El diferencial entre los índices de precios minorista y mayorista de Argentina se amplió en septiembre a máximos del año, avivando preocupaciones sobre el comportamiento del costo de la vida y la demanda de bienes y servicios mientras el país sucumbe a su cuarto año de contracción económica en una década.
La disparidad entre el IPC minorista, que en septiembre subió a 40,54 por ciento versus 74 por ciento del IPC mayorista, aumentó a 34 puntos porcentuales tras la depreciación del tipo de cambio en agosto. Analistas como Rodolfo Santangelo, de la consultora Macroview, se preguntan si el diferencial se cerrará debido a un alza en los precios minoristas o el creciente costo de insumos terminará afectando los márgenes de las empresas.
Por ahora no se observa presión “masiva” en los márgenes, destaca Santangelo en un reporte a inversionistas, e incluso hay un conjunto de servicios privados que suben menos por la recesión, generando un cambio en los precios relativos.
El dato de septiembre hizo sonar las alarmas, cuando la inflación minorista subió 6,5 por ciento mensual y la mayorista 16 por ciento. “Habrá que monitorear si la combinación de las exigentes metas monetarias, el menor ajuste de bienes no transables y la caída en el nivel de actividad pueden contener el spread que se amplía entre los índices”, dice Pablo Waldman, jefe de estrategia de INTL FCstone Argentina.