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Barajar y dar de nuevo

Luego de la votación en el Senado queda claro que el país está frente a una recomposición del sistema de partidos.

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Guillermo Moreno. | Pablo Temes

La respuesta furiosa por parte del gobierno nacional a la derrota del DNU en el Senado, expresó más una necesidad de no perder la centralidad política, que por la sorpresa de su resolución.

Votos y voces. No obstante, dos factores acrecentaron la derrota: en primera instancia, la dimensión del resultado (42 a 25 con cuatro abstenciones y un ausente) hizo crecer la preocupación. Se esperaba que los votos negativos no llegaran a cuarenta. Con el alineamiento de los Senadores observado en la votación del viernes último resulta lejana, aun para los más optimistas, la aprobación de la ley “Bases” en su nueva versión. En segundo lugar, resultó sorprendente el contenido mayoritario de los discursos entre quienes irían a votar en forma positiva: el argumento era darle una herramienta de gestión al Gobierno, sin entrar en mayores detalles. Incluso, el miembro informante de La Libertad Avanza intervino unos minutos para decir palabras más palabras menos, que ya se había conversado mucho sobre el DNU y que cada uno ya sabía lo que iba a votar. En cambio, quienes iban a rechazar el instrumento legal mostraron un abanico discursivo que iba de lo formal (la necesidad y urgencia, la constitucionalidad, hasta las firmas del decreto) a lo sustantivo (las materias tratadas, las leyes derogadas, etc.).  

En términos legales, el decreto sigue en vigencia, porque ahora se debe rechazar en la Cámara de Diputados para quedar completamente excomulgado. Se puede suponer que Martín Menem estará bajo presión cruzada para que no se trate por parte del Gobierno y para que se lleve al recinto por parte de la(s) oposiciones. El problema al que se enfrentará Menem es que con la repercusión que tuvo la votación en la Cámara Alta le va a resultar difícil enfriar el tema. Tampoco se debe descartar un señalamiento por parte de la Corte Suprema. Hay una cuestión adicional que es con el rechazo parcial, la legitimidad de las políticas positivas en el DNU entra en un eclipse. El mejor ejemplo es la política aerocomercial de Cielos Abiertos, es decir la desregulación del espacio aéreo, que ocupa nada menos que setenta de los 366 artículos. Es de suponer que las compañías de aviación soliciten mejores instrumentos legales, antes de hacer las grandes inversiones necesarias para tomar las rutas aéreas del país. El Gobierno va a tener que proponer una ley para tratar esta materia sensible.

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En el centro de la escena

Orden y desorden. Luego de la votación en el Senado queda claro que el país está frente a una recomposición del sistema de partidos políticos. Los estrategas más lúcidos del Gobierno tienen claro que la democracia depende de los resultados electorales, es decir la opinión pública movilizada a las urnas, más que por las narrativas implicadas, por más que apunten a identidades religiosas. Por eso, hoy por hoy, para el oficialismo se torna imperiosa la fusión con el PRO y parte del radicalismo, por más que Mauricio Macri pase a la vereda de enfrente. No es lo mismo a la luz de propios y ajenos tener tener 25 o treinta senadores que tener siete, aunque se esté lejos de obtener los 36 miembros para lograr un empate, y que finalmente, desempate la vicepresidenta Victoria Villarruel.      

En la Cámara de Diputados un posible bloque LLA-PRO alcanzaría los 76 legisladores (39+37), apenas a 13 de la primera minoría, Unión por la Patria. Este número podría ascender para las votaciones a 81, si se incluye los tres renegados peronistas tucumanos, del bloque Independencia y el minibloque de exlibertarias Carolina Píparo y Lorena Macyszyn. Pero para obtener una primera minoría estable, la LLA necesitaría traccionar 13 diputados de la UCR. Es decir se tendría que partir el bloque radical que hoy tiene 34 legisladores.

Si se observan los nombres y los posicionamientos de los últimos tiempos, en especial, en los discursos de la ley “Bases” muchos miembros del PRO y del radicalismo estarían felices de integrarse al oficialismo, pero hay figuras más importantes que están lejos de pasar a ser parte de una bancada, donde la mayoría de sus integrantes descubrieron la política hace escasos meses. Esto impulsará a que florezcan los bloques unipersonales, o de pocos integrantes, y en el mejor de los casos, asomen nuevas identidades partidarias.

Ruido blanco. No es tan fácil lograr alianzas legislativas sin acuerdos partidarios de cúpulas, pero la adherencia a las decisiones de los máximos dirigentes (incluso de los gobernadores) está lejos de ser un criterio habitual en la política actual. La idea del cogobierno que se manejó en diciembre, cayó en saco roto por lo cual, lo más probable es que desde LLA se busque la conversión hacia la religión libertaria negociando uno por uno. La duda es cuánto tiempo tome esto, en momentos que se espera que la ley “Bases II” esté aprobada para el 25 de Mayo.

Campo político, crisis y shock

Pero es como en el ajedrez, las piezas negras también juegan en el tablero. El peronismo, contra la mayoría de los pronósticos, ha logrado mantener unidos a los bloques de 99 y 33 miembros en Diputados y Senadores respectivamente. Todo un logro matemático. En ambos espacios, las tensiones internas son muchas, porque existen muchas miradas críticas hacia las orientaciones de los gobiernos kirchneristas, pero la aceleración que provoca Javier Milei también tiene fuerza centrípeta sobre las Fuerzas del General. Pero eso no impide que se perciba la imperiosa necesidad de una renovación, tanto en sus cuadros dirigentes, como en las concepciones económicas que hegemonizaron los últimos años. El problema es que nadie ha decidido desafiar a la conducción de Cristina Kirchner.

El desencuentro con gran parte de la sociedad luego de los cuatro años del gobierno de Alberto Fernández no cesa, y ha sacado al peronismo de la centralidad, pero la caída de la actividad económica y la profundización de los problemas de ingresos de gran parte de los trabajadores, golpean a la puerta del principal partido de oposición y lo obligarán a dar una respuesta teórica. Se debe decir, que hoy por hoy, el peronismo ni siquiera cuenta con economistas de prestigio que puedan sentarse alrededor de una mesa, ni un grupo que pueda plantear una salida al tema de la inseguridad.

Volver a los 50. Tampoco escapa a los dirigentes peronistas el protagonismo creciente de Guillermo Moreno en ciertos medios de comunicación, así como en las redes sociales. Esto llama mucho la atención, ya que si bien Moreno refleja una suerte de retorno a la doctrina peronista, por derecha, muestra una creciente demanda a una narrativa alternativa al ultraliberalismo, que salvo el exsecretario de Comercio nadie está en condiciones de generar.

*Sociólogo.