COLUMNISTAS
Escándalo en Brasil

La corrupción en el tablero político brasileño

La operación Lava Jato escribe un capítulo que la aleja, un poco, del marcado antipetismo que supo mostrar.

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Michel Temer. | Cedoc.

Un día después de conocerce los resultados de IBOPE, que muestran una contínua caída en la imagen de Jair Bolsonaro y su gobierno, la detención del expresidente Michel Temer le trae oxígeno a una gestión que no comenzó bien. Según IBOPE la aprobación del gobierno cayó 15 puntos desde enero, mes en que comenzó su mandato. Con nada de tiempo para mostrar resultados, los problemas de la gestión de Bolsonaro se relacionan mayormente con el amateurismo del mandatario, la falta de un equipo sólido y el estilo polémico y por momentos absurdo que marca al gobienro.

Hoy Bolsonaro carece de una alianza con otros partidos que, entre otras cosas, garantice la votación de la reforma previsional. La heterogeneidad de los grupos que componen el gobierno (militares, políticos conservadores, antiglobalistas, tecnócratas liberales y “lavajatistas”) nunca fue organizada y desde la primer semana ha generando problemas. Tambíen hacen lo suyo las declaraciones polémicas, comenzando por la cuenta de Twitter del presidente desde donde llamó mentiroso a un ministro (Gustavo Bebianno, finalmente apartado del cargo) o desprestigió al carvanal brasileño con el famoso video de la lluvia dorada.

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Pero Jair Bolsonaro llegó haciendo gala de no pertenecer a la clase política tradicional, a pesar de sus treinta años de carrera política. Si bien parece un outsider, la definición precisa la dieron, sirviéndose de una clasificación de Miguel Carreras, Malamud y De Luca. Bolsonaro es un “maverick” o rebelde: aquel que es un político de carrera pero rompe con el establishment. Esa característica es central para entender a Bolsonaro como un crítico a la clase política y la corrupción a la cual la asocia. La lucha contra la corrupción es el leitmotiv del gobierno de Bolsonaro.  Con sus sesgos, sus limitaciones y su utilización política es parte sustancial de su llegada y será la melodía recurrente de su gestión. Llevado al paroxismo, la cruzada contra la corrupción redundó en la decisión de no formar una coalición de gobierno por asociar la negociación de cargos con la corrupción. El PSL, partido de gobierno, tiene hoy solo 55 diputados de un total de 513. Para la reforma previsional necesita 313.

En el mes de noviembre en plena transición de gobierno tuvo lugar una reunión entre Temer y Bolsonaro. Allí se especulaba con la posibilidad de que al presidente saliente se le ofreciera el cargo de embajador en Italia, función que lo protegería de la Justicia. Un acuerdo así hubiera sido dañino para la imagen de Bolsonaro y, a diferencia de formar una coalición con otros partidos, sería legitimamente condenable desde el punto de vista de la transparencia. Expresión de una sociedad inbuida de un espíritu anticorrupción, Bolsonaro hasta aquí no ha sabido hacer política a partir de su discurso antipolítico, al punto de que hoy su mejor noticia es la detención de Michel Temer.

Por su lado, la operación Lava Jato escribe un capítulo que la aleja, un poco, del marcado antipetismo que supo mostrar. La prisión de Lula en comparación con la libertad de, por ejemplo, Aécio Neves o lo poco que avanzaron las investigaciones sobre José Serra (ambos compitieron contra el PT por la presidencia en 2010 y 2014), así como las escuchas ilegales a Dilma Rousseff o el “timing” para dar a conocer delaciones tiñen a la Lava Jato de antipetismo. La prisión de Temer además de aportar algo en sentido contrario fortalece el sentimiento de fin de la impunidad que la operación supo generar.

Los resultados y la visibilidad de la Lava Jato la constituyen ante la opinión pública como algo diferenciado del resto de la Justicia brasileña. A su vez, ciertos excesos de la Lava Jato han sido apuntados desde la Procuraduría General de la República y el Supremo Tribunal Federal. La máxima expresión de esa diferencia se puso de manifiesto en el enfrentamiento de la mayoría del Supremo Tribunal Federal (STF) con los fiscales de la Lava Jato. El episodio de la semana pasada, cuando el STF determinó que las investigaciones sobre financiamiento ilegal de campañas cuando estuviesen vinculadas a delitos comunes deban ser juzgadas por la Justicia Electoral y no por la justicia común, fue el más importante de una serie de golpes que recibió en el último tiempo la Lava Jato. Según los fiscales de la Lava Jato eso representa el fin de la investigación, ya que la Justicia Electoral no tiene la estructura para llevar adelante investigaciones más complejas como por ejemplo lavado de dinero.

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El bolsonarismo a su vez es “hijo” de la Lava Jato. Esto quiere decir que los fervientes apoyadores de la Lava Jato se convirtieron luego masivamente en apoyadores de Bolsonaro. La participación de Sérgio Moro en el gabinete selló ese vínculo. De allí que al conocerse esa decisión del STF la semana pasada los bolsonaristas que militan desde las redes sociales y WhatsApp convocaron a copar las calles el próximo 4 de abril en apoyo a la Lava Jato y pidiendo el impeachment de los jueces del STF. De momento un senador ya presentó el pedido de una Comisión Parlamentaria de Investigación, para esclarecer irregularidades de los magistrados.

La tendencia de las últimas semanas tanto del gobierno como del bolsonarismo (en referencia a su apoyo ciudadano) es de ensimismamiento. Su base de apoyo pide un impeachment a los jueces del STF, proceso que claramente no es conveniente para Bolsonaro, y ataca a políticos de diferentes colores, en los estados y en el Congreso Nacional, para que apoyen las iniciativas de la nueva derecha. Bolsonaro a su vez parece haberse replegado a su círculo de confianza, sus tres hijos mayores. Como de costumbre tiene iniciativas que luego desagradan a algún grupo al interior de su gobierno, como la concesión que Bolsonaro le hizo a Trump de abandonar el status de país en desarrollo en la OMC, lo cual tomó por sorpresa a la ministra de Agricultura y afecta los intereses del agro. De la reunión con Trump quedó claro el peso de su hijo Eduardo, al menos en lo que a esa relación bilateral se refiere.

Video | ¿Cómo impacta en la región la detención de Michel Temer?

De los hijos de Bolsonaro el senador Flavio es quien tiene un perfil más bajo y no suele generar polémicas. Sin embargo, el principal dolor de cabeza para el presidente provino del gabinente de Flavio cuando era diputado estadual en Río de Janeiro. A partir de ese gabinete y las operaciones financieras sospechosas detectadas el año pasado surgen nexos con las milicias de Río de Janeiro e incluso con los asesinos de Marielle Franco.  Los vinculos entre milicias y políticos también hacen a la putrefacción del sistema, sin embargo el discurso oficial no criminaliza por igual a las milicias como sí lo hace con políticos y narcotraficantes.

La cuestión de la corrupción será recurrente durante el tiempo que gobierne Bolsonaro, para un lado y para el otro. La detención de Temer hoy oxigena al gobierno; mañana puede complicar aún más su relación con el MDB, partido al que este pertenece. Mientras, la recuperación económica aguarda a que se reacomoden las fichas de la política.