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Post pandemia

Con las aulas cerradas se pierde a futuro

Un año sin escuela, en EE.UU, significaría para un egresado de nivel secundario, reducir 9% su salario futuro de adulto.

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Suspendidas las clases, qué pasa con las cuotas de los colegios privados. | Cedoc

Hay muchas razones convincentes para que las escuelas reabran este otoño boreal. Los niños necesitan los beneficios educativos, sociales y psicológicos que proporciona una semana escolar normal de cinco días; los padres que trabajan necesitan alivio; los maestros y el personal escolar necesitan el trabajo. Aquí hay otro: la economía global sufrirá junto con las ganancias futuras de los estudiantes de hoy si eso no ocurre.

Una estimación de consenso entre economistas es que un año adicional de escolarización aumenta los salarios en alrededor de 9%. Si la primavera pasada y este otoño en el hemisferio norte se dieran por perdidos, mantener las escuelas cerradas podría conducir a una importante reducción en los ingresos futuros para los estudiantes de hoy. Mi cálculo a grandes rasgos sugiere que representa una pérdida de más de US$30.000 por década en ingresos para un trabajador típico graduado de la escuela secundaria pero sin estudios universitarios. Cuanto más tiempo cierren las escuelas, mayor será el impacto que recibirán los futuros ingresos.

Por supuesto, esto es una simplificación. El aprendizaje virtual no es lo mismo que la falta de aprendizaje, y la tasa de rendimiento de un año adicional de escolaridad variará mucho de un estudiante a otro. Pero el punto básico se mantiene: es probable que mantener a los niños fuera de la escuela se traduzca en una importante suma de dinero no percibido cuando crezcan y vayan a trabajar.

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Y debido a que el aprendizaje virtual está más cerca de la falta de aprendizaje para muchos hogares de bajos ingresos —debido, por ejemplo, a un acceso a internet menos confiable, entornos menos propicios para estudiar en sus hogares y padres cuyos trabajos les dificultan quedarse en casa y monitorear la educación durante todo el día—, mantener las escuelas cerradas este otoño probablemente perjudicaría las ganancias futuras principalmente de los niños más pobres de hoy.

Según el Banco Mundial, en abril 192 países habían cerrado todas las escuelas y universidades, afectando a 1.500 millones de jóvenes, o 90% de los estudiantes del mundo.

Para estimar los efectos económicos globales del cierre, los autores supusieron un cierre de cuatro meses y, conservadoramente, que solo 10% de los estudiantes se vería afectado por una pérdida de aprendizaje vinculada al aprendizaje virtual. Concluyeron que la producción e ingresos mundiales futuros serán billones de dólares más bajos debido al cierre, con una pérdida equivalente a 15% de PIB futuro. Si las escuelas cierran durante otros cuatro meses este otoño, las pérdidas crecerán mucho más.

La situación económica de los padres también se verá afectada si las escuelas se mantienen cerradas en otoño. Si las escuelas no vuelven a abrir, algunos padres, incluidos muchos padres de bajos ingresos, tendrán que decidir entre ayudar al aprendizaje de sus hijos en el hogar e ir a trabajar. Los padres que pueden seguir trabajando de manera remota tendrán un horario de medio tiempo. Muchos empleadores perdonarán cada vez menos la necesidad de hacer malabarismos con la paternidad y el trabajo.

Hasta cierto punto, los efectos negativos de trabajar desde casa mientras se cuida a los niños son acumulativos. Esta primavera en el hemisferio norte, muchos padres estuvieron en modo de supervivencia, haciendo lo que debía hacerse —y solo eso— todos los días. Pero si cuatro meses de trabajo virtual y aprendizaje virtual bajo el mismo techo se convierten en 10, una cohorte de padres de pequeños niños en sus primeros años de trabajo se perderá la oportunidad de hacer un trabajo creativo a más largo plazo y más profundo. Eso perjudicará sus carreras. También perjudicará a la economía en general, ya que alrededor de una cuarta parte de los trabajadores tiene un hijo menor de 13 años.

Estados Unidos está atravesando la pandemia con dificultad. A la hora de reabrir escuelas, la ausencia de pensamiento estratégico a escala nacional queda completamente al descubierto.

¿El plan es tener una economía abierta pero volver al aprendizaje virtual? No es posible tener lo primero si existe lo segundo. 

EE.UU. debería priorizar lo que es más importante para la sociedad. En la parte superior de la lista debería estar el futuro de los niños y los actuales medios de vida. Socializar en bares debería estar al final de la lista. Y, sin embargo, las decisiones de los alcaldes y los gobernadores de permitir frivolidades significan que EE.UU. tendrá que recortar donde más le duele, no donde le duele menos.

Se deben tomar medidas para proteger a los maestros y estudiantes cuando se vuelvan a abrir las escuelas. Pero incluso con esas medidas, la apertura de las escuelas probablemente aumentará la tasa de transmisión del virus, por lo que se deberán tomar otras medidas para frenar la propagación. Washington debería ofrecer liderazgo y orientación a los distritos escolares locales sobre cómo reabrir, junto con fondos que les ayuden a hacerlo de manera segura.

La reapertura o no reapertura de las escuelas este otoño es una prueba de la seriedad de EE.UU. como nación. Esta es una prueba que los niños esperan que los adultos aprueben.