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Decálogo de la militancia anticuarentena

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Perotti: Críticas: Son nacionalistas y rechazan el asistencialismo. | cedoc

“El Covid es mentira”. “Nos quitan nuestros derechos”. “Tiranía o Libertad”. “No necesitamos que nos cuiden”. “Mi virus, mi cuerpo”. Los carteles podrían haberse escrito en español y podrían haber aparecido, mezclados entre cacerolas y banderas argentinas, en las marchas que organizan los anticuarentena frente al Obelisco para protestar contra las medidas tomadas en sintonía por el presidente Alberto Fernández, el gobernador bonaerense Axel Kicillof y el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta.

Pero no. Las leyendas contra el coronavirus fueron escritas en inglés y se pudieron ver en las protestas contra el distanciamiento social obligatorio que se implementa en algunos estados de los Estados Unidos. La prensa norteamericana los denomina “anti-quarantine”, “anti-lockdown” o “anti-social-distance” y cuentan con el apoyo de Donald Trump, que no decretó medidas de aislamiento a nivel nacional, dejando esa decisión en mano de los gobernadores.

Las críticas contra el confinamiento no solo se observan en Buenos Aires o Nueva York. Desde Asia, donde empezó la pandemia, hasta África. Y desde Europa hasta Medio Oriente. Por diferentes causas, ya sean políticas, económicas o sociales, en todo el mundo es posible encontrar protestas contra la decisión de la mayoría de los gobiernos de decretar el asislamiento social obligatorio.

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Es muy difícil establecer un patrón que defina a los anticuarentena, pero a partir de una serie de características comunes es posible esbozar un modelo a nivel mundial. Este podría ser un decálogo de la militancia anticuarentena:

1. Son nacionalistas. Las banderas de cada país flamean con orgullo en sus marchas. Y el himno nacional se entona con fuerza, a modo de catarsis que libera tensiones.

2. Son libertarios. “Libertad” es la palabra más utilizada por los anticuarentena, siempre usada a modo de crítica contra la “libertad” que consideran perdida.

En Estados Unidos se los asocia con el movimiento Tea Party, un sector muy radical que apoyó a Trump. En Brasil, se los relaciona con la base más fuerte de Bolsonaro. Y en Argentina desfilaron con fotos de Videla y la leyenda: “Mi general, se lo necesita”.

3. Son conservadores. En Estados Unidos se los asocia con el movimiento Tea Party, un sector muy radical que apoyó a Trump. En Brasil, se los relaciona con la base más fuerte de Jair Bolsonaro. Y en Argentina desfilaron con fotos del dictador Videla y la leyenda: “Mi general, se lo necesita”

4. Se oponen al poder central y monopólico de decisión estatal. Cuestionan al Estado, que asocian al gobierno, sin importar el partido que representen.

5. Son defensores de la propiedad privada. En Estados Unidos se manifiestan contra un posible regreso al New Deal, lo que los republicanos llaman big government. Y en la Argentina asocian la coyuntura económica de la pandemia con la defensa de causas que consideran emblemáticas, siendo Vicentin el ejemplo más paradigmático.

6. Critican las partidas de asistencialismo social pero consideran legítima la ayuda que reclaman al sector público para dar cuenta de los problemas financieros que fueron ocasionados por el cierre de la economía.

7. Denostan el repentino protagonismo de científicos que asesoran a jefes de Estado. Y señalan que la “gobernanza sanitaria” es antinconsitucional porque los infectólogos no fueron votados para cargos electivos.

8. Descreen de las estadísticas. No importa la cantidad de infectados o muertos que podrían haberse evitado con la implementación de las medidas de distanciamiento social: los anticuarentenas desconfían del origen de esos datos.

9. Ejercen reglas democráticas y son pacifistas. Hacen valer su lícito derecho a la protesta civil y, salvo algunas excepciones, no son violentos. Aunque discursivamente puedan radicalizarse, no protagonizan en sus manifestaciones grandes hechos de agresión física.

Ejercen reglas democráticas y son pacifistas. Hacen valer su lícito derecho a la protesta civil y, salvo algunas excepciones, no son violentos. Aunque discursivamente puedan radicalizarse, no protagonizan hechos de agresión física.

10. Cuestionan el rol de los medios masivos de comunicación. Aseguran que los “mainstream” difunden noticias falsas para avalar la decisión de los gobiernos que promueven la cuarentena. Pero suelen ser presa fácil de todo tipo de fake news que circulen por redes sociales.

Las protestas contra la forma en la que los gobiernos intentan luchar contra un virus no son nuevas. En medio de la pandemia de influenza de 1918, se creó en San Francisco la “Liga Antimáscara” para cuestionar el uso del barbijo obligatorio. Su principal líder fue Emma Harrington, una abogada y defensora de los derechos civiles, que se convirtió en la primera mujer que votó en ese estado.

Los miembros de la “Liga Antimáscara” sostenían que la imposición gubernamental sobre el uso de tapababoca infringía las libertades civiles y las garantias constitucionales. Realizaron marchas y protestas para intentar que el barbijo sea voluntario. Pero no lo lograron.

Muchas veces, Harrington se enfrentó con Arthur Berendt, presidente de la Comisión de Salud de San Francisco, en acaloradas discusiones públicas que tuvieron gran repercusión en la prensa de entonces.

Hasta que Berendt, el responsable del sistema de salud, cerró el debate: “No podemos prestar atención tanta a estos agitadores en momentos tan críticos. Nos importa la salud de las personas y no nos interesa si les gusta o no usar barbijo".