Cada año la Tierra brilla más. Literalmente. Y no lo hace en un sentido positivo, ni es algo que intrigue y moleste exclusivamente a los astrónomos, sino que se está incrementando lenta pero sostenidamente la polución lumínica nocturna. Y esto afecta a la flora, la fauna y también a la salud de las personas, ya que las luces nocturnas interrumpen el reloj biológico y hacen más difícil conciliar el sueño cada noche.
Según un estudio publicado en la revista Science Advances, sobre la base del análisis de una completa serie de imágenes satelitales, las regiones iluminadas con luz artificial durante la noche, en todo el planeta, fueron creciendo –entre 2012 y 2016– al 2,2% cada año. Y no solo hay más calles y rutas visibles por el alumbrado público o la creciente cartelería publicitaria, sino que el brillo total de la noche terrestre está creciendo al 1,8% anual.
Para el autor principal del trabajo, el físico Christopher Kyba, del Centro Alemán de Investigación para Geociencias, este crecimiento se debe a la eficiencia de las luces LED que favorece a que se instalen más y más luminarias. Ya lo explicó en el siglo XIX el economista inglés William Jevons: una mejora tecnológica en materia de eficiencia energética, en lugar de hacer que el consumo total sea menor, lo aumenta debido a que el precio de la factura disminuye y el recurso se usa más.
“La tecnología avanza y las nuevas fuentes son mucho más eficientes: hoy tenemos LEDs que iluminan 150 lúmenes por cada vatio consumido, mientras que una lámpara tradicional apenas daba 20 lúmenes por vatio consumido”, le dijo a PERFIL Eduardo Yasan, responsable del Laboratorio de Luminotécnica en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).
Según este experto, cuando se reemplacen todas las luces antiguas por LED, el consumo bajará. Pero en la transición, como los gobiernos “pagan” menos, por la mayor eficiencia, lo que hacen es iluminar más y nuevas zonas. O, por cuestiones de seguridad, instalar más luminarias en calles y autopistas para prevenir accidentes viales.
Efectos. Tanta luz tiene consecuencias sobre la salud y el medio ambiente. “En las últimas cinco décadas, en promedio las personas perdieron alrededor de 90 minutos de sueño por noche”, detalló Mirta Averbuch, jefa de Medicina del Sueño del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro. Y agregó que “si bien los efectos en el largo plazo todavía se están analizando, hay indicios de que el sueño de mala calidad se asocia a problemas graves de salud, incluyendo obesidad, diabetes, debilitamiento del sistema inmunológico y hasta ciertos tipos de cáncer”.
El problema no solo afecta a los seres humanos. Para el ingeniero Carlos Tanides, experto en temas de eficiencia energética de la Fundación Vida Silvestre, “en muchas ciudades se hace un uso cada vez más intensivo de la iluminación, usualmente por seguridad”. Pero esto afecta a la flora y la fauna de diversas maneras. “Desde los focos de luz, que atraen insectos tal como se ve en las viejas carcasas de luminarias, hasta causar patrones de cambios en los ciclos vitales de las aves”.
Según este especialista, una de las maneras de mejorar la situación sería regulando legalmente y controlando la cantidad de luz que se usa en iluminación pública y también en cartelería. “Hace tiempo que se habla de mejorar la eficiencia energética pero, para atacar este problema, hay que sumar un nuevo concepto: la “suficiencia” energética que necesitamos, y que puede hacer disminuir el nivel mínimo de iluminación de una calle o un barrio.
En esa línea, desde el INTI aseguraron que para 2018 planean hacer estudios de verificación de la calidad, rendimiento y funcionamiento de las lámparas LED disponibles para el mercado hogareño. Y reanudarán los controles y las evaluaciones sobre la intensidad lumínica de los numerosos carteles publicitarios que recurren a esta tecnología.
Precauciones en casa
Según la doctora Mirta Averbuch, de la Fundación Favaloro, la luz LED, incluyendo la que es emitida por los dispositivos de comunicación, influye sobre la producción metabólica de la melatonina, la hormona que regula los ciclos circadianos y que se encarga de “preparar” cada noche al cuerpo para el proceso del sueño. Y para mejorar su calidad la experta recomendó:
– En las tablets y smartphones elegir el modo “luz nocturna” que la mayoría no utiliza y puede ayudar.
– En los dormitorios, usar cortinas oscuras o blackout en las ventanas.
– En los pisos bajos, bajar las persianas si hay demasiada luz que proviene del alumbrado público.
– No elegir lámparas del tipo LED como veladores para la mesita de luz, ya que contribuyen a “despertar” el reloj biológico de las personas.
Otros de los consejos para conciliar el sueño son: mantener un horario regular, tanto para acostarse como para levantarse, realizar ejercicio durante el día y evitar la ingesta de café, té y bebidas con alcohol dos horas antes de irse a dormir.