CIENCIA
OPINION

Doble confusión

En estos meses, el Gobierno ha decidido recortar el presupuesto global de Ciencia y Tecnología (CyT).

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En estos meses, el Gobierno ha decidido recortar el presupuesto global de Ciencia y Tecnología (CyT). Esto es muy preocupante, ya que en el siglo XXI, la ciencia y la tecnología son los verdaderos motores del desarrollo. La comunidad científica entera ha reclamado la continuidad de las políticas de CyT, plasmadas en el plan Argentina Innovadora 2020. Esto implicaba duplicar la planta de investigadores, llegar a un 1 a 1,5% del PBI en inversión, y aumentar la participación de la inversión privada en CyT, entre 2012 y 2020. Por eso, la disminución del número de ingresos a la carrera de investigador ha causado estupor en la sociedad.

Desde el Gobierno se ha justificado la baja de ingresos al Conicet apelando a que no podemos tener ciencia en un país con 30% de pobres. Este es un argumento falaz, que no resiste análisis, y un concepto perimido. Decía Bernardo Houssay que “los países ricos lo son porque dedican dinero al desarrollo científico-tecnológico, y los países pobres lo siguen siendo porque no lo hacen”. En este conflicto se entrevén dos confusiones. De un lado, la sociedad en general (y el Gobierno en particular) no tiene muy claro para qué sirve la investigación. E ignora la enorme pérdida que significa no incorporar investigadores formados, en quienes se han invertido cuantiosos recursos. Por otro lado, nuestros investigadores jóvenes deben comprender que el sistema científico no se termina en el Conicet. Por caso, menos del 5% del personal técnico del INTI, que debería ser el motor de la tecnología nacional, cuenta con un doctorado. En las empresas faltan ingenieros con doctorado. Y para los gobiernos a nivel nacional, provincial o municipal, es casi imposible conseguir personal con doctorados en ciencias sociales. Es necesario entonces insertar nuestros recursos humanos de máxima formación en todos los niveles. Las políticas de Estado en CyT deben prever y facilitar la movilidad de jóvenes investigadores entre las instituciones nacionales (Conicet, Cnea; Inti, Inta, universidades), las empresas y –por qué no– la administración. Mientras sigamos en discusiones estériles y no comprendamos que en el siglo XXI es imposible un proyecto de país moderno sin desarrollar y explotar el conocimiento, seguiremos viendo cómo otros países nos superan. Como decía Houssay también: “La ciencia no es cara: cara es la ignorancia”.


*Investigador principal Conicet.

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 Decano Instituto de Nanosistemas Unsam.