Los estudios clínicos de una de las más prometedoras vacunas experimentales contra el sida, que llevaba adelante el laboratorio estadounidense Merck, fueron suspendidos el viernes pasado.
La decisión del instituto estatal norteamericano, que cofinanciaba los estudios, fue interpretada como un duro golpe a los esfuerzos de la medicina para poner fin a esta devastadora epidemia.
" Es una gran decepción porque esta vacuna parecía muy prometedora durante su desarrollo", declaró el fin de semana la doctora Glenda Gray, que supervisaba las pruebas en Sudáfrica, donde viven 5,5 millones de personas seropositivas. "Había suscitado respuestas inmunitarias maravillosas, pero estas respuestas no se tradujeron en una protección contra una infección por el virus VIH", añadió Gray.
Desde febrero, el prototipo de vacuna fue administrado a 700 personas no contaminadas en cinco hospitales sudafricanos, en el primer ensayo de este tipo jamás realizado en África. Paralelamente, se realizaban ensayos desde 2004 en Estados Unidos, Australia, Perú, Brasil y Puerto Rico.
El Instituto nacional estadounidense de alergias y enfermedades infecciosas (NIAID, por su sigla en inglés), que cofinanciaba este vasto ensayo clínico con Merck, anunció el viernes pasado la decisión de un comité independiente de ponerle fin.
La decisión se apoyó en el análisis de datos intermedios que mostraban que la vacuna no impedía la infección con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida, o no disminuía su carga viral.
A diferencia de las vacunas tradicionales ya probadas sin éxito contra el virus del sida, que estimulan la inmunidad del organismo, la de Merck buscaba estimular los linfocitos T, que básicamente son los responsables de indicarles a otras células del sistema inmunológico que deben combatir una infección del cuerpo y preservan las células críticas necesarias para controlar la infección.
"Esta vacuna era vista como la estrategia más prometedora y creo que este fracaso es una decepción para nosotros y para todos los que trabajan con vacunas", declaró por su parte el doctor Mark Feinberg, director general de Merck, citado por el New York Times.
Aunque consideró "los resultados del ensayo decepcionantes", el doctor Anthony Fauci, director del NIAID, estimó que era demasiado pronto para arrojar a la basura esta clase de vacunas contra el sida.
El fracaso alimenta no obstante la idea de que el virus del sida es diferente a todos los otros patógenos contra los cuales la medicina ha podido desarrollar vacunas.
" Para nosotros es muy desalentador pero debemos seguir avanzando", subrayó Glenda Gray, que dirige también la unidad de investigación sobre el sida en el hospital Chris Hani de Soweto, en el suroeste de Johannesburgo. Subrayó que el prototipo era inofensivo y no tendría ninguna consecuencia para la salud de las personas implicadas en el ensayo.
La noticia es "triste y muy decepcionante", reflexionó por su parte Zachie Achmat, presidente de la principal asociación de ayuda a los enfermos del sida, la Treatment Action Campaign (TAC). "Pero al mismo tiempo, muestra que los ensayos clínicos están bien controlados y que se pueden frenar si no conducen a nada", añadió.
Actualmente se desarrollan otros dos ensayos clínicos de vacunas, a menor escala, en Sudáfrica, uno de los países más afectados por la pandemia, con una tasa de prevalencia de 18,4% en 2006.
Desde la identificación del virus HIV en 1981, la cantidad de portadores del patógeno no cesa de aumentar, con casi 40 millones de personas infectadas en el mundo, de las cuales más de cuatro millones de nuevos infectados cada año, el 90% en países en desarrollo.
En 25 años, el SIDA dejó más de 25 millones de muertos, la mayoría en África subsahariana.