Las conversaciones más recientes de Argentina con el Fondo Monetario Internacional se están iniciando con una agenda que parece modesta en comparación con las grandes ambiciones que definieron sus negociaciones previas.
Teniendo en cuenta cómo resultaron esos acuerdos, eso puede ser bueno. Han pasado solo dos años desde que el FMI rompió sus propios registros crediticios al ofrecer a Argentina US$57.000 millones. El objetivo era ayudar a un Gobierno favorable al mercado a combatir la recesión y escribir un capítulo optimista en lo que ha sido un difícil historial prestatario-prestamista. Pero casi nada salió según lo planeado.
El programa del FMI colapsó, la economía cayó hacia un agujero aún más profundo y Argentina cayó en default crediticio por novena vez. El mes pasado, los tenedores de bonos tuvieron que llegar a un acuerdo de 55 centavos de dólar.
Mientras tanto, los votantes eligieron una administración peronista que dice que no buscará dinero adicional del FMI. Si esa posición se mantiene, el 22º programa del FMI del país será esencialmente un acuerdo de refinanciamiento por los US$44.000 millones que ya debe.
Argentina todavía tendrá que asumir compromisos, como controlar su déficit fiscal primario. Pero dado que los Gobiernos de todo el mundo dependen del gasto fiscal para amortiguar el golpe de la pandemia, es probable que el FMI no presione demasiado en ese frente, según Claudio Loser, exdirector del FMI.
“El Fondo no va a decir ‘ajuste inmediatamente’, que siempre es la obsesión de Argentina”, dijo. “El Fondo ve lo que pasa en el mundo”.Argentina ha impuesto una de las cuarentenas más estrictas. Se prevé que su economía se contraerá un récord de 12% este año, y su déficit presupuestario aumentará a aproximadamente 8% del PIB.
El FMI dijo ahora que durante el gobierno de Macri "hubo un optimismo indebido",
Como no puede pedir prestado en el exterior, Argentina ha estado imprimiendo dinero para financiar el gasto de la pandemia, ayudando a mantener la inflación por encima de 40%. El Gobierno ha respondido congelando el precio de servicios como teléfonos móviles e Internet. Y propone recaudar fondos para el presupuesto con un impuesto único sobre el patrimonio para los millonarios.
Por los hechos
Esas políticas pueden convertirse en puntos conflictivos durante las negociaciones con el FMI, donde recuperar el acceso a los mercados y controlar la inflación serán temas clave. Otro será cómo levantar los controles de capital que Argentina impuso durante el año pasado para apuntalar su moneda.“No me imagino al FMI diciendo levanten los controles de capital mañana”, dijo en agosto Sergio Chodos, representante de la nación ante el FMI, en una entrevista.
“El sendero lo marcan los hechos, no un calendario”. Lo que requerirá un cronograma son los reembolsos de Argentina al FMI, que tal como están las cosas vencen en 2023. La máxima prioridad para el Gobierno del presidente, Alberto Fernández, es negociar un respiro. Pero el FMI tiene razones para querer que le devuelvan su dinero rápidamente, en medio de un aumento en las solicitudes de préstamos.
Más de 100 países han solicitado su ayuda durante la pandemia.“Ahora, las solicitudes al FMI sobrepasan su capacidad, nunca en su historia ha tenido tantos programas”, dijo Stephen Nelson, politólogo de Northwestern University. “Ese es un problema sobre cuán generoso puede ser el FMI con Argentina”.
‘¿Cómo podemos conseguir dinero?’
El telón de fondo de cualquier conversación entre Argentina y el FMI es un legado de mutua hostilidad y desconfianza que va más allá del fallido acuerdo de 2018.Casi dos décadas antes, el colapso de otro gran programa de préstamos del FMI había sumido a la economía en una profunda depresión. El Gobierno de izquierda que llegó al poder después de esa crisis pagó de una vez toda su deuda pendiente con el FMI para poder cortar los lazos, y el FMI cerró su oficina en Buenos Aires.
A lo largo de los años ha habido muchas recriminaciones, pero también introspección.
Teresa Ter-Minassian, quien fue jefa de misión del FMI en Argentina a fines de la década de 1990, dijo que los líderes del país no estaban genuinamente comprometidos con las medidas que habían prometido tomar.
“Siempre me preocupé que la clase política no fuera dueña del programa”, dijo. “Su enfoque fue, ‘¿Cómo podemos obtener dinero del FMI?’ en lugar de ‘¿Cómo podemos implementar las políticas que el país necesita para ser sostenible?’”
‘Volcker dijo que estaba bien’
En un informe interno de 2003, los funcionarios del FMI reconocieron que el programa de préstamos se había basado en expectativas demasiado optimistas, aunque los críticos dicen que eso no impidió que el FMI cometiera un error similar en 2018.
No es probable que el último acuerdo con el FMI se complete antes de principios de 2021. Las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre agregan un elemento de incertidumbre, porque un nuevo programa requeriría informalmente la aprobación de Estados Unidos, que es el mayor accionista del FMI.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que tenía una larga amistad personal con su entonces homólogo argentino Mauricio Macri, quien obtuvo el préstamo récord en 2018.
José Luis Machinea recuerda cómo el apoyo de Estados Unidos fue un factor decisivo en las conversaciones sobre un nuevo programa del FMI en 1985. Machinea, quien luego se desempeñó como ministro de Economía, era entonces un funcionario de la delegación argentina que presentó una serie de propuestas de política en una reunión de tres horas en Washington, a la que asistió el entonces presidente de la Reserva Federal Paul Volcker así como los altos mandos del FMI.
“Al staff del FMI no le gustó nuestro plan, porque incluía congelamiento de precios”, dijo. “Pero Volcker dijo que estaba de acuerdo. Definió la reunión”.