CIENCIA
Impulso verde

Biocombustibles, entre la ilusión energética y la falta de alimentos

Son la esperanza para suplir la escasez de petróleo y, a la vez, evitar el daño para el medio ambiente. El bioetanol y el biodiésel serán obligatorios en el país en menos de tres años, pero aunque podrían generar rentabilidad, también se teme que disparen el precio de los alimentos básicos. Por qué Bush visitará Brasil para pedirle consejos a Lula.

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Brasil es el lder muncial en produccin de biocombustibles. | Cedoc

El doctor Emmet Brown, aquel de los pelos al aire en Volver al futuro , alimentaba su auto fantástico con cáscaras de bananas. En los ‘80, la imagen parecía disparatada, pero hoy se la puede ver como algo de avanzada (y eso a pesar de que su máquina era un pequeño reactor atómico y no un auto “ecológico”). Es que ante la crisis ambiental y la inminente escasez de petróleo, el mundo apuesta cada vez más a los combustibles derivados de productos orgánicos.

Los biocombustibles, que se obtienen de cualquier tipo de vegetal imaginable (sobre todo de soja y maíz), tienen la capacidad de causar un daño menor a la delicada atmósfera terrestre. Aunque de momento sólo suplirán un porcentaje bajo de los tanques de reserva de los automóviles (no superará el 10%), se supone que una vez que el mecanismo de producción y consumo comience a funcionar, los porcentajes deberían aumentar. De hecho, ya sucede en el Brasil, que comenzó con este tipo de producción alternativa hace casi 30 años y por eso hoy es líder mundial.

100% útil. El biodiésel se obtiene básicamente del aceite de soja, y sirve para complementar al diésel tradicional; y el etanol, proveniente sobre todo del maíz, para los tanques de nafta. Pero a pequeña escala, las fuentes de energía vegetal pueden venir de lugares inimaginables. En la India, planean usar una plaga. Y sin ir tan lejos, acá ya hay fábricas de maderas que ante la crisis energética utilizan aserrín como materia prima para la generación eléctrica.

Otro de los beneficios que señalan sus promotores, es que estos procesos industriales prácticamente no tienen desperdicio. Del mecanismo que convierte a la soja en biodiésel queda un sobrante de glicerina que no se tira pues puede transformarse en jabón. Y la sobra de la producción de etanol se utiliza para alimento balanceado.

En ese contexto, la recientemente reglamentada ley argentina “de regulación y promoción” de biocombustibles parece caer en el momento apropiado. Según la norma, a partir del primer día de 2010, el 5% del combustible de los automóviles nacionales deberá contener biodiésel o etanol.

Vamos a necesitar 630.000 toneladas de biodiésel y 160.000 de etanol, pero eso no significa que debamos sembrar más soja, algo que a todos les pone los pelos de punta, sino tan sólo exportar un poco menos”, indicó Juan Carlos Torchella, especialista del INTA en el tema.

La Argentina va a ser una potencia mundial en biocombustibles”, se ilusiona por su parte Héctor Huergo, presidente de la Asociación Argentina de Biocombustibles. Y aunque la ley beneficia a las PyMES y cooperativas, ya hay importantes inversiones que buscan cubrir ese mercado en ciernes.

El panorama mundial parece corroborarlo. Europa y los Estados Unidos, con leyes muy similares, no pueden explotar sus campos –ya al límite de sus posibilidades– y buscan que países en desarrollo los abastezcan.

Pero no todo el panorama es optimista en relación a los biocombustibles. Hay quienes temen su potencial “competencia” con los alimentos. Es que si los granos se destinan a la obtención de energía verde, ¿con qué materia prima se producirían harinas o aceites para consumo humano?

Efectos. De hecho, ya se empiezan a ver las consecuencias del boom bio. El creciente uso de granos para fines energéticos hizo subir los precios internacionales y es cada vez más caro alimentar a pollos, cerdos y vacas. “ En los últimos meses los biocombustibles hicieron que el precio de la carne suba un 30% a nivel mundial”, dijo Huergo.

La discusión recién comienza. Con suerte, la Argentina dejará de ser el “granero del mundo” para convertirse en una de las fuentes de energía limpia más importante del mundo. Detrás de Brasil, claro.