Con manifestaciones en más de 2.500 ciudades y en medio de un fuerte operativo de seguridad, luego de los atentados terroristas, comienza mañana en París la edición 21° de la Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático. El objetivo de la cumbre es lograr un acuerdo mundial para intentar que a fin de siglo la temperatura global del planeta no aumente dos grados más respecto a la época preindustrial.
Miles de manifestantes salieron a las calles de Londres, Nueva York, Río de Janeiro, Seúl y México para exhortar a los líderes políticos a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a través de un acuerdo ambicioso y comprometido, en el marco de la Marcha Mundial por el Clima. En Buenos Aires, hoy habrá una convocatoria a las 18 en el Planetario (http://globalclimatemarch.org).
La marcha tiene su argumento, ya que a pesar de las acciones de mitigación que presentaron de manera voluntaria los países, las Naciones Unidas estiman que la reducción de emisones no es suficiente y que la temperatura global aumentará como mínimo 2,7 grados.
“No hay ningún compromiso, ni siquiera una promesa. Lo que presentaron los países son las estimaciones de las consecuencias de las políticas que ya han tomado o se proponen tomar. Esto es malo porque no hay ninguna obligación que cumplir”, le dijo a PERFIL Raúl Estrada Oyuela, miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente y quien presidió las negociaciones del Protocolo de Kioto entre 1995 y 1997.
El diplomático no se desilusiona y ve en el desarrollo tecnológico de energías nuevas, en la eficiencia energética y en la presión de la opinión pública algunas esperanzas. “Hace treinta años pocos sabían sobre el cambio climático pero ahora sí. Algunos eventos severos y cada vez más frecuentes como sequías, inundaciones y precipitaciones están despertando el interés de las personas. La preocupación de la gente va a ser que los gobiernos tomen medidas”, aseguró.
Para Estrada Oyuela, el mejor escenario para la COP21 es que ésta finalice en un cuarto intermedio y con una declaración que permita continuar seis meses después en lugar de “aprobar un acuerdo que no introduzca avances”. La tarea no es fácil ya que las delegaciones trabajan en un borrador con numerosas hojas que tienen que reducir para tener un documento apto para negociar y así llegar a un acuerdo antes del cierre de la Cumbre, el 11 de diciembre.
La inauguración oficial de mañana contará con alrededor de 150 jefes de Estado, entre ellos Angela Merkel, Dilma Rousseff, Barack Obama, Xi Jinping y Evo Morales. En representación de la Argentina trascendió que viajará el vicepresidente, Amado Boudou
Bergman, a ambiente amaAmbiente
Por primera vez, la Argentina tendrá un Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable. La medida anunciada por el macrismo fue celebrada por las organizaciones ambientalistas. “La jerarquización del área ambiental es un paso significativo que coloca a la Argentina en igual situación respecto a lo que sucede en la mayor parte de los países de América Latina y el Caribe. Sin embargo, su creación recién podrá cobrar un real significado en la medida en que las acciones que se desarrollen logren jerarquizar fuertemente la agenda ambiental”, sostuvo Andrés Nápoli, director de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales.
La designación del rabino Sergio Bergman al frente del flamante ministerio causó sorpresa y también algunas críticas. “La creacion del Ministerio de Ambiente es una medida que aplaudimos. Sin embargo, es una contradicción generar un cargo ministerial y asignárselo a una persona sin antecedentes en la materia”, opinó Martín Prieto, director ejecutivo de Greenpeace Argentina.
Para Raúl Estrada Oyuela, la designación de Bergman abre una buena posibilidad de diálogo. “Tiene un campo fértil para trabajar. Hay que darle tiempo, gente y plata. La clave del enfoque del rabino es la teología, ya hemos visto el impacto de la encíclica del Papa. Además, va a buscar los parámetros para regular la explotación de los recursos”.