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Cervantes y Flaubert

Estatua de Cervantes 20221112
Estatua de cera de Cervantes en el Museo de Cera de Madrid. | Wikipedia.org

En mi columna anterior, dedicada a disparatar sobre la relación entre Las mil noches y una noche y Don Quijote, no tuve espacio para dejar constancia de otro modo en que el relato oriental influye en la novela cervantina: es en el intercalado de relatos episódicos que demoran la acción de los protagonistas y los tiene de testigos y opinadores de las desventuras ajenas.  Escrito esto, acerquémonos al momento central de estas columnas, que es explicar cómo y por qué Salambó, la peor novela de Flaubert, influyó tanto en una gran novela de su discípulo Joris Karl Huysmans, autor de Contra natura.

Pero antes debería decir una palabra. La política, objeto de desvelo de todos nosotros por sus consecuencias sobre nuestras vidas, es una versión degradada de los efectos que produce la literatura en los que la amamos. Se nota en la caracterización que hacen sus participantes cuando dicen que “juegan”, que “entran a jugar” cuando se postulan para candidatos. Eso supone ligereza, así como entran pueden salir. Puede, entonces, la política, ser un juego apasionante, pero una pasión verdadera te atrapa y no te deja salir sino cuando te dejó exhausto.  En ese punto, me parece, la literatura fue, es y será el verdadero juego serio. ¿Qué más serio que don Quijote saliendo a cambiar el mundo iluminado por la lectura de las malas novelas de caballería? ¿Qué más serio que Emma Bovary, una burguesita de pocas luces, queriendo cambiar su vida por la lectura de las folletines románticos? Pasiones únicas, absolutas: la historia de la novela.

Me quedé corto otra vez.

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