En Uruguay, mientras su presidente Luis Lacalle Pou se transforma en la estrella de la TV argentina, el exiliado Marcos Galperin debe sentir un placer muy especial al observar cómo Mercado Libre, la compañía que fundó en 1999, sigue protagonizando el debate político y económico en la Argentina, a partir de un bloqueo a los centros de distribución que el viernes el Presidente pidió encarrilar porque “no es hora de conflictos”.
Con la tranquilidad de saber que hoy el grueso de los ingresos de la empresa que vale US$ 50 mil millones en la Bolsa de Estados Unidos se generan en Brasil y México, la Argentina está pasando de ser la base de operaciones de la compañía a la unidad básica de Galperin. Ya lo hizo cuando gobernaba Cambiemos, de la mano de su línea directa con Mauricio Macri, que de hecho lo volvió a poner de ejemplo en su charla con Álvaro Vargas Llosa hace diez días. El empresario había llegado a escribir, cuando se debatía la reforma previsional en medio de incidentes en diciembre de 2017, que el peronismo por primera vez sentía que había enfrente una fuerza con “igual vocación de poder”, como la que él apoyaba.
La pelea del gigante del comercio electrónico con el Sindicato de Camioneros es el acto político ideal para que “hable” Galperin. Porque de la mano del coronavirus se acelera el cambio tecnológico, sus ventajas y sus desafíos. Obligados, cada vez más consumidores convierten sus deseos en paquetes. En la pandemia, unos 700 mil argentinos compraron por primera vez en Mercado Libre, rey de las transacciones y los pagos on line. En paralelo, también se detonan las formas de producción, y, atención, las relaciones de trabajo.
“Viendo la reforma laboral de Brasil, la Argentina puede imitarla, salirse del Mercosur, resignarse a perder millones de empleos con Brasil”, había tuiteado Galperin cuando era la voz corpo del modelo de emprendedorismo, competencia y relaciones laborales flexibles en sellos como la Asociación Empresaria Argentina o en debates como el Coloquio de IDEA.
El conflicto puntual justamente surge por el convenio 1591/19, que la empresa firmó con los trabajadores de carga y descarga de su flamante centro de almacenamiento en el Mercado Central, en el que por ejemplo se elimina la jornada de ocho horas diarias con horas extra y se reemplaza por un banco de horas mensuales, para atender los picos de demanda de la actividad, entre otras condiciones que el CEO y vocero de la empresa, Juan Martín de la Serna, atribuye a que los tiempos, las lógicas y las formas de producción y consumo han cambiado. El debate se da en todo el mundo. Protección y condiciones laborales versus cantidad de empleos, en un contexto donde a las actividades tradicionales le surgen competencias techies más baratas porque directamente están fuera de toda regulación. Un enorme desafío para gobiernos y sindicatos, sobre cómo buscarle la vuelta a la cosa para no quedar gritando “capitalismo gato” mientras las empresas se van o cierran y la gente termina en Rappi.
En el podio de las marcas más respetadas, según el ranking de Havas Media 2019, Mercado Libre tal vez sea el mejor vocero de una oposición que delira comunicados. La rapidez de los envíos, lo cool y práctico del pago QR, los hashtags y logos empáticos, que se enfrente a los bancos o a los Moyano, pesan mucho más que esas comisiones que, papito, te matan, o a ese tiempito que me demorás la plata tal vez para sacarle algún manguito total casi no tenés competencia. La gente lo ama.
Forros. En ese contexto, sorprendió el empresario textil Teddy Karagozian en las últimas horas en un Zoom sobre impuestos y psicología, donde enfatizó: “Todos ustedes y yo no somos unos forros que no sirven para nada. No somos parte de un país que son todos corruptos, mafiosos e incorregibles”. Y dio su propio diagnóstico del momento económico y cómo se transmite en los medios: “Yo leía La Nación todos los días, hasta que me di cuenta de que me hacía mal, muy mal, porque además no se condijo durante los últimos cuatro años de Macri con lo que me pasaba a mí. Decía que todo estaba andando bien y yo me estaba haciendo bolsa, y ahora dice que todo es malo y a mi empresa le está yendo bien, y para que a mi empresa le esté yendo bien, a otros le tiene que estar yendo bien”.
Con todo, más allá de las impresiones del círculo rojo, la calle manda. Tras la inflación del 2,2% de junio y sin caer en la guerra de bibliotecas entre los que ven o no ven riesgos de disparada en el segundo semestre, cerremos con un viaje por el último mes visto desde el mostrador de un farmacéutico. El 1 de julio llegó la lista de precios del laboratorio Bayer, con aumentos de hasta el 9,50%. Ese día también, la multinacional 3M aplicó subas en cintas y apósitos de entre el 10 y el 15%. También en el arranque de mes, el gigante Abbott le metió 10% a sus productos, como el suplemento Ensure. El 13 de julio, Roemmers actualizó parejo 3% todos sus productos. Ya el 15 de julio, Elea Phoenix remarca algunos productos 2 y 3%, pero la mayoría entre 4,50 y 6%. Nada se compara igual con el 90% que la compañía de dispositivos médicos Seiseme le había metido a fines de junio a todas sus variantes de guantes de látex Coronet, donde por ejemplo la caja de 100 unidades había pasado de 400 a casi 800 mangos.