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Eduardo Eurnekian está dispuesto a sumar el algodón a su red de empresas

El multimillonario argentino Eduardo Eurnekian está dispuesto a sumar el algodón a un imperio que abarca desde los aeropuertos hasta el petróleo. Tiene labradas 10.000 hectáreas (25.000 acres) para sembrar y una desmotadora lista para empezar a funcionar. Sólo hay un problema: no puede conseguir semillas modernas. Galería de fotos

Argentine Billionaire Eduardo Eurnekian Interview
Argentine Billionaire Eduardo Eurnekian Interview | Bloomberg

El multimillonario argentino Eduardo Eurnekian busca volver a la industria del algodón. Cuenta con 10.000 hectáreas y una desmotadora lista para empezar a funcionar. Sólo hay un problema: no puede conseguir semillas modernas.

En Argentina, las últimas semillas de algodón patentadas que se pueden conseguir tienen por lo menos una década de antigüedad. Usarlas en 2018 es “como cargarle gas natural comprimido a una Ferrari”, dijo David Hughes, asesor agrícola del holding Corporación América de Eurnekian.

El problema es que el país sudamericano -gran productor agrícola y el mayor exportador de harina de soja- no puede decidir cómo actualizar sus leyes de propiedad intelectual.

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Eso frena el progreso en varias industrias agrícolas debido a que las compañías de semillas no tienen garantizado el pago de regalías conforme a leyes que datan de 1973. En consecuencia, no traen nuevas variedades genéticamente modificadas.

Hijo de inmigrantes armenios, Eurnekian está a cargo de un imperio que incluye presencia en los sectores aeroportuario y petrolero. Paralizó sus operaciones ligadas al algodón en 2014 por la escasez de semillas modernas. El empresario de 85 años quisiera sembrar semillas como Roundup Ready Flex, desarrollada por Monsanto, lo que se traduciría en unos US$20 millones anuales en ventas a la industria textil. Los precios del algodón han subido un 11% en el último año.

Esas semillas, dijo Hughes, podrían llevar a más del doble el rendimiento de sus campos del norte, donde los agricultores cosechan sólo 510 kilogramos por hectárea. Corporación América se las está arreglando con variedades viejas para un pequeño ensayo de cultivo este año.

‘Enorme retraso’. La tecnología de semillas avanza en forma constante, en tanto los científicos modifican las estructuras genéticas para aumentar la resistencia a las enfermedades, los productos químicos que se usan para controlarlas y las condiciones meteorológicas extremas. En Australia, por ejemplo, donde muchos campos tienen irrigación y los agricultores tienen acceso a Flex, los rendimientos están cerca de 2.000 kilogramos.

“El retraso es enorme”, dijo Pablo Vaquero, presidente de Gensus SA, distribuidora argentina de semillas de algodón. “Estamos retrasados dos generaciones de tecnología respecto del resto del mundo”.

Los productores de semillas y las asociaciones agrícolas mantienen conversaciones desde hace mucho respecto de un proyecto de ley para enviar al Congreso. La disputa se centra en los pagos de regalías. En La Pampa, la fértil llanura argentina, lo habitual es que los agricultores vuelvan a usar las semillas sin pagar regalías. Muchos consideran que las cuotas anuales que se cobran en otros países constituyen un pesado costo, no una inversión en mejores rendimientos.

Borrador de proyecto de ley. En marzo, el Gobierno anunció que finalmente había negociado un acuerdo para que los agricultores pagaran. Aspiraba a promulgar una nueva ley este año, pero el borrador de un proyecto de ley todavía da vueltas por una comisión del Congreso y está lejos de haber sido debatido en alguna de las cámaras.

Esa demora ha recibido críticas e importantes instituciones como la Bolsa de Cereales de Buenos Aires se han sumado al coro. Si no se sanciona pronto una ley, Argentina podría perder su lugar en el podio de los principales países agrícolas, advirtió la bolsa.

Hubo cierto avance en 2016, cuando el Gobierno le hizo una concesión a Monsanto -luego adquirida por Bayer AG- al permitir que las bolsas fiscalizaran las cosechas de soja de los agricultores para ver si contenían la tecnología Intacta patentada por la compañía. Esta semana los controles se extendieron al algodón y el trigo.

Si bien es una nueva señal de progreso, no ha sido simple para Monsanto cobrar regalías por Intacta, y Argentina tiene mucho que hacer para atraer a las compañías de semillas, según Vaquero.

“La nueva ley tiene que resolver la cuestión de la implementación”, dijo.