Hay muchas razones para preocuparse por las pérdidas económicas récord que sufrió Estados Unidos en el segundo trimestre de 2020. El impacto en los trabajadores y los hogares ha sido grave. Muchas partes de la economía se verán afectadas durante años.
Y a continuación otra razón: las malas noticias económicas del jueves garantizan otra ronda de buenas noticias engañosas en el otoño, lo que podría conducir a una confianza injustificada que da a formuladores de políticas una excusa para proporcionar apoyo inadecuado a una economía débil.
El producto interno bruto del segundo trimestre se contrajo a una tasa anual de 32,9%. Es la mayor caída registrada y refleja el efecto de la pandemia de coronavirus y las órdenes de cuarentena en el país que han estado en vigor durante gran parte de la primavera.
Estas pérdidas casi que aseguran incrementos de dos dígitos en el PIB del tercer trimestre de 2020. Economistas de JPMorgan Chase & Co. estiman que el PIB de junio es más de cinco puntos porcentuales mayor que el promedio de abril, mayo y junio. Entonces, incluso si la economía no crece en absoluto en julio, agosto y septiembre, el tercer trimestre ya está encaminado para superar al segundo por un amplio margen.
En un pronóstico publicado a principios de julio, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés) no partidista proyectó que el PIB del tercer trimestre crecería a una tasa anual de 17%. Este pronóstico debería revisarse a la baja dado el débil desempeño económico de julio, pero aún es probable un crecimiento del PIB de dos dígitos. La CBO también proyecta un crecimiento anualizado del cuarto trimestre de 7,9%.
Que un asombroso desempeño económico positivo se de tras asombrosas pérdidas económicas no es realmente una sorpresa. Estas estadísticas trimestrales de crecimiento son relativas. El colapso de la actividad económica en marzo y abril significa que la economía de agosto y septiembre podría verse muy bien en comparación, aunque se mantenga muy débil en el sentido más importante.
El pronóstico de la CBO refleja esto. A pesar de las significativas ganancias del segundo semestre de 2020, estima que la economía se habrá reducido en 5,9% a fines de 2020 en comparación con finales de 2019. Esto sería, y seguramente será, una reducción devastadora en la producción, los ingresos y la prosperidad.
Las cifras oficiales del Gobierno sobre el PIB del tercer trimestre serán publicadas cerca a las elecciones presidenciales de noviembre, pero habrá muchos indicadores entre ahora y entonces que reflejarán la misma dinámica engañosa: una economía muy débil que está mejorando rápidamente.
Por ejemplo, la tasa de desempleo podría caer 20% entre junio y octubre. Esto reflejaría una rápida mejora del mercado laboral. Pero una caída de 20% igual dejaría la tasa en 8,9%, un nivel desastrosamente alto.
Estas estadísticas confusas y contradictorias plantean dos peligros. Primero, el crecimiento sin precedentes del PIB y la mejora rápida de los indicadores económicos podrían llevar a muchas personas que no se ven directamente afectadas por la débil economía a pensar que la economía es sólida o incluso que está prosperando.
Esto lleva al segundo problema, que es el peligro de agotar el apoyo político para medidas de recuperación económica adicionales en el Congreso.
Probablemente estemos viendo esto hasta cierto punto en el debate de esta semana en el Capitolio sobre la próxima ronda de estímulo económico. La rápida mejora en el mercado laboral y el gasto de los consumidores en mayo y junio parecen haber contribuido a la complacencia de muchos legisladores republicanos que no parecen apreciar que, incluso en esos dos buenos meses, la economía sigue peor de lo que ha sido desde la Gran Depresión.
Después de mantenerse a flote en julio debido a un resurgimiento del virus en el sur y el oeste, el ritmo de progreso económico durante el otoño y el invierno es menos seguro. Una economía estadounidense que da tres pasos hacia adelante y uno hacia atrás podría avecinarse.
Pero es difícil imaginar que la economía al comienzo de la próxima administración presidencial no será significativamente más sólida de lo que es hoy. También es difícil imaginar que la economía en la primavera de 2021 no será muy débil, con un desempleo de niveles de recesión.
Es probable que las buenas noticias económicas alimenten una complacencia que se convertiría en una gran amenaza para la recuperación económica. Congreso, no se deje seducir por su canto de sirena.