Tras más de veinte años de investigación, el mundo podrá contar con una vacuna contra el dengue, la enfermedad viral transmitida por el mosquito Aedes Aegypti que en 2009 causó en la Argentina una grave epidemia con 26.644 casos y cinco muertes. El laboratorio francés Sanofi Pasteur acaba de anunciar durante la reunión anual de la Sociedad Americana de Medicina Tropical e Higiene, en Nueva Orleans, EE.UU., los resultados de la última etapa de los ensayos clínicos necesarios para pedir la aprobación a las agencias regulatorias de cada país.
Se trata de la primera inmunización que, tras ser testeada en más de 30 mil voluntarios de Asia y América Latina, demostró ser eficaz para prevenir el dengue. Otras vacunas están siendo estudiadas en todo el mundo; entre ellas, una candidata del Instituto Butantan de Brasil y otra de la compañía farmacéutica japonesa Takeda, pero aún se encuentran en fase II de desarrollo.
Judith Armoni, directora médica de Sanofi Pasteur para el Cono Sur, le confirmó a PERFIL que la vacuna estará disponible para finales de 2015. Para eso, el laboratorio producirá 100 millones de dosis que podrían ser adquiridas por Argentina y demás países interesados a través del Fondo Rotatorio de la Organización Panamericana de la Salud.
El ensayo clínico definitivo fue realizado en América Latina (no incluyó a la Argentina) y evaluó la eficacia y seguridad de la vacuna entre 20.869 niños. Según los resultados, publicados en la revista científica The New England Journal of Medicine, la vacuna ofrece una protección del 60,8% contra los cuatro serotipos del dengue. Pero, lo más importante, disminuye en 95% la enfermedad grave (dengue hemorrágico) y en 80% las hospitalizaciones. “Con la vacuna, no habrá más muertes por dengue”, afirmó Armoni, para quien la vacuna “tiene un perfil de seguridad muy bueno”.
Preguntas. Para alcanzar la protección adecuada, se requieren tres dosis que se aplican a los seis meses de la primera inyección y luego al año. Como ocurre con todas las vacunas nuevas, no se sabe cuánto durará la protección contra el dengue, para lo cual serán necesarios más estudios a largo plazo.
También resta por definir quién será la población candidata a recibir la inmunización. Es que la vacuna no protege contra todos los serotipos de igual forma: en DEN 1 y DEN 2 la eficacia sólo alcanza el 50% y 42% respectivamente. “La eficacia global es buena, baja contra el serotipo DEN 1 y 2, y sube contra el DEN 3 y 4. Pero lo más importante es que con la vacuna caen las hospitalizaciones y la enfermedad grave”, valoró Tomás Orduna, jefe del Servicio de Patologías Regionales y Medicina Tropical del Hospital Muñiz.
Además, en los estudios se observó que la protección era mayor en aquellas personas que ya presentaban signos serológicos de exposición previa al dengue; esto es, que habían cursado anteriormente la enfermedad. “Esto nos lleva a pensar que podría ser una vacuna que se aplique en lugares que han tenido un brote o una epidemia de dengue, donde hay mayor población susceptible al dengue hemorrágico. En Argentina, podrían ser candidatas las localidades de Charata, Tartagal e Iguazú”, opinó Orduna.
Para el infectólogo Daniel Stamboulian, presidente de Funcei, la vacuna de Sanofi Pasteur es muy atractiva: “Es importante que haya sido pensada para ser usada por chicos desde los 14 años y que tenga una alta tolerancia”. Sin embargo, para el especialista es engorroso el hecho de que para tener una alta inmunización se necesitan tres dosis de la vacuna a lo largo de un año, algo que aún se debe simplificar.
A pesar de las preguntas que aún restan por responder, la Iniciativa para una Vacuna contra el Dengue, que conforman la OMS y el Instituto Sabin, entre otras instituciones, consideró que los resultados de Sanofi Pasteur son muy alentadores. La vacuna podría ser un instrumento muy importante para lograr el objetivo de la OMS de reducir la morbilidad del dengue en 25% y su mortalidad en 50% para 2020.
‘Pulseras repelentes’
El Ministerio de Salud de la Nación, a través de la Anmat, advirtió a la población sobre el uso de la llamada “pulsera repelente” para ahuyentar insectos y evitar picaduras, ya que “no posee acción preventiva, ni terapéutica”, como así tampoco “previene el dengue ni ninguna otra enfermedad”. Además, la mencionada pulsera no posee una acción específica sobre un tipo de insecto en particular y tiene una eficacia limitada porque sólo protege localmente la zona próxima a su ubicación. Por lo tanto, si se realiza actividad física al aire libre y el nivel de exposición a los insectos es alto, es necesario utilizar un repelente que proteja todo el cuerpo. A partir de la epidemia de dengue, se extendió el uso de los brazaletes de silicona conocidos como “pulsera repelente”. Estos productos llevan impregnado aceite de origen vegetal de citronella o eucaliptus, que funciona como repelente natural.