La Universidad Estatal de Oneonta, al centro del estado de Nueva York, dijo el jueves que enviará a los estudiantes a sus casas debido a un aumento de las tasas de covid-19. El mismo día, la Universidad de Temple, en Filadelfia, canceló sus actividades. También lo hizo Colorado College a principios de esta semana.
En la Universidad de Alabama, 1.200 de los 38.500 estudiantes están contagiados, y la tasa de pruebas positivas de la Universidad de Carolina del Sur es superior a 27%. Incluso la Universidad de Illinois, una de las pioneras en las pruebas de saliva para los estudiantes, tuvo que rogarles que dejaran de salir de fiesta y aumentaron las patrullas después de encontrar más de 700 casos positivos desde que comenzaron las clases.
A tan solo semanas del inicio del año académico, las universidades se están viendo afectadas por focos de contagios, una crisis que es tanto médica como política. Los administradores están bajo una intensa presión por mantener las escuelas en funcionamiento, proporcionando una apariencia de normalidad educativa y atlética: el presidente, Donald Trump, ha dicho que cancelar los partidos de fútbol sería un “trágico error”. Pero los expertos dicen que los casos de virus surgirán inevitablemente y podrían amenazar a las comunidades circundantes.
“Realmente estamos viendo cómo estos miniexperimentos se comportan en todo el país”, dijo Brian Fisher, investigador del PolicyLab del Children’s Hospital of Philadelphia, que ha estado modelando la propagación del covid-19. “Queda por ver si en algunos campus van a controlar los brotes”.
Plaga de fiestas
Muchas escuelas se encuentran en medio de epicentros, especialmente en la región del medio oeste del país. La Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, que ha realizado casi 200.000 pruebas a estudiantes, profesores y personal en exámenes de detección dos veces por semana, advirtió el miércoles de un aumento preocupante en los casos de virus.
El comportamiento arriesgado de los estudiantes fue el culpable, incluidas las fiestas e ignorar las directrices de cuarentena, dijo la universidad. Está aplicando medidas disciplinarias a más de 100 estudiantes y varias organizaciones.
“Las acciones irresponsables y francamente peligrosas de un pequeño número de nuestros estudiantes han creado una posibilidad muy real de acabar con un semestre de clases presenciales”, dijo el miércoles el rector, Robert Jones.
En la Universidad Estatal de Iowa en Ames, la tasa de positividad durante la primera semana de clases, que comenzó el 17 de agosto, fue de 13,6%. En la segunda semana, se disparó a 28,8% en el campus de más de 31.000 estudiantes.
Las grandes fiestas y reuniones fueron la causa, dijo la presidenta, Wendy Wintersteen, en un comunicado. La universidad amplió las pruebas y el rastreo de contactos, y promulgó nuevos requisitos, como el uso de tapabocas. Las solicitudes de la comunidad también llevaron a Wintersteen a revertir el curso y no permitir que ningún fanático vea el partido de fútbol de apertura de la universidad, el 12 de septiembre, en el estadio. La escuela había planeado previamente permitir la asistencia a 25.000 personas, menos de la mitad de la capacidad.
En la Universidad Estatal de Ohio, la presidenta, Kristina Johnson, envió el jueves un correo electrónico a los más de 60.000 estudiantes, profesores y personal instándolos a todos a “actuar como si fueran positivos” de cara al fin de semana del Día del Trabajo.
Entre el 14 de agosto y el 1 de septiembre, aproximadamente 1,6% de la población estudiantil (1.052 estudiantes) contrajo la enfermedad. Los decanos “pueden rastrear” la propagación de una fiesta a otra, y la capacidad de la universidad para brindar educación presencial dependerá de la moderación de los estudiantes, dijo el rector, Mike DeWine, en una conferencia de prensa.
“Nadie les está diciendo a los estudiantes que hibernen durante nueve meses o todo el año”, dijo. “Miren, esta es la realidad: si los números son demasiado altos y la propagación es demasiado rápida, estas facultades no tendrán absolutamente ninguna opción de revertirlo”.
Dinero y salud
Las escuelas estatales de Nueva York están investigando la propagación del virus en varios campus, incluidos Plattsburgh, Cobleskill, Fredonia y Buffalo.
Sin embargo, cerrarlos perjudicaría los presupuestos ya limitados, dijo Fred Kowal, presidente de United University Professions, el sindicato que representa a los empleados del sistema de universidades estatales de Nueva York. El sistema, compuesto por 64 instituciones, perdió US$1.000 millones después de cerrar debido al virus durante el semestre de primavera, ya que tuvo que reembolsar los costos y tarifas de las viviendas estudiantiles, dijo Kowal.
“En este clima presupuestario, en esta economía, derramar cientos de millones de dólares, dicho de forma sutil: es insostenible”, dijo.
Como bioquímico y virólogo, el profesor asistente Ron Bishop fue “cautelosamente pesimista” acerca de las clases presenciales en SUNY Oneonta este otoño.
“Yo era una de las pocas personas aquí que realmente quería tener un componente presencial en mis cursos”, dijo Bishop. “Me encanta el laboratorio y me divierto más con los estudiantes en el laboratorio. Y entonces, realmente quería mantener eso todo el tiempo que fuera posible”.
Pero Bishop, cuya experiencia en investigación incluye trabajar para el Instituto Nacional del Cáncer, estaba listo para que las cosas empeoraran rápidamente.
Las universidades no reconocieron el riesgo inevitable que corren los estudiantes universitarios, dijo Gavin Yamey, médico y profesor de salud global y políticas públicas de la Universidad de Duke en Carolina del Norte.
“Avergonzar a los jóvenes por comportamientos riesgosos en un momento en el que sabemos que son adultos jóvenes, cuando la toma de riesgos está en su punto máximo, es una estrategia de salud pública ineficaz”, dijo Yamey, quien dirige el Centro para el Impacto de las Políticas en Salud Global de Duke.