Aunque el médico continúa siendo la fuente más confiable de consulta, los pacientes argentinos tienen otro referente: “doctor Google”. Por lo menos, los dos tercios de la población con acceso a internet. Según un relevamiento realizado por la Universidad Abierta Interamericana (UAI) para PERFIL entre mil personas de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, el 53% de los encuestados busca información sobre salud en internet. Y el porcentaje sube al 63,3% en la franja etaria que va de los 19 a los 29 años. La mayoría elige el motor de búsquedas Google (61,4%), seguido por Wikipedia (14,2%), y detrás quedan las páginas de organismos oficiales, como la Organización Mundial de la Salud (11,1%).
El fenómeno no es nuevo, pero ha tenido un crecimiento exponencial en el último tiempo y las consecuencias se están dejando notar. Los médicos lo advierten en su práctica diaria: “Hoy el paciente llega a la consulta habiendo mirado Google”. Una conducta que, aseguran, llegó para quedarse y desafía la relación médico-paciente. “Es una realidad que el enfermo viene al consultorio con la patología consultada en la web e impresa. En definitiva, en estos casos el médico es la segunda fuente de consulta, a la espera de que se ratifique o rectifique lo que se ha leído. Cuando se le explica que eso no es así, se generan diferencias y esto atenta contra la relación médico-paciente, que es la fuente básica para una buena atención”, explicó Adrián Cruciani, jefe de Medicina Interna del Hospital Universitario de la UAI.
La mayoría de las personas encuestadas busca información sobre enfermedades y síntomas, pero también sobre alimentación saludable, tratamientos, centros de salud y medicamentos. Y un dato por demás llamativo es que el 75% no comparte con su médico los datos que leyó en la web. Para Guillermo Goldfarb, secretario del Grupo de Trabajo en Tecnologías de Información de la Sociedad Argentina de Pediatría y responsable de Informática Médica en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, allí radica buena parte del problema. “La gente utiliza internet para buscar información sobre salud; los médicos conocen esta práctica pero muchas veces no actúan: ni los pacientes consultan a su médico para orientación ni los médicos tienen un rol activo en orientar a sus pacientes sobre qué sitios web consultar. La búsqueda sin guía puede ser azarosa. Podés encontrar buena o mala información”. De hecho, un estudio reciente publicado en el Journal of the American Osteopathic Association encontró que el 90% de las entradas relacionadas con salud y enfermedades de Wikipedia contenía errores.
Riesgos. El principal problema con la mala calidad de la información disponible en la web es la tendencia a realizar un autodiagnóstico: cuando el paciente consulta en Google una serie de síntomas para que el buscador le devuelva qué enfermedad padece. “Si alguien consulta al ‘Dr. Google’ por cefalea, es posible que encuentre más citas respecto de tumores cerebrales o hemorragia subaracnoidea que sobre cefalea tensional. Mientras que las probabilidades de padecer alguna de estas patologías son precisamente al revés”, advirtió Daniel Flichtentrei, médico cardiólogo y director de contenidos del portal médico Intramed. “No alcanza con armar un repertorio de síntomas que se sumen automáticamente para hacer un diagnóstico. Es necesario procesar la información, contextualizarla, articularla con la historia de vida de las personas, ejercer un juicio que se ponga a prueba y se someta a confirmación o refutación. La automatización del diagnóstico es una idea utópica, ingenua e imprudente”, opinó.
“Si la profesión médica pudiese ser consultada por internet, no necesitaríamos médicos y las patologías se resolverían con la sola presencia de una computadora. La realidad es que la medicina es mucho más que eso, no es una ciencia 100% exacta, es un arte, y hay que tener muchos elementos en cuenta que no aparecen en internet”, sostuvo, por su parte, Cruciani.
Los expertos coinciden en que una buena idea es que los médicos “prescriban” sitios web a sus pacientes. “Los pacientes deberían comentar a su médico lo que leyeron en internet; si no, Google termina siendo una segunda opinión encubierta. Y los médicos deberían elegir y conocer uno o dos sitios para poder recomendárselos a sus pacientes. Existen buenos sitios que concentran información sobre salud dedicada a la comunidad, como el de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, que se llama Medline Plus. No que hay que demonizar a internet, sino ayudar a que sea todo lo provechoso que puede ser”, concluyó Goldfarb.
Quién controla las apps sanitarias
A pesar de la creciente informatización de los hospitales y centros de salud, el 75% de los encuestados admitió que no utiliza internet para realizar trámites sanitarios, como sacar turnos online. Otro dato que llama la atención es el auge de las aplicaciones que permiten controlar y mejorar la salud y el estado físico a través del smartphone. El 45% de los encuestados dijo que utiliza habitualmente apps móviles relacionadas con la salud y el bienestar. El porcentaje es mayor entre las mujeres y los jóvenes. Pero la explosión de las apps de salud (sólo en AppleStore hay cerca de 40 mil disponibles para descargar) también plantea dudas sobre la seguridad de estas herramientas. En este sentido, avanzan en España distintas iniciativas para regular las apps móviles. En Estados Unidos, el Organismo para el Control de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) publicó una guía para quienes desarrollan aplicaciones médicas móviles con el objetivo de proteger la seguridad de los consumidores.