“Votar no es un acto tan voluntario como pensamos, sino que existen diferentes formas de manipulación que influyen de forma directa en nuestra decisión”. Esta es la hipótesis principal que el neurocientífico español Pedro Bermejo desarrolla en su último libro, Quiero tu voto (Editorial Lid). El experto es presidente de la Asociación Española de Neuroeconomía, una de las ramas de la neurociencia, que permite estudiar al proceso por el que los seres humanos tomamos decisiones. “Sin duda alguna, el proceso del voto es un tipo de decisión”, le dijo a PERFIL vía e-mail.
—¿Qué pasa en el cerebro al momento de votar?
—Cuando nuestro cerebro se enfrenta a una elección posible se produce la activación de varias regiones cerebrales. Unas de ellas a favor de que aceptemos la decisión, y otras en contra, de tal forma que, dependiendo de cuál de estas estructuras se active más, finalmente terminaremos aceptando o rechazando la propuesta. De las regiones que se activan en el cerebro algunas albergan procesos conscientes y racionales, y otras inconscientes, ligadas a las emociones. Las conscientes –por ejemplo, la corteza prefrontal– se activan al realizar la elección razonada de un candidato o de un programa político que nos beneficia. Las decisiones emocionales o inconscientes se relacionan más con el apoyo a un candidato porque es guapo o porque nuestros conocidos lo votan o por usar frases con las que nos identificamos.
—¿La “primera impresión” del candidato juega un papel importante al momento de definir el voto?
—La primera impresión es clave por un sesgo cerebral que tenemos: el efecto halo. Consiste en que los seres humanos tendemos a juzgar a un candidato por una cualidad que destaque de él. Si es atractivo, si se expresa correctamente o está bien vestido, transmitiremos la positividad de esos atributos a su capacidad de gestión y, de ese modo, lo valoraremos mejor como líder. Posteriormente podemos cambiar esa impresión, pero tendremos que utilizar el modo de procesamiento racional, el cual es mucho más lento y basado en un mayor conocimiento del candidato y su programa electoral.
—¿Qué estrategias utilizan los políticos para activar zonas inconscientes en nuestro cerebro?
—Para que los votantes tomen decisiones emocionales, se recurre a varias técnicas: “Falta de tiempo”, ya que cuando no tenemos margen para decidir se activa el instinto y somos más manipulables. Se asocia a frases como “éste es el momento del cambio” o “ahora o nunca”. “Falta de información”, cuando los votantes no saben que están siendo manipulados, sus posibilidades de que sí lo sean aumentan. “Miedo”. Al sentir miedo actuamos de forma poco racional. Por ello son frecuentes las expresiones “izquierda radical” o “extrema derecha” para referirse al partido contrario. Las múltiples referencias a lo que ocurriría y lo caótico que sería el gobierno si otros partidos accediesen al poder se basan en esta forma de manipulación.