El comunicado de la cumbre mundial, con sus negociaciones de toda la noche sobre paréntesis cuadrados y la colocación de comas, está en peligro de extinción.
Durante más de 40 años, los llamados “sherpas” y sus "sous-sherpas" (sub-sherpas) y "yaks" han estado llevando estos documentos a la cima de las cumbres internacionales, entregando lineamientos de cómo sus naciones intentan trabajar juntas para arreglar lo que anda mal en el mundo.
Los comunicados han tenido que ser adecuados en el pasado, pero este año todo el proceso colapsó dos veces. En la reunión del G-7, que se celebró en junio en Canadá, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, retiró el apoyo de EE.UU. al documento que acababa de aceptar, molesto por el trato recibido por su anfitrión en medio de las tensiones bilaterales sobre el comercio. No se llegó a una declaración final en una cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Papúa, Nueva Guinea, este mes, cuando China y EE.UU. se enfrentaron, nuevamente por el comercio.
"Ca va etre coton" (será algodón), dijo un funcionario francés en el Palacio del Elíseo, utilizando una jerga para referirse al trabajo manual duro mientras se dirigía a los periodistas antes de la cumbre del G-20 que se celebrará esta semana en Buenos Aires. "Usted vio las grandes dificultades en todas partes en las últimas cumbres multilaterales -G-7, OCDE, APEC- principalmente debido a la actitud de EE.UU.".
Los acontecimientos, como ocurre a menudo, pueden complicar aún más las cosas en el G-20. El presidente ruso, Vladimir Putin, llegará a Argentina tras la reciente provocativa captura de barcos ucranianos por parte de su ejército. En una entrevista del Wall Street Journal, Trump también se aseguró el martes que su reunión privada con el presidente de China, Xi Jinping, eclipsará al resto de la cumbre, amenazando con imponer aranceles a cientos de miles de millones de dólares más de importaciones chinas si no obtiene las concesiones que quiere en su reunión bilateral.
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Los anfitriones argentinos de la cumbre están haciendo todo lo posible para evitar un tercer naufragio diplomático. Según funcionarios de varios países, les han dado a los sherpas de tres a cuatro días, en lugar de los dos habituales, para el documento final. También han redactado un texto abreviado de tan solo tres páginas, en comparación con las 15 (más documentos de respaldo) de la última cumbre del G-20 en Alemania. El riesgo es que produzcan un comunicado tan diluido que no tenga sentido.
Pero los problemas en la cumbre mundial no se reducen solo a Trump. Si bien su unilateralismo y las políticas de “Estados Unidos Primero” son factores desencadenantes del nivel actual y sin precedentes de dificultad para llegar a acuerdos, las causas fundamentales se extienden más allá, según Cecilia Nahon, quien pasó cuatro años como sherpa del G-20 de Argentina hasta 2015.
Trump, afirma Nahon, es en sí mismo un síntoma de una reacción violenta contra la globalización que ya estaba en marcha, e inevitablemente hace que sea más difícil para los líderes comprometerse en reuniones que se desarrollan en la cima de la maquinaria misma de la globalización. Los negociadores del G-20 "no han podido entregar una agenda de inclusión que aborde la desigualdad y la ansiedad que están impulsando estos cambios en todo el mundo", dijo.
Otro problema, según un sherpa actual del G-20 que pidió no ser identificado, son los propios negociadores. Los sherpas son los representantes personales de los líderes nacionales. En el período 2008-2009, las personas designadas para redactar comunicados que ayudaron a evitar un colapso del sistema financiero global eran en su mayoría economistas, dijo el funcionario. Estaban muy centrados en el contenido de la coordinación de la política fiscal y monetaria. Hoy en día, la mayoría de los sherpas son diplomáticos, que producen documentos que tienden a ser menos técnicos y menos ambiciosos.
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"La diferencia con 2008 es realmente enorme", dijo la sherpa del G-20 de Rusia, Svetlana Lukash, al recordar que la profundidad de la crisis financiera creó un sentido de compromiso común que ya no es tan fuerte. "La gente siente complacencia, no hay una sensación de urgencia, y eso evita avances". De hecho, agregó Lukash, "cualquier apoyo al multilateralismo, incluso mencionar los enfoques multilaterales ya es ambicioso en el clima actual".
Para muchos fuera del mundo arcano de las cenas de trabajo del sherpa, la pregunta es: "¿y qué?" El mundo seguiría girando sin cumbres mundiales y sus comunicados.
Esa es una visión a la que los sherpas se resisten ferozmente, quienes creen que las cumbres y sus comunicados son herramientas vitales para resolver las diferencias a medida que se multiplican. Establecen una agenda de alto nivel que otras instituciones internacionales e incluso gobiernos tienden a seguir, según Sir Nicholas Bayne, un sous-sherpa financiero del Reino Unido en la década de 1990.
Para evitar futuros fracasos públicos, algunos sherpas creen que puede ser el momento de cambiar hacia un documento menos polémico: la declaración de la presidencia. Esto permite al anfitrión resumir el resultado, sin que otros líderes tengan que firmar cada palabra. Eso es lo que Peter Boehm, sherpa de Canadá, esperaba hacer en la cumbre del G-7 en junio, "porque anticipé dificultades en varios temas", incluido Irán, el comercio y el cambio climático. Otros insistieron en un comunicado, que garantizara compromisos específicos y responsabilidad.
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Los próximos dos años, con Francia y EE.UU. como anfitriones del G-7, podría verse un cambio en la forma en que se llevan a cabo las cumbres, dijo. Al ser consultado sobre si podríamos ver que el circuito de cumbres mundiales se detenga por completo, Boehm dijo: "Podríamos verlo”.