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Cerruti y la ficción

Gabriela Cerruti
Gabriela Cerruti | Télam

“Quieren hacernos creer que la política no es para nosotras. Cuanto más intentan disciplinarnos, más nos unen en nuestra lucha”, tuiteó, a propósito del atentado contra CFK, Gabriela Cerruti, autora de la La revolución de las viejas (Planeta) y secretaria de Comunicación y Prensa de la Presidencia de la Nación. Pese a su filiación a la izquierda, la lucha mentada viene más por el lado del acceso de las mujeres a espacios de poder que por el acceso a derechos como el trabajo, la vivienda, la jubilación digna y un sinfín de etcéteras que la dirigencia parece entender como algo no tan urgente.

En consonancia con otras funcionarias, Cerruti, autodefinida “periodista, escritora, docente, madre, ecologista y feminista”, adhiere a una agenda centrada en cuestiones que para el creciente número de argentinos que caen en la pobreza son menores e intrascendentes, como la despenalización del porro, la hormonización gratuita para personas con disforia de género o el ecologismo financiado por grandes corporaciones. Muchos se ríen de ella o la ven como una provocadora cuyo objetivo es distraer a la audiencia de la crisis general. A mí no me da risa y tampoco veo en ella provocación, sino una envidiable capacidad para transfigurar la realidad del país y el mundo.

Lo que parece consolidarse es la idea de una derecha "facha" opuesta al globalismo "progre"

Aliada con la Lega de Matteo Salvini y Forza Italia, del expremier y magnate de los medios, Silvio Berlusconi, Giorgia Meloni acaba de borrar del mapa al banquero Mario Draghi, cuya gestión tenía hartos a los italianos. Junto a Marine Le Pen, pero también junto a Kamala Harris y muchas otras mujeres que tallan en la política de los grandes centros de poder, prueba que, por izquierda y derecha, el disciplinamiento no estaría funcionando. Lo que sí parece consolidarse es la idea de una derecha “facha” opuesta al globalismo “progre” que me hace pensar en Pasolini diciendo que “el fascismo basaba su dominio en la Iglesia y el Ejército, hoy reducidos a la nada en comparación con los medios”. Con la clarividencia de unos pocos, habló en los 70 sobre la llegada de un “nuevo poder” que más allá de moverse por encima del género desplaza a las categorías políticas claves del siglo XX. Categorías que, tal vez, estén quedando más viejas que las musas de la revolución que habita en el frondoso imaginario de Cerruti.