CIENCIA
Balance 2006

Un buen año nacional

El país dispone hoy de un plan estratégico de ciencia, tecnología e innovación a mediano y largo plazos. Sin embargo, las políticas de innovación son incipientes y desarticuladas, la cultura del sistema de ciencia y tecnología está más orientada hacia los problemas académicos que a los tecnológicos y las universidades son las parientas pobres del sistema.

default
default | Cedoc
Creo que fue un buen año para la ciencia argentina. El país dispone hoy de un plan estratégico de ciencia, tecnología e innovación a mediano y largo plazos.

No es la primera vez que se elabora un plan plurianual, pero es probablemente la primera vez que las bases del plan surgen de un proceso en el que han participado más de tres mil personas. Esta vez, además, el plan se está cumpliendo.

Siguiendo sus lineamientos, el Conicet acaba de incorporar aproximadamente 1.500 becarios y 500 investigadores a su planta, una cifra inédita que permite a la institución congregar a un conjunto de casi 10.000 personas dedicadas a la investigación científica y tecnológica.
Con este ritmo, la base científica y tecnológica se fortalece. No es un dato menor que el salario de los investigadores haya aumentado. Es ostensible que la emigración de jóvenes investigadores se ha reducido drásticamente, y algunos incluso están volviendo.

En algunos temas, como la informática, la nanotecnología y la biotecnología, cuya importancia es crítica por su impacto sobre la economía y la sociedad, se desarrollan programas bien estructurados que tienden a concentrar los esfuerzos y dar un sentido a las capacidades que se crean.

En el plano tecnológico, los logros del INVAP sorprenden día tras día, exportando reactores y conocimiento a todos los continentes.

Por todo esto, considero que la ciencia y la tecnología en Argentina terminan un buen año y es posible pensar que el año que viene será aún mejor.

No afirmo que esta bonanza implique estar en el mejor de los escenarios. Simplemente, creo que el país está en la buena senda pero hay muchas tareas pendientes. La inversión en ciencia y tecnología todavía es muy baja con respecto al nivel internacional.

Las políticas de innovación son incipientes y desarticuladas. La cultura del sistema de ciencia y tecnología está más orientada hacia los problemas académicos que a los tecnológicos. El bajo número de patentes que se generan anualmente en los centros públicos de I+D es un indicador de esto.

Las universidades, por su parte, son las parientas pobres del sistema y deben con urgencia ser fortalecidas en su capacidad de crear y transmitir el conocimiento. Estas deficiencias definen el rumbo necesario para los próximos pasos.

* Director de Redes - Centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y Educación Superior