A fines de 2017, el Gobierno presentó un proyecto de reforma tributaria que pretendía gravar, entre otras bebidas alcohólicas, al vino por ser perjudicial para la salud. Productores vitivinícolas rechazaron la medida, y presentaron un informe avalado por la Sociedad de Cardiología de Mendoza sobre los beneficios de esta bebida para la salud cardiovascular. Frente a las presiones de varias provincias, el Gobierno finalmente dio marcha atrás con el impuesto.
Pero la decisión abrió paso a la controversia en un país donde crece el consumo problemático del alcohol, sobre todo en los adolescentes. ¿Beber vino es realmente bueno para el corazón? ¿Cuál es la medida? ¿Una copa al día, como decía el doctor René Favaloro? Existe un debate científico sobre si la ingesta de leve a moderada es cardioprotectora. Aunque existen evidencias en este sentido, en base a estudios epidemiológicos y observacionales, no se ha llegado a un consenso.
“Para los médicos, está bastante claro qué recomendar a los pacientes cuando se trata de dieta, ejercicio y tabaquismo. Pero dadas las inconsistencias en los hallazgos, las recomendaciones para el consumo de vino son menos obvias”, explicó a PERFIL el cardiólogo argentino Adrián Baranchuk, profesor de Medicina en la Universidad Queen’s, de Canadá, y autor de una revisión sobre el tema publicada recientemente en la revista Circulation.
El debate por los beneficios y riesgos del consumo de vino nace en los 70, cuando dos científicos, Serge Renaud y Michel de Lorgil, observaron en Francia un riesgo bajo de mortalidad asociada a cardiopatía isquémica en los bebedores de vino tinto, a pesar del consumo de una dieta rica en grasas saturadas. Lo que se conoce como “la paradoja francesa”.
Para Baranchuk, hay evidencias de que beber vino tinto con moderación es beneficioso para el aparato cardiovascular: “Ayuda a controlar la presión, reduce el colesterol malo (LDL), aumenta el colesterol bueno (HDL), aumenta las acciones antioxidantes que mejoran el endotelio, y disminuye la formación de coágulos en el corazón y las arterias”. Estos beneficios se explicarían tanto por el etanol como por los polifenoles presentes en el vino.
Medida. Ahora bien, ¿qué es un consumo moderado? “La recomendación actual de la American Heart Association es beber con moderación, lo que significa para hombres hasta dos copas (280 ml) de vino por día, dejando dos días libres de alcohol a la semana, y para las mujeres se reduce un vaso de vino por día, dejando dos días libres. Esto tiene que ver con las diferentes acciones hormonales que son propias de la mujer en la metabolización de los aspectos más nocivos del alcohol”, manifestó Baranchuk, actual presidente de la Sociedad Internacional de Electrocardiología.
Apenas una persona cruza el umbral de lo que es considerado consumo moderado de alcohol, todos los beneficios se verían aplacados por un aumento de la presión arterial, del riesgo de accidente cardiovascular y de las alteraciones metabólicas (diabetes). “La complejidad de este tema es que es una sustancia altamente tóxica cuando es tomada por sobre los valores mencionados, no solo para el aparato cardiovascular sino también para el sistema neurológico. Ni hablemos de tomar en exceso y conducir, que aumenta sesenta veces el riesgo de morir en un accidente de tránsito”, señaló el experto, egresado de la Facultad de Medicina de la UBA.
Para Jorge Tartaglione, flamante presidente de la Fundación Cardiológica Argentina, existe cierta evidencia a favor del vino y su efecto de protección cardiovascular, pero también una controversia. “Primero, porque no existe una relación dosis-respuesta. A más vino, no hay mayor protección. Y segundo, no hay estudios que muestren que si se deja de tomar vino la persona se enferma más. Si no fumás, vas a tener menos enfermedad coronaria, pero si te quito el vino, no existe evidencia de que vas a tener más enfermedad cardiovascular”.
¿Se debe tomar vino para proteger el corazón? “Primero consulto al paciente si toma alcohol. Si la respuesta es afirmativa, le digo la cantidad que tiene que tomar. Pero si la respuesta es negativa, no recomiendo comenzar a tomar vino para proteger el corazón porque no sé cómo ese paciente se va a llevar con el alcohol, sobre todo en un país donde hay 2,5 millones de alcohólicos”, concluyó Tartaglione.
En polvo y sin alcohol
Lejos de los viñedos o las bodegas gourmet, es en el laboratorio donde un grupo de científicos desarrolla una original bebida que permite disfrutar de los beneficios saludables de un vaso de vino tinto, pero sin tener que preocuparse por los riesgos del consumo de alcohol. ¿Cómo es posible? Básicamente usando el know-how de la ingeniería en alimentos, lo que permitió a investigadores del Conicet y la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Católica Argentina (UCA) obtener vino en polvo. El producto ya pasó los tests de aceptación del público y podría comercializarse en breve. Para obtener vino en polvo sin perder los componentes beneficiosos, probaron la liofilización. El vino se congela en una cámara cerrada, a 30 grados bajo cero, y luego se disminuye la presión para lograr vacío. Esas condiciones hacen que se evaporen el agua y el alcohol, pero el resto de los componentes bioactivos se preservan intactos. Claro que, en el proceso, junto al alcohol y el agua se evaporan también los componentes aromáticos que le dan sabor a esta bebida. Por eso se le agrega edulcorante y aromatizante de frambuesa.