CIENCIA
salud visual

Advierten sobre los riesgos de comprar anteojos ‘truchos’

Médicos aseguran que pueden dañar seriamente la vista. Esta semana, Macri vetó una ley que prohibía la venta callejera.

Sin control. En kioscos porteños se venden gafas de sol de mala calidad y sin una inspección sanitaria adecuada.
| Scotellaro

En kioscos, en farmacias y en la vía pública, crece la venta de lentes de sol, así como también de anteojos pregraduados, “truchos”. Se trata de un problema comercial, pero principalmente de salud pública. Es que según los expertos consultados por PERFIL, los cristales de mala calidad o hechos de materiales como el plástico pueden dañar seriamente la visión.

La comercialización de anteojos sin receta ni controles prolifera por la falta de legislación adecuada para regular la actividad. De hecho, esta semana Mauricio Macri vetó la Ley 4.884, sancionada por unanimidad el 5 de diciembre de 2013 en la Legislatura porteña, que prohibía la venta callejera de lentes de sol. La norma, que contaba con el apoyo de los oftalmólogos y el beneplácito de los ópticos, había sido impulsada por el legislador del PRO Jorge Garayalde para “defender el derecho a la salud visual de los porteños”. Sin embargo, el Poder Ejecutivo la vetó por “su imprecisión”; algo que según los impulsores de la ley se podría haber corregido con la reglamentación.

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En otros casos, existe legislación, pero la norma no se cumple, como en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Chaco y Santa Fe, donde manteros venden anteojos a entre $ 30 y $ 50, cuando los originales en ópticas arrancan en los $ 1.000.

Problemas. “Usar anteojos de corrección o de filtrado no debidamente recetados ni fabricados a medida puede causar varios tipos de daños que, además, son acumulativos. Entre ellos, afecciones y deterioros que pueden registrarse en todas las capas del ojo, incluyendo la córnea, la conjuntiva, el cristalino y hasta la retina”, le explicó a PERFIL Ernesto Ferrer, vicepresidente del Consejo Argentino de Oftalmología.

Para Mario Soltak, presidente de la Cámara Argentina de Opticas, “el principal problema para la salud visual se genera cuando se usan lentes pregraduados. Ocurre que para no causar daños, un anteojo debe ser tallado y adaptado para corregir el problema de la vista de cada persona”. Según este experto, para obtener lentes de aumento correctos es necesario medir previamente –con equipos especiales– parámetros tales como la distancia interpupilar, la altura del centro óptico y también determinar la curvatura frontal que deberá tener el armazón. “Esas medidas son diferentes para cada persona, y si no se respetan al tallar los cristales, en poco tiempo pueden aparecer molestias y problemas que van desde simples lagrimeos y dolores de cabeza, mareos y somnolencia hasta –en el largo plazo– un posible estrabismo”.

También los anteojos oscuros no recetados y fabricados con cristales que no tienen el adecuado tratamiento oftalmológico traen consecuencias para la salud visual: “Predisponen a complicaciones si no cuentan con el filtro adecuado capaz de detener la radiación ultravioleta, sea del Sol o de los monitores de computadoras”. Y también causan aberraciones, desfiguraciones de la visión ocasionadas por el uso de cristales sin tratamiento oftalmológico, lo que provoca distorsiones en lo que se mira.

¿Cómo diferenciar los lentes de sol “truchos” de aquellos que cumplen con las normas de calidad? Los especialistas consultados por PERFIL aconsejan prestarle atención al material: en general, los anteojos que se venden en ópticas son de cristal mineral, orgánico y policarbonato y los de calle, de plástico. Además, recomiendan realizar controles periódicos de la vista, cada dos o tres años. Para David Pelayes, director del Centro de Oftalmología de la Universidad Maimónides, “cuando una persona precisa anteojos y va al oftalmólogo a buscar una receta, es una oportunidad única para que se haga controles preventivos”.

Contra los rayos UV

La finalidad de los anteojos oscuros es filtrar la radiación dañina –desde los rayos UV hasta los infrarrojos– para que no llegue al ojo. Según Ernesto Ferrer, ex presidente del Consejo Argentino de Oftalmología, “si los anteojos oscuros no cuentan con filtros adecuados para detener la radiación ultravioleta, pueden generarse lesiones en los tejidos conjuntivos. Además, por ser oscuros, provocan una mayor dilatación de la pupila, que no está protegida (por la falta de filtros). Así, el anteojo termina potenciando el riesgo de que la córnea, el cristalino y la retina sufran daños”. Esto puede ser la base de patologías como queratitis, blefaritis o cataratas por irritación. Para Ferrer, mucha gente compra estos lentes en kioscos o en la calle, “simplemente porque salen más baratos. Sin embargo, luego se encuentran con un problema de salud que termina siendo mucho más caro”.