En diálogo con Canal E, el especialista en consumo y medios de pago, Guillermo Barbero, analizó el comportamiento reciente de las tarjetas de crédito en Argentina y alertó sobre cambios estructurales en el financiamiento familiar.
Barbero explicó que el crecimiento del uso de tarjetas de crédito responde a una combinación de mayor acceso tecnológico y necesidades financieras. Según destacó, la masificación de las billeteras digitales redujo una de las barreras históricas del sector: la falta de portabilidad del plástico. “Ahora podemos llevar nuestras tarjetas en el teléfono y ni siquiera es necesario portar el plástico”, afirmó. Para Barbero, este cambio tecnológico “ha sido un gran incentivo para el uso de tarjetas que antes quedaban en el olvido”.
La portabilidad digital y el salto en el financiamiento
El entrevistado explicó que, a partir de 2024, el crédito comenzó a expandirse con fuerza debido a que la desaceleración inflacionaria liberó límites disponibles: “El primer recurso financiero al que la gente apela es la tarjeta de crédito”, señaló. Al analizar conjuntamente tarjetas y préstamos personales, observó que el financiamiento de las familias creció alrededor de un 130% real en el último año y medio.
Sin embargo, Barbero marcó un punto de inflexión reciente: “El modelo está llegando a un límite y ese crecimiento se está agotando”. La causa principal, sostuvo, es la reducción drástica de los plazos de devolución desde julio de 2024. “La oferta crediticia bajó en meses y eso comprime el monto que se puede prestar”, indicó. Con cuotas más cortas, el impacto sobre el ingreso disponible es mayor y limita nuevas financiaciones.
Endeudamiento, promociones y la “rueda de auxilio” del hogar
Consultado sobre si el aumento del endeudamiento responde a la necesidad de llegar a fin de mes o a los incentivos bancarios, Barbero afirmó que coexisten ambos factores. “Balancear un presupuesto familiar se está haciendo difícil”, explicó, debido al incremento en tarifas, combustibles y servicios públicos. Los salarios, añadió, no acompañaron esas subas.
El especialista sostuvo que la tarjeta funciona como un mecanismo flexible para ordenar gastos del hogar. Describió un caso habitual: un arreglo del hogar que exige pago en efectivo obliga a compensar pagando alimentos en cuotas. “La tarjeta es una rueda de auxilio siempre pronta”, dijo. Esto, remarcó, no implica necesariamente que los alimentos se compren en cuotas por falta de dinero, sino porque otros gastos impostergables no permiten pagarlos en diferido.
El uso extendido de promociones y descuentos bancarios también aumenta el atractivo del financiamiento. Frente a estas alternativas, Barbero concluyó que la tarjeta seguirá siendo central para los hogares, aunque su crecimiento dependerá de que se vuelvan a extender los plazos de crédito.