Dos años después de que se desatara en todo el mundo el escándalo por las prótesis mamarias fraudulentas de la marca francesa Poly Implant Prosthèse (PIP), los cinco directivos de la firma –incluido su controvertido fundador, Jean-Claude Mas– deberán comparecer ante a la Justicia “por engaño agravado y fraude”. El juicio penal comenzará el próximo miércoles en Marsella, al sur de Francia, y tendrá como demandantes a 5.127 mujeres de todo el mundo, entre ellas un centenar de argentinas.
“Esperamos que se reconozca a las víctimas como tales. Nos gustaría ver al dueño de la firma PIP en la cárcel pero no creemos que de este juicio salga una detención definitiva”, le dijo a PERFIL la abogada Virginia Luna, coordinadora del grupo Afectadas PIP, que reúne a 2.500 argentinas, y portadora ella también de las prótesis de la marca. La demanda penal apunta, además, a lograr una compensación financiera para cubrir los costos de la operación de recambio de las siliconas, más una indemnización por daños psicológicos y morales. “Será una indemnización de mínima del gobierno francés o del fondo que se creó a tal fin, ya que la empresa se declaró en quiebra”, explicó.
Se estima que entre 13 mil y 15 mil argentinas portan implantes mamarios PIP. “Muchas mujeres tuvieron que afrontar los costos del retiro y la puesta de las nuevas prótesis (entre $ 20 mil y $ 25 mil)”, sostuvo Luna.
Reclamo. Las prótesis PIP fueron retiradas del mercado en 2010 tras comprobarse que contenían una silicona no apta para uso médico y que representaban un riesgo de rotura cinco veces mayor que las convencionales. De hecho, de las 464 mujeres damnificadas que presentaron demandas bajo la representación de Luna, el 19,6% sufrió la ruptura de sus implantes. Ese fue el caso de Cecilia Bustos, de 39 años, casada y madre de dos hijas, quien se colocó implantes PIP en 2008. Dos años más tarde, descubrió dos bultos grandes debajo de su axila: tenía rotas sus dos prótesis y el gel defectuoso se había desparramado por toda la mama. “Me tuve que volver a operar. Me extrajeron las prótesis viejas, me pusieron las nuevas y me aspiraron el gel que estaba alrededor de las mamas. No me sacaron los ganglios porque era una situación de mucho riesgo. Ahora debo controlarme cada dos meses”, contó.
Caso. Antes de que quebrara, en marzo de 2010, la empresa PIP llegó a producir 100 mil prótesis mamarias al año. El 58% de su producción se exportaba a América del Sur. El escándalo explotó en marzo de 2010, tras una inspección de la agencia francesa de control de medicamentos. Gendarmes franceses descubrieron en el patio de la fábrica un camión de aceite de silicona. La investigación reveló que PIP falsificaba cuentas y material cada vez que tenía un control de la firma certificadora, la alemana TÜV, encargada de marcar los implantes con el sello de conformidad europea. El gel fraudulento costaba diez veces menos que el gel autorizado, Nusil, con lo que la empresa reducía sus costos en un millón de euros por año. Detenido, Jean-Claude Mas confesó que el 75% de los implantes eran llenados con un producto no homologado. “Lo hice expresamente porque el gel de PIP era más barato”, reconoció, aunque negó que el mismo fuera nocivo. Además del juicio penal que comienza el miércoles, hay otros dos procesos en marcha: uno por heridas y homicidios, tras la muerte de cáncer de una portadora PIP en Francia en 2010 y otro para investigar los flujos financieros generados por el fraude y verificar el patrimonio de los directivos de la empresa.