En poco tiempo, el primer Radar Meteorológico Argentino (RMA-1) de diseño y fabricación nacional comenzará a prestar servicio y brindar datos desde la ciudad de Córdoba. El RAM-1 fue desarrollado por el Invap e inicia una serie de 12 aparatos del Sistema Nacional de Radares Meteorológicos (Sinarame) que incluyó la creación de un centro operativo en la Ciudad de Buenos Aires que concentrará toda la información.
Se trata de un radar de una tecnología similar a la de los más modernos de origen importado que tiene actualmente el Servicio Meteorológico Nacional (SMN). “Es un radar polarimétrico, transmite en dos polarizaciones, por lo que de acuerdo a la forma y la orientación con que vuelve la onda se puede saber si el objeto es alargado horizontal o verticalmente”, explicó a PERFIL Giorgio Caranti, doctor en Física del Laboratorio de Atmósfera de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y quien supervisa el proyecto y las obras de instalación en la Ciudad Universitaria. Así los meteorólogos podrán saber por la forma si los objetos que detecta el radar son gotas de agua asociadas a lluvia, granizo, nieve, cristales de hielo o polvo.
“El radar es como hacerle una radiografía a la nube”, simplificó Luciano Vidal, investigador principal del Departamento de Investigación y Desarrollo del SMN. “Al poder identificar los distintos fenómenos dentro de una nube se puede especificar mejor las alertas y si, por ejemplo, la tormenta que se está observando tiene un riesgo grande de producir granizo”, agregó.
Además de la distancia y la forma, como el radar es doppler puede medir la velocidad con la que se mueven los objetos que están en el aire. Con estas características el RMA-1 “puede dar más tiempo de anticipación y ayudar a hacer el pronóstico de tiempo a corto plazo y, junto a otros instrumentos, precisar que una tormenta llega en tanto tiempo a tal lugar y estimar la intensidad”, destacó Caranti.
Alta resolución. La elección del sitio en la Ciudad Universitaria de la UNC se debió, entre otros motivos, a que el espacio ya contaba con la torre de 33 metros de altura sobre la que se ubica el radomo, una esfera de apariencia similar a una pelota de fútbol, que protege al radar. La torre y el radomo suman 39 metros de altura. Además “hay un hueco enorme de información que tiene gran importancia en la formación de tormentas que se generan en Córdoba y que después se mueven hacia Santiago del Estero y al norte de Santa Fe. Ese hueco había que cubrirlo”, afirmó Caranti.
El investigador de la UNC agregó que “los pluviómetros miden puntualmente en un lugar cuánta agua cae pero entre un instrumento y otro hay grandes espacios en los que no sabe lo que está pasando. El radar tiene una resolución muy alta que permite rellenar todos los espacios”.
Vidal explicó que el rango del radar depende de cómo se lo configura, por lo que puede superar los 400 kilómetros en modo vigilancia o acotarlo entre los 200 y 240 kilómetros, “que es el rango óptimo que se utiliza para alertas de lluvias”. Mientras que aguarda con ansiedad los primeros datos, Vidal trabaja en el desarrollo de los algoritmos necesarios para aprovechar toda la información que generará este radar y los próximos a instalar.
El radar está en un período de prueba de las distintas partes y se estima que en mayo ya podrá brindar datos. Además de prestar un servicio para los pronósticos, también facilitará el desarrollo de actividades de investigación científica. Asimismo, brindará mayor seguridad a la aeronavegación por su capacidad para advertir cortantes de viento en aeropuertos, situaciones en las que el aire se mueve como en capas, las que se desplazan en distintas velocidades y que pueden afectar el despegue y aterrizaje de aviones.
“Es como estar tocando el cielo con las manos”, describió el especialista en radares e investigador de la UNC Raúl Comes, sin ocultar la expectativa que le genera el avance del proyecto del que colaboró como asesor en las especificaciones técnicas. Comes adelantó que con el radar se estudiará un tipo particular de tormentas que se originan en las sierras y que por su gran actividad eléctrica despertó el interés de científicos de EE.UU., con quienes las analizarán conjuntamente.
Las zonas más vulnerables
El RMA-1 es el primer radar meteorológico de producción local de una serie de doce que conformarán el Sistema Nacional de Radares Meteorológicos que depende del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios. Sólo el equipo demandó una inversión de 1,7 millón de dólares. Durante la primera etapa, se fabricó en la sede de la empresa estatal Invap el prototipo el RMA-0 y el 1. Para la segunda fase se construirán diez más.
“De esos diez son seis los que ya tienen definidos los lugares donde se van a instalar: en Ezeiza; otro cerca de Mar del Plata y el resto en Chajarí, Entre Ríos; Resistencia, Chaco; Las Lomitas, Formosa y en Bernardo de Yrigoyen, Misiones”, adelantó Luciando Vidal, del Servicio Meteorológico Nacional. “La idea es que de estos seis radares, tengamos funcionando cuatro a fin de año”, agregó el doctor en Ciencias de la Atmósfera.
Las zonas prioritarias para la instalación de radares meteorológicos son aquellas que sufren de lluvias intensas y que son más vulnerables, como el centro y norte del país.