El vínculo entre Elon Musk y Donald Trump atraviesa su momento más tenso. Luego de un breve intento de reconciliación, el presidente volvió a lanzar duras críticas contra el CEO de Tesla y SpaceX, advirtiendo que podría cortar todos los contratos gubernamentales con sus empresas.
Como respuesta inmediata, las acciones de Tesla se desplomaron un 7% en Wall Street, una caída que refleja no solo la sensibilidad del mercado ante este enfrentamiento, sino también el peso institucional que Trump tiene.
Steve Bannon revive la idea de deportar a Elon Musk
A las tensiones se sumó Steve Bannon, exasesor de Trump, quien reflotó la posibilidad de deportar a Musk por presuntas irregularidades migratorias. Aunque legalmente Musk cuenta con una visa de inversión y ha realizado aportes multimillonarios en EE.UU., el equipo de Trump dejó entrever que podrían revisar su estatus migratorio y condicionar su renovación.
Fernanda Cornejo, analista internacional, advirtió en Canal E que “una decisión política puede condicionar el estatus migratorio” del magnate. Según Cornejo, “Trump nunca fue un defensor de los vehículos eléctricos”, por lo que el financiamiento público a Tesla y SpaceX podría estar en riesgo.
¿Quién pierde más en esta guerra fría tecnológica?
La gran pregunta es si Estados Unidos puede prescindir de Elon Musk. Sus compañías —Tesla, SpaceX, Neuralink, Starlink y X (ex Twitter)— están entre las más influyentes del planeta. “Un Elon Musk suelto, sin vínculo con Washington, puede ser mucho más peligroso”, analizó Cornejo.
El potencial del empresario sudafricano va más allá de los negocios. Musk acumula más seguidores en redes sociales que cuatro veces la población argentina y es considerado el magnate más poderoso de la era moderna. “Tiene capital político, económico y tecnológico para desafiar al sistema estadounidense”, agregó la analista.
Musk evalúa crear su propio partido político
Aunque no puede ser presidente por no ser ciudadano estadounidense de nacimiento, Musk evalúa crear un partido de centro, capaz de disputar votos tanto a demócratas como a republicanos. De consolidarse, esta nueva fuerza política rompería con el histórico bipartidismo norteamericano.
Según Cornejo, “el sudafricano representa una amenaza al status quo del sistema de partidos”. Ya se mueve con fuerza desde su plataforma X, impulsando una agenda tecnocrática con base libertaria, alejada de los extremos partidarios tradicionales.