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Administración Trump

Estados Unidos elige un crecimiento económico lento

Funcionó en los '90: la economía norteamericana continuó creciendo con fuerza durante varios años, incluso después de que mostró señales de limitaciones de capacidad y bajo desempleo.

Donald Trump
Donald Trump calificó de traidor al funcionario que escribió la publicación. | Bloomberg

Funcionó en la década de 1990: la economía de Estados Unidos continuó creciendo con fuerza durante varios años, incluso después de que mostró señales de limitaciones de capacidad y bajo desempleo. La pregunta es si eso puede volver a suceder, o si este ciclo está destinado a terminar en un período de inflación que impulse a la Reserva Federal a elevar las tasas y poner fin a la fiesta. La respuesta dependerá en gran medida de si el crecimiento de la productividad puede acelerarse como lo hizo hace una generación.

En teoría, una economía que se está recalentando en medio de un mercado laboral ajustado podría impulsar a las empresas a invertir más y volverse más productivas. Sin embargo, eso será difícil de probar en el mundo real debido a la política comercial hostil del presidente Donald Trump y porque la Reserva Federal no está de humor para realizar ningún cambio repentino en su marco de inflación.

Con la tasa de desempleo en mínimos generacionales, los empleadores se quejan cada vez más de la escasez de mano de obra. Una holgura de mano de obra cada vez menor combinada con un crecimiento económico por encima de la tendencia generalmente significa que se avecina un crecimiento más rápido de los salarios y de la inflación, los tipos de condiciones que llevan a la Fed a subir las tasas de interés más rápido. Pero ese entorno -bajo desempleo y reportes de escasez de mano de obra- se produjo en diciembre de 1995, como señaló la Reserva Federal en su informe Libro Beige en ese momento. Lo que siguió fue un auge económico de cinco años.

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Con la tasa de desempleo en mínimos generacionales, los empleadores se quejan cada vez más de la escasez de mano de obra.

 

Lo que hizo posible ese auge fue el crecimiento de la productividad entre 1998 y 2000, que promedió más del 3 por ciento. Los trabajadores, junto con la ayuda de la revolución tecnológica del momento, se estaban volviendo mucho más productivos, lo que permitió que la economía registrara un significativo crecimiento sin la indeseada inflación. El crecimiento de la productividad en los últimos años ha promediado más cerca del 1 por ciento, por lo que es mucho más difícil continuar creciendo rápidamente sin que surjan riesgos de inflación.

Pero la innovación tecnológica no fue el único factor de finales de los años 90. El comercio mundial también estaba en auge. Esos fueron los años que uno podría llamar como el globalismo en su máxima expresión, donde la aprobación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) era historia reciente, junto con la adopción de la unión monetaria europea en 1999 y China preparándose para unirse a la Organización Mundial del Comercio.

El aumento del comercio mundial también contribuye al crecimiento de la productividad. Pero si bien ese aumento en el comercio mundial puede haber contribuido a un crecimiento más rápido de la productividad, también condujo a un aumento en la desigualdad del ingreso, ya que los máximos ejecutivos de las empresas se beneficiaron de ese aumento en el comercio más que los trabajadores.

 

Ese aumento en el comercio mundial puede haber contribuido a un crecimiento más rápido de la productividad, también condujo a un aumento en la desigualdad del ingreso

Obviamente, en medio de la escalada en las guerras comerciales hoy en día, no deberíamos esperar que el comercio global impulse el crecimiento de la productividad. De hecho, podríamos ver que la disminución del comercio reducirá la productividad. Entonces, más bien podríamos inclinarnos hacia el enfoque de "recalentamiento de la economía".

Aquí, la idea es que la escasez de mano de obra y un crecimiento más rápido de los salarios harían de los nuevos equipos y la tecnología una forma más atractiva para utilizar el capital que la contratación de trabajadores. Las inversiones aquí presumiblemente impulsarían el crecimiento de la productividad: por ejemplo, reemplazar a los trabajadores de comida rápida por quioscos o los camiones sin conductor.

Pero para conseguir ese tipo de entorno económico, podríamos necesitar ver un crecimiento de los salarios y, en cierta medida, una inflación que se dispararía mucho más de lo que la Reserva Federal parece estar dispuesta a aceptar. En lugar de un crecimiento salarial en el rango del 3 por ciento, tal vez tendría que alcanzar un nivel más cercano al 6 o el 7 por ciento, que no hemos tenido desde la década de 1970. En un discurso reciente, Lael Brainard, una de los miembros de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal, reiteró el compromiso de la Fed con su meta de inflación del dos por ciento, y agregó para enfatizar: "Las expectativas de inflación estables son uno de los logros clave de los bancos centrales en las últimas décadas, y lo defenderíamos enérgicamente".

Lo que sabemos por experiencia es que la política comercial que uno desearía para lograr un crecimiento más rápido de la productividad es más comercio global, y actualmente EE.UU. se está moviendo en la dirección opuesta. Y lo que parece razonable creer desde la teoría es que un mercado laboral ajustado combinado con un rápido crecimiento de la economía, podría llevar a un repunte en el crecimiento de la productividad a medida que las empresas respondan a esas condiciones invirtiendo más, pero parece poco probable que la Fed permita que eso suceda mientras permanezcan anclados a un objetivo de inflación del 2 por ciento.

Ante las bajas tasas de natalidad en todo el mundo desarrollado y un entorno político que no apoya la inmigración por el momento, un crecimiento más rápido de la productividad es crítico si el crecimiento económico va a continuar al ritmo que hemos visto a lo largo de nuestra historia. Sería bueno experimentar para ver si podemos hacerlo mejor de lo que lo hemos hecho en el pasado reciente, pero al menos en los próximos años, aparentemente no lo haremos.

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.