado para evadir los controles de divisas, mientras que datos revelaron un aumento de los precios al consumidor del 104% en marzo, la tasa más alta en tres décadas.
El gobierno de la Argentina atemoriza a agentes del mercado para sostener al peso
Argentina ha ido pasando de crisis en crisis durante la mayor parte de los últimos 80 años, por lo que sus ciudadanos están acostumbrados al caos económico. Pero en Buenos Aires existe la sensación de que las cosas están a punto de empeorar.
Las autoridades dicen que tienen que revisar el acuerdo de la nación con el Fondo Monetario Internacional para acelerar los desembolsos, pero no ha habido indicios de que el banco esté dispuesto a colocar más dinero en el problema.
“Todo ahora es un tema de a qué velocidad se deterioran las variables”, dijo Fabricio Gatti, gestor de cartera de Novus Asset Management en Buenos Aires. Los operadores “se dieron cuenta que las medidas no alcanzaban”.
Esta inflación fuera de control significa que ya nadie está seguro de cuánto cuesta nada. En Buenos Aires, algunos restaurantes dejaron de imprimir los precios en sus menús, ya que el tipo de cambio en el mercado negro cambia a una velocidad vertiginosa.
Las grandes transacciones se realizan cada vez más en dólares, pero para las compras cotidianas, los argentinos tienen que llevar fajos de billetes, ya que el de mayor denominación ahora solo vale US$2, frente a los US$21 de hace cuatro años.
Los problemas económicos se reducen principalmente a la falta de divisas: el país gasta muchos más dólares de los que ingresan. Para colmo de males, este año Argentina se ha visto afectada por la peor sequía del siglo, lo que ha eliminado cualquier posibilidad de que ingrese dinero de las exportaciones agrícolas antes de las elecciones presidenciales de octubre.
Mientras tanto, las reservas internacionales se están agotando, lo que pone en duda cuánto tiempo más podrá el Gobierno seguir defendiendo el peso de un colapso total.
Turbulencias en los mercados
El episodio más reciente de turbulencia en los mercados comenzó la semana pasada, cuando los operadores empezaron a vender activos en pesos después de que los datos del Gobierno mostraron que la inflación se aceleró mucho más de lo previsto.
Rumores infundados sobre una devaluación del tipo de cambio oficial obligaron al ministro de Economía, Sergio Massa, a desmentir los planes en un mensaje de voz que envió a un chat grupal de WhatsApp mientras el peso se hundía. Los bonos en dólares también cayeron a su nivel más bajo en lo que va del año, alcanzando unos 25 centavos de dólar.
El dilema del valor del dólar: con el FMI a $500, sin el FMI el techo es corredizo
La respuesta del Gobierno a todo esto parece cada vez más desesperada. El regulador de valores de Argentina está presionando a los agentes de bolsa locales para que limiten las operaciones en mercados paralelos, pidiéndoles que proporcionen registros sobre cualquier actividad de este tipo, según personas con conocimiento directo del asunto. Otro corredor se vio obligado a emitir una disculpa en redes sociales por difundir rumores sobre una devaluación de la moneda, luego de que el regulador abriera una investigación sobre el incidente, dijo otra fuente. Todos pidieron no ser identificados por tratarse de información sensible. El regulador y el Gobierno declinaron hacer comentarios.
El banco central de Argentina elevó el jueves su tasa de clave en 10 puntos porcentuales al 91%, frente al 47% de hace un año. El endurecimiento de la política monetaria hasta ahora ha resultado ineficaz.
Acuerdo con el FMI
Massa también comunicó al FMI esta semana que el Gobierno tiene la intención de intervenir más en los mercados financieros locales, según tres altos funcionarios del Gobierno con conocimiento directo de las conversaciones.
La medida pone el acuerdo de Argentina con el FMI en riesgo de descarrilarse, según uno de los funcionarios, que pidió no ser identificado al hablar con franqueza sobre asuntos delicados. Eso podría poner en peligro el próximo desembolso del FMI de US$3.900 millones previsto para junio, aunque ambas partes están discutiendo la posibilidad de una transferencia mayor, posiblemente adelantando los pagos que se habían previsto para finales de año.
“Es muy probable que el programa se descarrile en la próxima revisión”, dijo Alberto Ramos, jefe de investigación para América Latina en Goldman Sachs Group Inc. “Con las elecciones acercándose, bien podría ser que el FMI pida un tiempo de espera”.
Además del plan del FMI, las autoridades también están recurriendo a una línea de intercambio de divisas de US$24.000 millones con China para pagar unos US$1.800 millones de importaciones entre abril y mayo. El Ministerio de Economía también creó múltiples tipos de cambio para la soja, el vino y otras exportaciones clave en un intento por lograr que los productores vendan y traigan dólares, una medida que ha tenido escasos resultados.
La oficina de prensa del Ministerio de Economía no hizo comentarios. Una portavoz del FMI dijo en un comunicado que las conversaciones con el Gobierno sobre la próxima revisión del programa “avanzan de manera constructiva.”
Historia de turbulencias
Argentina es una nación acostumbrada a las turbulencias financieras. Muchos ahorrantes locales convierten inmediatamente a dólares sus sueldos en pesos, comprando la moneda estadounidense en las casas de cambio de Buenos Aires, muy generalizadas, pero técnicamente ilegales. O compran criptomonedas a través de alguna de la docena de plataformas locales.
Una estrategia común además de ahorrar en dólares es gastar hasta el último peso antes de que la inflación se acelere aún más. Las tiendas que buscan aprovechar esto a menudo anuncian ventas de liquidación, instando a los clientes a comprar ahora antes de que los precios inevitablemente vuelvan a subir.
Los argentinos tampoco han dejado de llenar cafés, bares y restaurantes en Buenos Aires para gastar sus pesos, y el descontento por la situación política actual se puede oír en muchas mesas, especialmente en los locales elegantes que atienden a la clase empresarial de la ciudad. Según encuestas, el índice de aprobación de Fernández cayó por debajo del 20% a principios de este año en medio de expectativas para otra recesión antes de 2024.
Más allá de crisis internacionales como la pandemia de covid y la guerra en Ucrania, el mandato de Fernández ha estado plagado de problemas internos. Su coalición peronista de izquierda sufrió luchas internas entre él y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner por la estrategia económica casi desde que asumió el mando en 2019. El Gobierno nunca presentó un plan económico que fuera considerado creíble por los inversores.
La semana pasada, Fernández descartó postularse a un segundo mandato.
Qué dice Bloomberg Economics
“Proyectamos que la inflación interanual terminará 2023 en torno al 100%, con riesgos inclinados al alza. Una serie de factores probablemente mantendrán la inflación al alza en los próximos trimestres, incluyendo la inercia, las presiones reprimidas de la moneda desalineada y los precios regulados, y las políticas fiscales y monetarias laxas”.
—Adriana Dupita, economista para Brasil y Argentina
Para argentinos como Carolina Serradilla, propietaria de Obrador de Panes y Galletas, una panadería y cafetería en el histórico barrio capitalino de San Telmo, todo esto recuerda a crisis pasadas. Se graduó de su programa de chef de repostería durante el colapso del país en 2001 y no ve motivos para el optimismo a corto plazo. Tampoco está convencida de que ninguno de los candidatos presidenciales pueda arreglar el desastre.
“Argentina nunca va a cambiar”, sostuvo. “Lo único que hay que hacer es ser feliz”.