Tras decir que estaba “99%” de acuerdo con su ministro de Economía, el mandatario hizo una pausa durante un viaje oficial a India para comentar a los periodistas que “no habrá ningún aumento de impuestos sobre la cerveza”.
Sin embargo, la idea de dar un trato fiscal diferente a los productos considerados perjudiciales para la sociedad siempre ha sido parte del plan de Guedes y no implica mayores impuestos, según Vanessa Canado, asesora especial del ministro y miembro del grupo de trabajo que elabora una propuesta para reformar el sistema tributario de Brasil.
En cambio, el plan es convertir un impuesto existente sobre los bienes industrializados conocido como IPI en un impuesto selectivo que solo se impondría a productos, como el alcohol y los alimentos azucarados, que tienen un impacto negativo en la salud pública, aumentaría así el gasto público en el futuro.
El equipo económico se basa en la experiencia internacional para trazar la propuesta, pero el impacto fiscal en esos productos “será neutral”, dijo Canado en una entrevista. Agregó que hay una discusión más amplia sobre si el carbono y otras fuentes de energía no renovables también deberían recibir un tratamiento fiscal diferente.
El equipo económico se basa en la experiencia internacional para trazar la propuesta
Las acciones de la cervecera Ambev, la unidad brasileña de Anheuser-Busch InBev, cayeron la semana pasada cuando Guedes mencionó por primera vez la posibilidad de un “impuesto al pecado”.
Eliminar el impuesto IPI de Brasil sería parte de una primera fase de la reforma que unificaría una serie de gravámenes en un solo impuesto al valor agregado. Después de aprobar una reforma de pensiones el año pasado, la administración de Bolsonaro ha estado impulsando planes para reformar el bizantino sistema tributario del país y reestructurar la carrera de los servidores públicos. Sin embargo, el gobierno está contra el tiempo, ya que las elecciones municipales programadas para octubre pronto podrían distraer a los legisladores.