El conflicto entre Estados Unidos y Venezuela volvió al centro de la agenda internacional luego del despliegue de buques estadounidenses en el mar Caribe. La presencia de más de 15.000 efectivos, incluidos 4.000 marines, reactivó los temores de una posible operación militar.
En diálogo con Canal E, la analista internacional Fernanda Cornejo explicó que el trasfondo de esta situación se da en medio de una campaña antimigrante de Donald Trump, quien asocia a los migrantes con delitos y narcotráfico. En ese marco, el presidente norteamericano vinculó a Nicolás Maduro con el Cártel de los Soles y el Tren de Aragua, organizaciones delictivas consideradas de alta peligrosidad a nivel mundial.
Contradicciones en la relación bilateral
Cornejo recordó que hasta hace poco la relación bilateral mostraba signos de acercamiento: “Habían liberado prisioneros, se reactivó el trabajo de Chevron en Venezuela, había gestos de cooperación”. Sin embargo, la presencia militar estadounidense y el aumento de la recompensa por información sobre Maduro —que pasó de 25 a 50 millones de dólares— marcan un cambio abrupto en la estrategia.
Del lado venezolano, el gobierno convocó a milicianos para registrarse y estar preparados ante cualquier operación extranjera. Para la analista, estas acciones se inscriben en una lógica de tensión política más que en una inminente confrontación armada.
Amenaza simbólica antes que real
Consultada sobre la posibilidad de un ataque militar directo, Cornejo sostuvo que la amenaza es más retórica que efectiva. “Me cuesta creer que realmente hagan una arremetida desde el mar hacia tierra firme. Esto funciona más como una táctica de enemigo externo que como una guerra en ciernes”, explicó.
La experta comparó la estrategia con otros líderes como Vladimir Putin, quienes utilizan la figura del adversario internacional para consolidar apoyo interno. En este sentido, consideró que tanto Trump como Maduro obtienen beneficios políticos al sostener esta narrativa.
Reacciones internacionales
El despliegue estadounidense generó reacciones en la región. Gobiernos como los de México, Colombia y Brasil expresaron preocupación, mientras que Paraguay declaró a Maduro y a las organizaciones vinculadas como enemigos. Para Cornejo, esta polarización demuestra que el caso venezolano sigue siendo un factor de división global.
Finalmente, advirtió que un eventual ataque a Venezuela tendría un fuerte costo político para Trump, quien busca posicionarse como un “agente de paz” en conflictos como Ucrania y Medio Oriente.