El escritor Martín Kohan participó de una conferencia de prensa online organizada por estudiantes del Posgrado en Periodismo de Investigación que organiza el Grupo Perfil y la Universidad del Salvador (USAL, donde se refirió a la situación judicial que atraviesa Cristina Fernández de Kirchner y analizó las reacciones de distintos dirigentes políticos. "Hay cierto tipo de consternación frente a la corrupción proveniente de sectores que no se mosquean en absoluto en hechos de corrupción de otras zonas de la dirigencia política, entonces creo que corresponde mostrarse escéptico", sostuvo.
El doctor en Letras y columnista de PERFIL también se refirió al nombramiento de Sergio Massa al frente del Ministerio de Economía. “El lugar de Massa lo veo como una especie de sincerar una posición, lo cual es mejor, porque es bueno que se haga la gestión que realmente están en condiciones de hacer”, agregó Kohan en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación.
—¿Cuál es su análisis sobre la situación judicial de Cristina Fernández de Kirchner en la Causa de Vialidad?
—Yo pienso que cuando te consterna la corrupción, te consternan todas las formas de corrupción. A mí, la corrupción me indigna, no tengo una posición elástica, ni vacilante al respecto. Para mí, no hay peros: “Roban pero..” o “Hay corrupción pero..”. Sin embargo, hay cierto tipo de consternación frente a la corrupción, proveniente de sectores que no se mosquean en absoluto en hechos de corrupción de otras zonas de la dirigencia política, entonces creo que corresponde mostrarse escéptico. Yo pretendería que alguien que está realmente consternado, no apoye una propuesta política en la que también hay corrupción. No lo estoy pensando en términos de relativizar la gravedad de los hechos, ni desde la famosa grieta, lo que digo es que no creo que estén realmente consternados, porque sino se indignarían y rechazarían todas las formas de corrupción. Así que, soy escéptico en estos casos.
—¿Qué piensa del accionar de la Justicia en la Argentina?
—Me parece que está casi al borde de la intuición o de la presunción. Si usted me pregunta si yo creo que la adjudicación de obras públicas ha sido transparente, mi presunción es que no, y con respecto al proceder de la Justicia, responderé lo mismo. Aparte, hay que colocarse completamente de un lado y completamente en contra del otro. Eso no supone necesariamente adherir a un lineamiento político que también me ofrece dudas. La idea de que cuando hay dos lados, hay que optar por uno, y si uno no opta, entonces está en el medio, me parece una formulación esquemática muy reductiva, simplificadora y, en este caso, me permito no confiar en ninguna de las partes involucradas. Es como si dijéramos que hay que elegir entre lawfare o maniobras turbias con la adjudicación de la obra pública, ¿Y si hubo corrupción en la adjudicación de obra pública y también hubo lawfare?
—¿Coincide con los que sostienen que hay similitud entre los casos de Lula da Silva y Cristina Fernández, en relación a los procesos judiciales y la posibilidad de ser nuevamente candidatos?
—Por lo que entiendo, en el caso de Brasil, ya está razonablemente probado que hubo irregularidades en el sistema judicial para perjudicar y excluir a Dilma y a Lula. Las acusaciones no se sostenían, el modo en el que operó la justicia fue de absoluta irregularidad. En el caso argentino, no tengo claro, aunque no me sorprendería que haya animadversión e irregularidad. Aún habiendo irregularidades en la adjudicación de las obras de vialidad, por ejemplo. Ninguna de las cosas me sorprendería. Por eso, me parece que estaríamos razonando mal, si decimos que fue limpia la gestión de obras públicas en Santa Cruz o hay lawfare. ¿Por qué no las dos? En el sentido de que la adjudicación no fue limpia y hay lawfare. Porque hay muchas otras adjudicaciones, no menos sospechosas, de las que no se habla y sobre la que la justicia no actúa. Entonces me parece que estamos ante una presunción. En tanto que, en el caso de Brasil hay evidencia de que la justicia procedió de manera irregular.
—En cuanto a las acusaciones de corrupción en la obra pública, ¿Usted cree que deberían ser juzgadas por jurados populares?
—No estoy muy convencido, tampoco soy competente en términos jurídicos. Me parece que es preciso un grado muy alto de competencia en cuanto a poder discernir dónde puede estar amañada una cosa o la otra, quién y cómo o de qué manera, se puede estar amañando una adjudicación, y de qué manera se puede estar amañando una acusación. El hecho de que las adjudicaciones hayan pasado por el Congreso Nacional me parece un argumento significativo. Ahora, eso llevaría a pensar la inocencia, o que cierto tipo de preferencias en la adjudicación de obras, es algo más normalizado, estabilizado y naturalizado en la dinámica de política en el Congreso para que efectivamente votará así. A eso me refería antes con a mí me consterna efectivamente la corrupción, no creo en la consternación selectiva.
—¿Cómo evalúa la asunción de Sergio Massa en el Ministerio de Economía?
—Falta una cierta distancia para hacer el recorrido integral de esta gestión del Gobierno. Hay que tomar en cuenta la pandemia y las políticas con respecto a la pandemia. Quizás un punto de quiebre fue el conflicto con Vicentín, un momento en que Alberto Fernández creyó que las medidas que adoptaba, y de las que después se echó atrás, iban a caer bien en la población. No estoy dando mi opinión sobre las medidas en sí, sino sobre ese momento de desencuentro de expectativas entre lo que un gobierno supone que va a pasar en la sociedad y también con sus votantes, esto tiene que ver con el reacomodamiento y el lugar de Massa. Esta es una gestión de gobierno que se pensó a sí misma más a la izquierda de lo que realmente estaba, pero no es de izquierda, y no tiene por qué serlo. Otro punto crítico es el arreglo con el Fondo Monetario, donde desde la propia fuerza del Frente para Todos, surgieron reacciones de consternación y de rechazo. Si tenían esa tesitura respecto de un arreglo con el Fondo Monetario Internacional, deberían haber votado al Frente de Izquierda y los trabajadores, como voté yo, no al Frente de Todos. Por lo tanto, el lugar de Massa yo lo veo como una especie de sincerar una posición, lo cual es mejor, porque es bueno que se haga la gestión que realmente están en condiciones de hacer. ¿Por qué forzar un izquierdismo que en realidad no tienen, y para el cual no fueron votados?
—¿Cuál es su opinión en cuanto a los recortes en Educación que se llevarán a cabo en esta gestión?
—La educación tiene una larga historia, siempre triste y mortificante. Durante dos años escuchamos los viejos sermones sobre la importancia de la educación, cosa con la que suscribo, pero esos sermones están envueltos en sospechas, en la medida en que no tienen correlato con una verdadera preocupación respecto a lo que se invierte en la educación. Me encuentro una vez más con esa misma contradicción, que en realidad, no es ni siquiera una contradicción, es pura hipocresía, porque se reclama por la educación y, a la hora de sostener efectivamente políticas y mejorar las condiciones del trabajo en los ámbitos de la enseñanza, la mayor parte de esas palabras quedan en nada.
—¿Qué opina respecto del salario básico universal?
—Sin ser un entendido de la materia, lo que puedo expresar es mi adhesión ideológica, y me parece que efectivamente contrarresta un imaginario que se instaló fuertemente. El imaginario es que es muy importante que le vaya muy bien a los económicamente poderosos porque de su prosperidad, se va a derivar la prosperidad de los demás. Un cierto imaginario en la ciudadanía, que es posicionarse en el lugar del empresario y preocuparse por sus cuentas. A veces pasa en la literatura también: “¿Y en las editoriales cómo hacen?”. Tranquilo, que a las editoriales les está yendo bastante bien. ¿Por qué tanta preocupación por la patronal? Lo que percibo hoy es un quiebre en cuanto a la perspectiva que se toma frente al momento que sea: Todos somos Vicentin. Yo no recibí préstamos turbios de parte del gobierno nacional. No veo por qué, yo sería Vicentin. A mí, no me dieron plata de una manera sospechosa y después nadie me controló. ¿Por qué yo sería Vicentin? Esta disposición a pensarse, como si uno mismo fuera empresario. Me parece que con el debate sobre el salario básico universal hay una dislocación y que, posicionarse desde la perspectiva de los asalariados, marca un punto de ruptura.
—¿Por qué cree que hay sectores del kirchnerismo que se referencian con la izquierda?
—Los ciclos de las distintas gestiones de gobierno tienen tramos de recrudecimiento en la crueldad y de la explotación. En la insensibilidad de la explotación y ciclos de reparación de daños, podríamos decir gestiones más proclives, orientadas a contener, contemplar y a reparar daños. Otro tipo de sensibilidad social que en última instancia no deja de formar parte del mismo mecanismo en la medida que no haya una ruptura radical del sistema de dominación. Entonces digo que no son lo mismo, no funcionan igual y se puede estar en desacuerdo con una y varias versiones, oponerse con eficacia y advirtiendo su diferencia. Como vivimos en una época en la que las formulaciones que no sean blanco negro no circulan fácilmente, hay una señal elocuente al respecto a que la expresión es más compleja. Se utiliza casi exclusivamente de manera irónica. Entonces en el nombre de las simplificaciones queda la izquierda homologada al kirchnerismo. Muchas veces hay quienes no logran distinguir la posiciones del Frente de Izquierda de las posiciones del kirchnerismo, ni las del oficialismo respecto de otras posiciones al interior del peronismo.
—¿Cuáles son las diferencias entre el kirchnerismo y la izquierda?
—¡Muchas! La que probablemente sea la más determinante para mí, es una diferencia de grado, entre intensidades de transformación en los proyectos. Si uno quiere ir a referencias clásicas, las discusión de hace un siglo, de Rosa Luxemburgo en términos de reforma o revolución, define el encuadre teórico clásico con respecto a estas cuestiones. En un punto más cercano, o poniendo lo mismo en otros términos, las diferencias entre expresiones más radicalizadas de la izquierda, y expresiones de una socialdemocracia de centro izquierda que, a la vez, siendo diferencias de grado, se vuelven diferencias de fondo. Hay ciertas instancias de posicionamiento frente a ciertos grupos de poder y, concretamente, en este caso de poder económico, que hacer un desafío a media tinta es no solamente insuficiente, sino que termina siendo contraproducente. Algunas veces pasa que si no evitas el conflicto, ni das la lucha, quedas en una especie de camino intermedio, entre un "te peleo pero no a fondo", "te desafío pero no te cuestiono del todo", que ni evita el conflicto ni lo afronta de manera radical. Es algo parecido a lo que pasó con el Titanic, que le pegó al iceberg pero de costado, y ahí se rompió y se hundió. En distintas situaciones de conflicto, frente a los grandes grupos de poder económico, por ejemplo, que no hacen más que acrecentar una y otra vez ganancias descomunales, las posibilidades son romper con ese poder económico, o pegarle de costado y, si le pegas de costado y no lo equivás del todo, pero tampoco confrontas del todo, al final te terminas hundiendo.
—Dejando de lado la coyuntura política y entrando en la literatura, ¿cuáles son los últimos autores que ha leído y que lo han sorprendido gratamente?
—Felizmente se está publicando mucho todo el fenómeno de nuevas editoriales. Que se expresa cada año, alrededor de la feria de los pequeños y medianos editores que se está produciendo, y que convoca cada vez más gente y se hace cada año en un lugar más grande. Esto supone una riqueza de expresión literaria muy grande, y es fascinante. Por lo cual, voy a mencionar autores más jóvenes que yo, y quisiera enfatizar de entre muchísimos posibles a Pablo Katchadjian, me parece una literatura absolutamente original disruptiva atípica e inspiradísima. Todos sus libros los he leído, el que se llama “Qué hacer”, además remite a Lenin, pero más allá de eso es el que más me gusta. Leonardo Sabbatella, tiene publicadas tres novelas en Editorial Mardulce: “El Modelo Aéreo”, ”Tipos Móviles” y “El Pez Rojo”, las tres son buenísimas. Agregaría las novelas de Ana Ojeda, que acaba de publicar “Furor Fulgor”, pero tiene varias como “Vikinga Bonsai” y “Seda Metamorfa”. En los títulos hace unos movimientos extrañísimos con el lenguaje, con la sintaxis y con las palabras. De manera que cuando uno lee las novelas de Ana Ojeda se fascina, con lo que le está pasando con las palabras y eso no suele pasar con muchas novelas. A veces, cuando hacemos hincapié en las tramas o en la peripecia, las historias que se cuentan, lo que pasa está pasando en la trama, y las palabras lo que hacen es decir lo que pasa. Pero a veces, y es la literatura que más me entusiasma, hay algo que pasa también con las palabras y en las palabras mismas. Las novelas de Ana Ojeda responden a este criterio.
—Le agradecemos su participación en el Ciclo de Entrevista de Perfil Educación y le damos la posibilidad de cerrar el reportaje con un comentario final.
—Agradecerle mucho a todos, disfruto mucho de hablar e intercambiar en estos encuentros. Ya que usaste la palabra comentario, me parece muy bien que estén abiertos a los comentarios. Además invito a los que quieran comentar, cada uno comenta como quiere. Pero si abrimos discusión en vez de insultar, me va a generar muchísimo entusiasmo entrar a los comentarios y hablar con los lectores. Para insultar ya me remito a las barras bravas, que lo hacen más y mejor. Así que invitó a los lectores a comentar, me encantaría intercambiar con ellos.
Sofía Eggers, Ayelén Lázzaro y Paola Ramirez Ledesma
Estudiantes de Periodismo de Perfil Educación
Posgrado en Periodismo de Investigación Perfil-USAL