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deep purple electoral

¡Burn!

No sabemos si Javier Milei podrá dolarizar la economía, pero lo está en la campaña y el estado de ánimo de los votantes.

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Cajas de Pandora. | Pablo Temes

Acallados los ecos de los debates, el descontrol inflacionario saca la cabeza de los ciudadanos del debate electoral. En el mundo de la política y aledaños existe la sensación de que todos llegan agotados a esta instancia, como si al proceso electoral le hubieran sobrado dos semanas. No se escucha conversación en la cotidiana sobre un comicio crucial en la historia; hay mucha más resistencia a responder encuestas que hace un par de meses atrás; varios indicadores de opinión pública muestran una mayor desafectación, al contrario de lo que debería estar sucediendo. El clima es raro. ¿Tendrá paciencia la mayoría para enfrentar otras cuatro semanas pos-22 de octubre?, ¿o “harto ya de estar harto”, decida bajar el telón definitivamente ese mismo día?

El segundo debate fue más picante que el primero, sin embargo, no se ven oscilaciones significativas en la intención de voto como fruto de los mismos. Tanto ruido de acusaciones no garantiza votos, aunque alimenta la atención y el espectáculo. Tampoco debería ilusionarse la oposición con el impacto de los casos Chocolate e Insaurralde: no le han hecho perder votos a UP, aunque obviamente, contribuyen a obturarle el techo y le dificulta captar decepcionados de 2019.

Los candidatos se han centrado en interactuar con la coyuntura caliente, sin salirse de la línea que tienen trazada. Hubo pocas innovaciones de las piezas publicitarias instaladas al principio de esta etapa. Eso puede significar que: a) están muy convencidos de lo que están haciendo y no vale la pena modificar nada; b) creen que nadie ve las tandas publicitarias públicas y, por lo tanto, no hace falta innovar, o c) se quedaron sin creatividad.

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Yo solo quiero ser del Jet-Set

El león mantuvo su pieza original, austera, sobre el “punto y aparte”. Sergio Tomás Copperfield sumó un spot sobre “cómo quiero que me recuerden si soy presidente”, en un tono directo, intimista, tratando de transmitir calidez y frescura. Es una tonalidad distinta al: “los argentinos tienen con qué, tienen con quién”. Por último, Patricia Reina ha sido la más productiva en este aspecto. Ahora, agregó una publicidad donde vuelve a remarcar sus atributos de liderazgo y el tamaño de la fuerza que la acompaña (diez gobernadores, etc.), con una voz en off (Brandoni), que concluye remarcando su distanciamiento respecto a la corrupción kirchnerista. El off le permite evitar el error clásico de la autorreferencialidad (yo tengo, yo soy, yo estoy lista…).

Pero lo más interesante de esta semana ha sido cómo intercambiaron golpes a partir de la disparada de los dólares no oficiales. Milei y Massa jugando a quedarse como los dos grandes protagonistas en el centro del ring. Esa dinámica es positiva para ambos, dejando afuera a la Pato. Sin embargo, el exceso pugilístico pudiese generar al final, un desentendimiento con el espectáculo por saturación. Eso lleva entonces, a dos preguntas que se deberían hacer los equipos de campaña: 1) ¿cuánta pelea tiene sentido, a riesgo de servirle en bandeja a la tercera en discordia?, y 2) ¿qué tono debería sostener la candidata cambiemita frente a la agresividad de dos aspirantes a macho alfa?

Por lo visto esta semana, Patricia fue desde un tono más calmo –“quiero darte tranquilidad”– a una posición más agresiva, retando a los dos varones por su irresponsabilidad frente a los argentinos, volviendo una y otra vez sobre su leitmotiv del coraje. Su desempeño en el segundo debate ha logrado templar más los ánimos de la tropa dirigencial, aunque siguen existiendo muchas dudas bajo la mesa, respecto a su rentabilidad electoral (empezando por el Emir de Cumelén). Está claro que no hubo suficiente contención política desde las PASO.

El otro gran interrogante de la semana es respecto a si el libertario pagará algún costo electoral por sus declaraciones incendiarias, respecto al valor del peso argentino. Da la impresión que su electorado está más centrado en la expectativa de solución que en las cosas que haga o diga durante la campaña. Sin embargo, al mismo tiempo, eso genera miedos que le ponen un techo. De vuelta, como sucede con el “yategate”, no le hace perder apoyos, pero crea anticuerpos hacia él. Está claro que no dejará de ser disruptivo en su principal tema, y si la creciente inflación lo ha traído hasta acá, quizá un acelerador al final le evite una segunda vuelta… o lo lleve al pasto.

Dale Pitty, tiranos el resultado

¿Puede ser que la bola de la ruleta sigue saltando debido al fastidio con el ruido de los enfrentamientos? Absolutamente. En las últimas horas empezaron a sumarse comentarios más favorables hacia la figura de Schiaretti. Alejado de la grieta, su seriedad no carismática quizá le dé algún premio consuelo. De hecho, hay más búsquedas en Google respecto a él, y más de uno comenta que conoce a alguien que dice que le gustó en el último debate, y que pensaría en votarlo. Estos podrían ser los efectos de la saturación del “todos contra todos”. Pero, ¿a quién le sacaría votos? No a UP.

Mientras todo esto sucede, el círculo rojo comienza a entrenarse para una eventual presidencia del león. Casi con resignación, varias usinas maquinan cómo sería la gobernabilidad en ese caso, dado que una nueva explosión tampoco es negocio. Crisis es riesgo y oportunidad. El escenario del autito chocador que se incendia a los seis meses no es el único que se considera. El candidato sigue acumulando cuadros técnico-políticos que pueden generar consensos de los actores interesados en temas claves.

Viendo a los candidatos esta semana y la disparada del dólar, hace recordar el tema de Deep Purple “Burn”. Hace casi cincuenta años cantaban “Llegó la advertencia, a nadie le importó / La tierra temblaba, nos quedamos de pie y miramos fijamente / Cuando llegó, nadie se salvó / Todavía escucho ¡Quemar!

* Consultor político.