Moscú - Occidente estaba conmocionado cuando hace 50 años las señales del "Sputnik 1" desde el espacio se pudieron captar con simples radios. Este primer satélite artificial, que fue lanzado desde el entonces complejo espacial soviético en Baikonur (Kazajstán), no sólo marcó el 4 de octubre de 1957 como el inicio de la era de la astronáutica. También fue el punto de partida para una carrera por la supremacía en el espacio, en la que la Unión Soviética aventajó durante una largo tiempo a Estados Unidos.
Washington temía además que Moscú pudiera atacar a Estados Unidos con sus misiles de largo alcance, dotados con ojivas nucleares. Tras un largo tiempo sin grandes éxitos, Rusia quiere ahora recuperar el liderazgo con una estación lunar propia y una misión a Marte.
"Sputnik", que significa "acompañante" o "compañero de viaje", tenía 58 centímetros de diámetro y un peso de unos 84 kilogramos. Su lanzamiento puso en marcha ante todo desarrollos científicos y tecnológicos, como por ejemplo la comunicación satelital. Cuando a comienzos de 1958 los estadounidenses pusieron en órbita su primer satélite, el "Explorer 1", el entonces líder del Partido Comunista en la Unión Soviética, Nikita Jrushchov, se burló de la "toronja", de sólo 16,2 centímetros de diámetro y 13,7 kilogramos de peso.
Rápidamente, el líder comunista reconoció el efecto de propaganda de los lanzamientos y envió poco después -para el 40 aniversario de la Revolución de Octubre- a la perra Laika al espacio, a bordo del "Sputnik 2", de 500 kilogramos. Cincuenta años después de su tortuosa muerte en el Universo habrá un monumento dedicado al primer ser vivo en el espacio.
Puntualmente para el aniversario, la industria astronáutica rusa, tras el caos y el escaso presupuesto en los años 90, se muestra nuevamente fuerte. En unos 20 años está planeado establecer en la Luna una estación donde puedan habitar seres humanos, y en 30 años vuelos tripulados a Marte, dijo el director de la autoridad espacial rusa, Anatoli Perminov. Su programa también prevé la construcción de un nuevo centro espacial en el Lejano Oriente y una estación espacial rusa. "Será algo totalmente diferente a la ISS", la Estación Espacial Internacional, anunció Perminov. Asimismo están en fase de planeamiento nuevos sistemas de transporte y vehículos espaciales.
Rusia quiere enlazar con los viejos éxitos. Hasta el año 2011, el sistema de navegación satelital ruso GLONASS deberá superar al estadounidense GPS, escribió recientemente el diario del Kremlin "Rossijskaja Gaseta" citando al vicejefe de gobierno Serguei Ivanov. El sistema no es menos importante que la posesión de armas nucleares o fuentes de energía. "Hay que acelerar ahora", insta el ministro a los ingenieros en el área de desarrollo espacial.
En tanto, hay científicos que están preocupados por la creciente cantidad de basura espacial. Desde el punto de vista de Juri Saizev, del Instituto de Investigación Espacial de la Academia de Ciencias Rusa, la astronáutica podría "hacerse imposible en poco tiempo", debido a que hay demasiados satélites y basura en las órbitas. Millones de piezas, restos de cohetes portadores, fragmentos de naves espaciales que explotaron, así como basura cotidiana de los astronautas contaminan la región del universo más allá de la atmósfera terrestre.
Hay riesgo de que se produzcan graves colisiones, así como que los cosmonautas sufran heridas, debido a que muchas piezas adquieren una velocidad que supera varias veces la de una bala.
Cincuenta años después del lanzamiento del "Sputnik 1", cientos de satélites orbitan la Tierra a alturas entre los 80 y los 36.000 kilómetros. Envían datos meteorológicos para los pronósticos del tiempo, registran cambios sobre la Tierra: desde una erupción de un volcán hasta huracanes, así como también la destrucción de bosques y selvas. Y ellos miden el derretimiento de hielo en las regiones polares, como consecuencia del cambio climático.
En cambio, los datos científicos que se obtuvieron del primer vuelo de un satélite dirigido por Serguei Korolyov fueron más bien escasos. El "Sputnik 1", provisto con tres antenas, transmitió a estaciones terrestres datos sobre la densidad de la atmósfera y temperaturas. Con una velocidad cósmica de 8.000 metros por segundo, este satélite viajó a una altura de 939 kilómetros sobre la superficie de la Tierra hasta que se agotaron sus baterías químicas y la brillante bola de aluminio se desintegró el 4 de enero de 1958 en la atmósfera terrestre.