Los economistas de Goldman Sachs Grupo Inc. intentan predecir la trayectoria de la economía mundial hasta 2075.
Dos décadas después de sus famosas proyecciones de crecimiento a largo plazo para las llamadas economías BRIC (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), los economistas, dirigidos ahora por Jan Hatzius, ampliaron sus previsiones para abarcar 104 países durante el próximo medio siglo.
Los resultados:
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El crecimiento mundial promediará poco menos del 3% anual durante la próxima década, por debajo del 3,6% de la década anterior a la crisis financiera, y después seguirá una senda gradualmente decreciente, lo que refleja una desaceleración del crecimiento de la fuerza laboral.
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Los mercados emergentes seguirán convergiendo con las naciones industrializadas, mientras China, Estados Unidos, India, Indonesia y Alemania encabezan la clasificación de las mayores economías al medirlas en dólares. Nigeria, Pakistán y Egipto también podrían figurar entre las mayores.
Goldman Sachs advierte que las acciones mundiales podrían prolongar su racha negativa
- Es poco probable que EE.UU. repita su relativamente sólido desempeño de la última década, y la solidez excepcional del dólar también se desvanecerá en los próximos 10 años.
- Si bien la desigualdad de ingresos entre países ha disminuido, seguirá aumentando dentro de ellos.
Los economistas Kevin Daly y Tadas Gedminas consideran que el proteccionismo y el cambio climático son riesgos “especialmente importantes” tanto para el crecimiento como para la convergencia de rentas.
“Nuestras proyecciones apuntan a que hemos superado el punto más alto del crecimiento potencial mundial”, escribieron los economistas en la nota. “La mayor parte de esta desaceleración prevista se debe a la demografía. El crecimiento de la población mundial se ha reducido a la mitad en los últimos 50 años”.
Afirmaron que un crecimiento demográfico más lento es “un buen problema” porque implica una menor presión sobre el medio ambiente. No obstante, planteará “una serie de desafíos económicos”, como la forma en que los países pagarán los crecientes costos de salud de sus poblaciones envejecidas.