Durante los próximos cinco días, Buenos Aires será sede del evento académico sobre inteligencia artificial (IA) más importante del mundo: la International Joint Conference on Artificial Intelligence (Ijcai 2015), que por primera vez se reúne en América del Sur. Más de mil científicos discutirán avances y aplicaciones en este campo: desde los proyectos que Google realiza con DeepMind, buscando que las computadoras aprendan por sí solas, y el uso de IA en misiones espaciales, hasta cómo mejorar los procesos logísticos usando robots y que entes autónomos sean capaces de jugar Angry Birds. Uno de los proyectos más ambiciosos y prometedores es utilizar herramientas de la IA en la psicoterapia, con el desarrollo de una terapeuta virtual que sea capaz de diagnosticar y tratar traumas psicológicos, algo que ya comenzó a probarse en Estados Unidos.
“En la Conferencia también habrá discusiones sobre cómo la IA permite crear obras de arte inéditas. Y se firmará un documento que expresará la postura de los investigadores sobre el uso de IA en drones y armamento autónomo” explicó Ricardo Rodríguez, profesor del Departamento de Computación de Ciencias Exactas de la UBA y uno de los organizadores locales del evento.
Ordenes. Una de las principales líneas de investigación en IA es el procesamiento del lenguaje natural que busca facilitar la interacción y el diálogo entre personas y sistemas informáticos y bases de datos.
Un reciente editorial publicado por la revista Science destacó que “en los últimos veinte años la lingüística computacional logró avances prácticos importantes y se incorporó al uso cotidiano a través de, por ejemplo, los asistentes de los smartphones, como Siri de Apple o Google Now de Android, capaces de interpretar una orden de voz y ejecutar una tarea”.
En la Argentina, varios grupos de investigadores trabajan en este campo. “Usando técnicas de IA desarrollamos un método de conversión de texto escrito a sonido. Se llama ‘Emilia’, y logramos un sintetizador de voz local, que no suena ‘puertorriqueño’ sino que recurre a inflexiones y acentos argentinos”, explicó a PERFIL el ingeniero Jorge Gurlekian, director del Laboratorio de Investigaciones Sensoriales (LIS) del Conicet.
El LIS también tiene muy avanzado –y en proceso de transferencia al sector privado– un sistema de reconocimiento de habla por el cual una computadora entrenada y ajustada logra comprender diálogos, en buenas condiciones de entorno, con 95% de eficacia.
En líneas similares trabaja el investigador de la UBA José Castaño, que no sólo es doctor en computación sino también egresado de Letras, y se especializa en procesamiento del lenguaje natural. “Los problemas más complejos que tenemos que resolver (para lograr un diálogo entre seres humanos y computadoras) son la ambigüedad del lenguaje y la innovación, porque todo el tiempo estamos creando palabras. Enseñarle eso a una máquina es una tarea muy difícil”. A tal punto, afirma el investigador, que en muchos casos un bebé de apenas dos años ya usa mejor el lenguaje que el sistema informático más sofisticado de la actualidad.
Pero Castaño advierte que hay avances importantes. “Usando técnicas de la IA ya podemos determinar en forma autónoma si un mail es spam o no. O revisar la conversación de cientos de miles de posts de las redes sociales y encontrar si un producto o un candidato está siendo bien o mal visto por la sociedad”. El experto destacó además el avance de la IA en el desarrollo de vehículos autónomos, como el auto sin conductor que ya prueba en rutas Google.
En los próximos tiempos la IA ayudará más a la interacción con las PC por medio de la voz. Esta opción avanzará mucho cuando se sume el uso de webcams para “ver” y “leer” los gestos del interlocutor, lo que le permitirá desentrañar con más precisión lo que está escuchando.
“Con las herramientas informáticas de hoy ya podríamos interactuar por medio de la voz. Y hay personas discapacitadas que lo hacen. Sin embargo, todavía es un proceso que requiere mejoras, y aún es algo lento y poco preciso para usarlo normalmente en el trabajo cotidiano”, sumó el doctor Diego Evin, investigador del LIS. Pero, definitivamente, empleando técnicas de IA pronto vamos a lograr dejar en el olvido al teclado y el mouse.
¿Puede un robot ser asesino?
“Robots asesinos el fin de la humanidad: ¿qué debería hacer un buen investigador de IA al respecto?” Este es el título de una de las charlas más interesantes que tendrán lugar durante la Conferencia IJCAI que se realiza durante esta semana.
Quien la dictará es el doctor Stuart Russell, un experto que viene estudiando desde hace años las consecuencias que puede generar el dejar el control de armas sofisticadas, como los drones, bajo el control exclusivo de sistemas de Inteligencia artificial. Hace dos semanas, en una entrevista en la revista Science, este experto que trabaja en la Universidad de California, no dudó en comparar a la IA con las armas nucleares. Y abogó por comenzar a estudiar y desarrollar alguna regulación para las investigaciones y los usos de esta tecnología.
“Debemos repensar nuestro trabajo en este campo, para que la IA no solo tenga en cuenta sus objetivos sino también las posibles consecuencias de sus actos”, afirmó.
En palabras de Russell, “estas técnicas tienen riesgos que pueden llevar hasta la extinción de la humanidad”.
Creaciones autónomas
Pese a que las Conferencias Ijcai se realizan desde 1969, recién este año se incluyó por primera vez un track de charlas sobre el aporte de la inteligencia artificial (AI) a la creación artística.
En ese marco se preparó una muestra que tendrá lugar en el Centro Cultural Borges, donde se exhibirán siete obras de reconocidos artistas basadas en temáticas de IA. Entre ellas estará una obra realizada por el artista argentino Leo Núñez.
Según sus curadores, la exposición “busca construir un puente entre los científicos que participan de la Conferencia, el público de arte y los fanáticos de la tecnología”. Y la definen “como una oportunidad única para descubrir innovaciones artísticas y sus posibilidades en el mundo de los robots”. La muestra se inaugura hoy a las 18 en Viamonte 525, CABA.
