El proyecto de soterramiento del Ferrocarril Sarmiento fue oficialmente cancelado después de casi dos décadas de idas y vueltas. La iniciativa, que buscaba enterrar el tramo que conecta Once con el oeste del Área Metropolitana, representó una inversión superior a los 420 millones de dólares, pero nunca llegó a concretarse.
En diálogo con Canal E, el arquitecto Andrés Borthagaray explicó que el caso es un ejemplo de cómo una mala elección de proyectos puede implicar pérdida de tiempo, dinero y soluciones postergadas. “Hemos perdido mucho tiempo, hemos perdido dinero y hemos postergado soluciones que podríamos haber tomado si hubiéramos elegido mejor desde el principio”, señaló.
Un proyecto con múltiples obstáculos
El soterramiento del Sarmiento había sido planteado a principios de los 2000. Inicialmente iba a contar con financiamiento del BNDES de Brasil, pero el apoyo nunca se consolidó. Durante el gobierno de Cambiemos, se firmó un decreto de necesidad y urgencia y se contrató a una tuneladora para avanzar con los trabajos. Sin embargo, los problemas técnicos y financieros hicieron inviable la continuidad de la obra.
Incluso la Auditoría General de la Nación había emitido informes críticos, advirtiendo que el proyecto podía reducir la capacidad ferroviaria en lugar de mejorarla.
Alternativas más viables
Para Borthagaray, el caso deja una enseñanza clara: la necesidad de contar con un banco de proyectos bien evaluados antes de avanzar con obras de gran magnitud. “Hay que analizar alternativas, incluso la de no hacer nada, que a veces es mejor que encarar proyectos inviables”, subrayó.
El especialista sostuvo que, en lugar de soterrar todo el tramo, se podrían aplicar soluciones “más quirúrgicas”, como pasos bajo nivel o puentes en intersecciones críticas. Además, recordó que los vecinos de Caballito y Flores esperaban obtener nuevos espacios verdes sobre el tren soterrado, algo que ahora debería resolverse de otra manera.
¿Qué hacer con lo ya construido?
Respecto a lo realizado hasta ahora, Borthagaray explicó que lo más probable es que los túneles sean sellados. La tuneladora, según trascendió, es prácticamente antieconómico recuperarla. “Se podrá aprovechar algún desvío puntual, pero en líneas generales se trata de controlar lo perdido y evitar que vuelva a pasar”, concluyó.
La importancia de planificar a largo plazo
El arquitecto insistió en que las grandes obras deben formar parte de un plan integral de transporte y no depender de coyunturas políticas. Solo así es posible garantizar que una vez decididas puedan sostenerse en el tiempo y evitar marchas atrás costosas.