A pesar del resurgimiento del Estado Islámico, Estados Unidos está bajo una creciente presión iraquí para retirar las fuerzas del país. El presidente Trump, quien cree que el grupo terrorista ha sido vencido, parece no estar dispuesto a liderar los esfuerzos para asegurarse de que siga siendo así.
Esto presenta un desafío para la coalición de 82 miembros que Washington formó para derrotar al Estado Islámico después de 2014. ¿Puede la Operación Inherent Resolve (Determinación Inherente), creada para enfrentarse al grupo terrorista en Irak y Siria, permanecer firme si disminuye el poder de convocatoria de EE.UU.?
La respuesta corta es sí. La clave para frenar el resurgimiento del Estado Islámico no es el tamaño de las fuerzas in situ, porque los socios locales han demostrado ser cada vez más competentes, sino más bien una estrategia regional coordinada que aprovecha los activos estadounidenses.
El número total de tropas de la coalición en Irak es aproximadamente de 9.000. Algunos países europeos han retirado temporalmente sus fuerzas debido a la pandemia de covid-19
Washington y Bagdad mantienen un diálogo estratégico sobre la continua tensión entre EE.UU. e Irán, que se intensificó en enero cuando un ataque por dron estadounidense cobró la vida de Qassem Soleimani, comandante de la fuerza de élite de la Guardia Revolucionaria Islámica, y al líder de la milicia iraquí Abu Mahdi al-Muhandis en enero en Irak. Ha habido varios ataques con cohetes contra bases que albergan tropas estadounidenses, llevados a cabo por grupos partidarios de Irán, y partidos políticos iraquís respaldados por Teherán quieren que las tropas estadounidenses se retiren.
Las autoridades de la coalición señalan el rol esencial que desempeñan sus aeronaves y sus fuerzas asociadas en la caza y destrucción de células terroristas. Pero sin EE.UU. como organizador y coordinador de este esfuerzo, y sin las capacidades militares y de inteligencia estadounidenses, este esfuerzo probablemente fracasará. El alto liderazgo de la Operación Inherent Resolve es principalmente estadounidense.
De los 82 miembros de la coalición internacional, menos de la mitad han realizado contribuciones militares en los últimos seis años, ya sea para luchar contra los terroristas o para entrenar a los locales. EE.UU. tiene más drones armados que todos los demás miembros de la coalición.
Dejando a un lado la cuestión de efectivos en tierra y aeronaves en el cielo, los otros miembros de la coalición no están de acuerdo sobre el alcance de la lucha. En lugar de tratarla como un trabajo regional que requiere esfuerzos tanto en Siria como en Irak, la mayoría de los miembros de Medio Oriente tienden a centrarse en el uno o el otro.
Peor aun, muchos de los países y grupos involucrados no se llevan bien entre sí. Turquía, por ejemplo, considera a las Fuerzas Democráticas Sirias, respaldadas por EE.UU., como un grupo terrorista aliado con los separatistas kurdos en Turquía. Las fuerzas kurdas en el norte de Irak tienen relaciones generalmente agrias con las milicias chiítas respaldadas por Irán que forman parte de las fuerzas de seguridad de Bagdad. El Estado Islámico se alimenta de estas divisiones y está regresando en áreas donde hay un vacío de poder.
Si EE.UU. se retirara de Irak o Siria, la lucha probablemente se convertiría en varias batallas más pequeñas que involucrarían a grupos que no están coordinados entre sí. Lucharían contra el Estado Islámico a nivel local con diversos grados de éxito, pero los terroristas cruzarían las fronteras, al igual que Al Qaeda y otros grupos lo han hecho en Afganistán y partes de África.
Para que la lucha siga siendo regional y la coalición se mantenga unida, se requiere el liderazgo de EE.UU. El poder aéreo estadounidense y las habilidades de recopilación de inteligencia son esenciales para rastrear y destruir las operaciones del Estado Islámico. Pero Washington necesita el involucramiento de Bagdad para mantener el esfuerzo.
El mejor camino a seguir, el que causaría menos fricción, podría ser reducir la huella estadounidense en Irak, mientras se fortalecen los activos de inteligencia y de la fuerza aérea con sede en otros lugares. Otros socios de la coalición pueden tomar medidas. Por ejemplo, Dinamarca anunció la semana pasada que enviará 285 soldados para operaciones de entrenamiento sin combate en Irak. Los países de la OTAN podrían ocupar puestos de coalición en lugares de importancia estratégica, como Camp Taji y la base de Ayn al-Asad.
Algunas fuerzas terrestres estadounidenses restantes podrían tener su base en la región autónoma del Kurdistán de Irak, donde hay apoyo local para ellos. Los aviones y drones estadounidenses que vuelan desde ubicaciones en el Golfo Pérsico y otras partes de la región podrían estar atentos a las operaciones del Estado Islámico y realizar ataques para apoyar las redadas de las fuerzas de seguridad iraquís.
El general Kenneth McKenzie, jefe del Comando Central de EE.UU., ha dicho que logra imaginar un futuro en que las fuerzas de seguridad locales podrían contener al Estado Islámico sin ayuda externa significativa. Hasta entonces, la coalición debería estar preparada para desempeñar un papel importante, incluso con una presencia estadounidense reducida en Irak.