Ojalá que ni Cristina Kirchner, ni Horacio Verbitsky ni Hebe de Bonafini hayan estado entre los 1.000 que miraron en vivo o los 180 viewers que hasta ayer habían reproducido este video de YouTube: https://bit.ly/30PbFqH.
Porque si lo vieron, los dolores de panza que expresaron por la convocatoria oficial de empresarios a la quinta de Olivos el 9 de julio van a ser nada al lado de lo que les generaría escuchar al ex viceministro de Economía de su palo, Emmanuel Álvarez Agis, decir que en esta pandemia, el gobierno peronista de Alberto Fernández está gastando, descontada la inflación, menos que lo que volcaba a la calle Mauricio Macri en 2017.
Durante la videoconferencia “3 días con BYMA”, el economista de la firma PxQ subrayó: “Estamos transitando el peor shock macroeconómico en la historia mundial y la Argentina no va a ser la excepción. El coronavirus es más grave que la crisis del 2001. Sin embargo, no estamos en el nivel de gasto público más alto en la historia de nuestro país. Gastaba más Macri en el 2017”. Sin contar lo que se está inyectando en todo el operativo Covid-19, el resto del gasto público está incluso por debajo del nivel de junio de 2019, con congelamiento real para las jubilaciones, un ajuste del 20% en salarios públicos y una caída del 50% en obra pública.
Imaginen la de cruces que se podrían venir si alguno viera esos datos en momentos en que parte de la asistencia directa a empresas para pagar salarios se transforma en créditos subsidiados. Y todo mientras se intenta llegar a un acuerdo esta semana con acreedores que hasta ahora ya consiguieron como mínimo que el Gobierno les mejore la oferta inicial en más de US$ 10 mil millones.
Qué ganas de tener un Larry Fink monotributista para que aumenten un poco las diez lucas del Ingreso Familiar de Emergencia o al menos lo paguen un poco más rápido: el tercer IFE para cerca de 9 millones de personas se empezará a pagar el 10 de agosto, cuando ya estemos cerca de los cinco meses de distintas versiones de cuarentena. No hagan la cuenta, no se arruinen el día. Bueno, para el 20 de agosto habrán sido 30 mil pesos para 150 días. No hagan la cuenta. No la hagan. No.
Debates que sí. Nunca, se sabe, es cuestión de caer en el síndrome del optongo (opino, total no gobierno), y menos en un mundo donde nadie tiene idea de cómo parar el huevo ante un virus desconocido que por ahora no deja en paz a nadie ni mucho menos deja ninguna economía a salvo, cualquiera haya sido el plan aplicado.
Pero fuera de las internas de si molesta más un chocolate caliente de Alberto con el G6 que un sushi de Máximo en lo de un banquero, hace falta una discusión posta sobre si no debería haber más audacia en la ayuda por un sencillo motivo: cuando menos quede en pie el día después de esta fucking pandemia, más difícil será el arranque.
No se entiende que no aparezcan advertencias entre los propios respecto de que si no mejora la gestión de la coronacrisis, vamos a pasar del “fuego amigo” al “todo se puede prender fuego, amigo”. Tal vez falta que la vicepresidenta tuitee el video de Agis. Porque es el presidente de las filminas pero la tabla donde la Argentina es el país 21 de 26 en volumen de ayuda fiscal que armó el economista no circula (Perú, Brasil y Chile están por delante). Es el Frente de Todos los debates pero este tema es el único que no se discute.
Esta semana el Bloque oficialista de Diputados buscará avanzar con la moratoria impositiva
Bueno, no, no es el único. Tampoco ningún dirigente rebatió en público esta semana el apoyo explícito del secretario de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, al jubilado de Quilmes que remató en el piso a un delincuente ya indefenso. Se convalidó así en todo el oficialismo el respaldo a la idea de que está bien comerse al caníbal por el hartazgo de la inseguridad. Menos, nadie levanta la voz para plantear que si se va a mandar al Parlamento una “urgente” reforma judicial que huele a rosca en causas de corrupción, bien podría ingresar, qué se yo, la despenalizacion del aborto, que se pospuso para después de esta emergencia.
A propósito del Congreso, esta semana, mientras se anuncien 60 medidas para la reactivación, el bloque oficialista de Diputados buscará consenso para avanzar con una necesaria megamoratoria impositiva. Pero tiene que haber algo muy raro para que Jorge Sarghini, que fue secretario de Hacienda tras la crisis de 2001 y conoce la importancia de este tipo de auxilios, hoy como diputado del lavagnismo no acompañe y haya hecho su propio proyecto.
No puede aprobar nunca, ya avisó, la modificación al artículo 16 de la ley aprobada en diciembre y que ahora se está ampliando. En la nueva redacción arranca igual, dejando afuera a los quebrados. Pero debajo incluye un “no obstante” que le permitiría a la Administración Federal de Ingresos Públicos aceptar algunas firmas en quiebra si cumplieran con ciertos requisitos.
Un cambio que junto con la incorporación de las deudas por impuestos a los combustibles que surge de limitar las exclusiones del artículo 8 hace creer a la oposición más dura que se trata, acá sí, de un esfuerzo fiscal extraordinario para ayudar al Grupo Indalo, de Cristóbal López y Fabián de Sousa.