Aunque todo el mundo asocia a la NASA con con los viajes espaciales y las sondas interplanetarias, Lo cierto es que esta agencia de investigación de los Estados Unidos también tiene equipos de ingenieros dedicados al desarrollo de ideas y conceptos relacionadas con el futuro de la industria aeronáutica tradicional. Y es explica que, la semana pasada, un grupo de sus ingenieros que trabaja en el Armstrong Flight Research Center publicó el diseño externo final de lo que será el primer avión tripulado y operativo con motores de propulsión eléctricos.
El proyecto se denomina X-57 Maxwell y tenía previsto, al menos antes de la llegada de la pandemia, iniciar sus vuelos de pruebas a fines de este mismo año. Y este proyecto X-57 es único porque no solo avanza en el diseño de un sistema de propulsión eléctrica totalmente nuevo, sino que también estudia cómo este tipo de motores eléctricos pueden permitir cambios e innovaciones en la aerodinámica de las aeronaves y hasta abrir la puerta a crear diseños completamente “nuevos”.
Las diferencias
El innovador sistema de propulsión del X-57 consta de 14 motores eléctricos a batería, que mueven 14 hélices eléctricas. Pero las hélices no son iguales: hay 12 pequeñas, repartidas a lo largo de las altas, que funcionarán entregando potencia solo durante los despegues y aterrizajes. Y dos más grandes, ubicadas en las puntas de cada ala que se encargarán de proporcionar el empuje durante el vuelo en modo “crucero”. Durante esos tramos las hélices pequeñas se plegarán y guardarán para mejorar el coeficiente aerodinámico del avión.
Tras estudiar los resultados y la performance de este primer modelo, los técnicos planean ir introduciendo modificaciones de diseño para ver cómo funcionan. Por ejemplo, comenzarán a probar alas más pequeñas que las tradicionales, fabricadas con materiales compuestos de alta resistencia y bajo peso que permitirán mejorar los coeficientes aerodinámicos y con esto que el avión pueda extender su autonomía de vuelo usando sus baterías.
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¿Cuál es la razón que explica que la invierta parte de su presupuesto “espacial” en investigaciones aeronáuticas “tradicionales”? La explicación es simple: el crecimiento de esta Industria en el mundo es importante y, con ella, también crecen las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por los aviones con motores alimentados por combustible fósil.
En concreto, los organismos ambientales calculan que aproximadamente el 2.4 % del total de estas emisiones -que agravan el efecto invernadero- proviene de los aviones. Y esa cifra se triplicará hacia el año 2050. Eso explica una carrera tecnológica global que busca nuevas soluciones aeronáuticas que sean capaces de disminuir esas emisiones en forma significativa. Y entre ellas figura el reconvertir, en lo posible, los aviones para que sean impulsados por motores a electricidad, energía que podría ser generada usando fuentes renovables.