COLUMNISTAS
Miedo, paranoia y desarrollo

Que vuelva la pandemia

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Encriptado. De las protestas por George Floyd a los CEOs. | cedoc

-Bajate Signal y seguimos hablando.

En el país de los servicios de inteligencia descontrolados, cada vez más empresarios extreman los recaudos para hablar por teléfono. Por eso, en las últimas semanas empezó a imponerse la descarga de la aplicación de mensajería Signal, porque -dicen- tiene un mejor encriptado que ofrece aunque sea más ilusión de privacidad. Su uso explotó en Estados Unidos entre los participantes de las protestas contra la brutalidad policial tras el asesinato de George Floyd hace un mes, y ahora tiene por esas cosas de la paranoia un uso corporativo local, mientras se descubren redes de espionaje ilegal en el gobierno de Cambiemos o la muerte de un ex secretario privado presidencial puede disparar las versiones más delirantes. Total normalidad.

“Son los sótanos de la democracia” es una frase que ahora todos tiran en los Zooms, Meets y Teams del mundo de los negocios para mostrar que entienden la cosa o al menos que leen a Pagni y con eso la van de tener deep information o de que hacen consumo intensivo de newsletters. Pero más allá del humo retórico, ¿en serio nos refregamos los ojos cada vez queda a la vista la Argentina que no puede respirar si sale a la superficie?

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La revelación de que circula información de inteligencia fuera de la ley por los medios de comunicación, por los despachos de políticos y las oficinas vidriadas de los CEOs en todo caso tiene la fuerza de una confirmación más que de un descubrimiento. A lo sumo puede sorprender a alguno la constatación del fiasco que fue el discurso republicano de los que venían a terminar con la mugre y estaban más sucios que una papa. Pero más allá de eso, ¿por qué va a ser raro eso en el país donde todos estacionan todo el tiempo en la doble fila de la democracia y el capitalismo? ¿No será que hay un universo de bienes y servicios que satisfacen la demanda de todo lo que nace, crece y se mueve en la vida blue? ¿Será que es sólo así en la Argentina o esta es la versión tercermundista de un fenómeno a lo sumo más cook afuera? Tal vez estamos viendo mucho “Ozarks” o la miniserie de Jeffrey Epstein, “Asquerosamente rico”.

Como sea, esta es la tierra de la guita no declarada, de los ahorros fuera del sistema, de las cuevas chicas y las mesas de dinero grandes, de la señora que cruza 5 mil dólares en la cintura en el Buquebús y de los financistas en las sombras que un día aparecen muertos en Puerto Madero sin que nunca más se sepa nada y todo sigue. ¿Por qué tanta sorpresa al ver esos submundos acá, donde se arman sociedades dentro de otras sociedades dentro de otras sociedades para manejar un kiosko de Barracas, donde se “construye el blanco para justificar el negro”, con perdón de Floyd?

Curvas. El tema es que sobre esta pista de patinaje sobre miedo había una pandemia y una megacrisis económica que veníamos llevando decorosamente con aquello del consenso y los acuerdos y la paciencia. “Pero se empiezan a cruzar las curvas de los contagios con la del agotamiento”, graficó un dirigente del peronismo que tuvo responsabilidades en la gestión de 2002 y ahora está preocupado por el “desgaste” sobre la figura del Presidente que trata de hacer pie entre los que quieren ir para Chapadmalal y los que pujan por ir a Chapelco.

Los Berni de la vida lo desautorizan en público y otros delirantes juegan a confundir periodismo horrible con delitos, y así los Bullrich de siempre lo corren con una versión actual de que “TN puede desaparecer” o de que se viene la dictadura chavista. Es droga cruzar el dial de las radios desde el clima que se vive al escuchar Radio Mitre y lo que se respira si ponés El Destape. Te la regalo ir por la del Consejo Económico, los acuerdos de largo plazo, acordar ejes de desarrollo, pensar lineamientos para entender por qué la crisis está pegando en todo el mundo pero acá el Estado tiene menos fondos para la asistencia, por qué para millones de personas es peor el #quedateencasa que el coronavirus, por qué las pymes aguantan menos o por qué a la hora de elegir de dónde rajar varias multinacionales nos ponen primeros en la lista.

Eso sí, Alberto Fernández tiene por lo menos un camino: no más errores propios evitables. Tal vez por eso por primera vez en su mandato, después del mensaje grabado de la nueva cuarentena, hasta ayer llevaba siete días sin dar entrevistas en medios. Tal vez por eso tiende puentes para retomar aquello de que nadie quiere expropiar nada y enterrar el mamarracho de Vicentin con mensajes al empresariado de que se viene “un gran plan de reactivación” cuando todo se estabilice.

A propósito, Gabriel Delgado, el interventor oficial en la agroexportadora, tiene varios acuerdos apalabrados con grandes compañías de distintos rubros a las que les interesaría entrar con inversiones de hasta US$ 100 millones, para usar por ejemplo su capacidad de almacenamiento de granos en operatorias con clientes. Pero no lo quieren concretar hasta que no se corra el directorio que chocó la calesita, pero que todavía sigue entongado con el viejo que mueve la sortija.