—Se acusa a la Iglesia de oponerse a la ciencia...
—Es lamentable. Muchas veces se razona con estereotipos: el científico no creyente y el hombre de la Iglesia que no acepta los resultados científicos. La Iglesia, a lo largo de la historia, ha demostrado que no solamente está abierta al desarrollo de la ciencia sino que también sustenta la investigación, como en el caso del Observatorio. Tanto los científicos como los teólogos tienen un objetivo común: la búsqueda de la verdad.
—¿Cómo ser sacerdote y científico?
—Los jesuitas tenemos la espiritualidad ignaciana, podemos buscar y encontrar a Dios en todas las cosas: leyendo un libro, viendo arte, rezando y también haciendo investigación. La ciencia es una actividad humana y no hay nada humano que no sea pleno a Dios.