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En busca de enemigos

El Presidente necesita rivales para mantener su potencia política ante números de la economía con grandes contrastes.

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Con el poder del cielo... (raso), Karina Milei. | Pablo Temes

Javier Milei está eufórico. Ve las encuestas y se reconfirma. Lo dijo en la entrevista que le dio al editor de Bloomberg John Micklethwalt. Es un estado de euforia que comparte su círculo áulico. Aunque sean unos pocos. Existe allí la convicción profunda de que todo lo que se está haciendo es lo correcto. Las críticas no sólo son rechazadas, sino que, además, quienes la emiten son sujeto de desprecio.

Se los considera desde burros e ignorantes hasta lobistas o miembros de la casta. Está claro que el Presidente está a la búsqueda de enemigos. Los necesita para mantener su potencia política en un momento en donde los números de la economía muestran contrastes significativos. El viernes pasado, el dólar blue perforó hacia abajo la barrera de los mil pesos, mientras las cotizaciones de los bonos argentinos en Wall Street no paraban de subir y el Banco Central continuaba comprando dólares y recomponiendo sus reservas. La inflación de marzo, según expresó el ministro de Economía Luis Caputo se proyecta alrededor del 10%. Podría decirse que la macro empieza a estar bajo cierto control. Pero, desde el punto de vista de la microeconomía las cosas son diferentes. El shock que comienza a producir el aumento brutal de las tarifas produce zozobras y una consecuencia negativa. Negocios que no saben si van a poder continuar con sus actividades, morosidad en los pagos, dificultad para acceder a medicamentos, caída del consumo y modificaciones sustanciales en los hábitos de compra, incluso, en los establecimientos de salud. En las farmacias de la Capital Federal, pero sobre todo en las del Gran Buenos Aires los pacientes que llegan con sus recetas en mano, consultan al profesional farmacéutico si pueden llevar un blister en lugar de una caja completa, y en algunos casos se compra por unidad. “El blisteo comenzó hace varios meses, no es cosa de ahora, es una práctica bastante habitual sobre todo en los medicamentos de venta libre. El problema es que la gente está empezando a interrumpir tratamientos de medicamentos con receta. Nos consultan si para no tener que volver a comprar sus remedios tan pronto, pueden tomarlos más espaciados en el tiempo”. Un síntoma de la crisis que es, además, un peligro para la salud. Este relato de una farmacéutica del Sur de la Capital se repite día a día. Pocos rubros se salvan del recorte. Producto de este combo es la caída en la recaudación impositiva, lo cual termina afectando las cuentas públicas y complicando el objetivo de déficit cero que se impuso Milei. Si esto continuara obligaría a nuevos ajustes generando un círculo vicioso alejado del círculo virtuoso al que aspira el oficialismo. Por otra parte, la apreciación del peso, producto de la emisión cero y de la venta de dólares sacados del colchón, transforma a la Argentina en un país caro aún en valores de la divisa estadounidense. Por ello durante el súper largo feriado de seis días, la cantidad de turistas extranjeros que se vio en las calles de Buenos Aires bajó sensiblemente. No hubo kilómetros de colas de vehículos viniendo a aprovisionarse aquí, sino que ocurrió lo contrario. El caso más impactante se dio en la frontera con Chile en donde los costos de todos los productos –ropa, electrodomésticos, teléfonos celulares, etc.– es significativamente más barato. Otro ejemplo ya clásico de esta modalidad, es la escapada que miles de argentinos realizan cada fin de semana a Paraguay y Uruguay para cambiar los neumáticos de sus vehículos. El precio local de las cubiertas es prohibitivo. Cambiar las cuatro gomas en cualquier establecimiento de la Capital Federal o el Conurbano Bonaerense no baja del millón y medio de pesos.

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Como si hubiera pocos problemas, surgió con toda fuerza la polémica sobre los cursos de acción que desde el Estado se vienen desarrollando para enfrentar el brote epidémico de Dengue más importante de la historia que haya sufrido la Argentina. Después de un ruidoso silencio, el ministro de Salud Pública, Mario Russo, salió a hablar públicamente. Evidentemente es una persona que no se siente cómodo frente a las cámaras. Se lo vio dubitativo y con un discurso muy mileista con el que pretendió, no contestar sino descalificar a quienes lo critican. Lamentablemente hizo acordar al kirchnerismo. Nadie cuestiona su capacidad profesional, pero sobran los ejemplos de excelentes profesionales que no tienen el expertise necesario para manejar la cartera de un país, sobre todo en materia sanitaria.

El titular del Palacio de Hacienda reconoció en una entrevista con el canal de noticias TN que la clase media la está pasando mal, y contó que mantuvieron reuniones con las empresas de medicina prepaga por los fuertes incrementos de precios en los últimos meses. Dijo que se les “recontra fue la mano” y afirmó que deben “hacerlos competir”. Para ponerlo en números concretos: un plan de los más completos de Swiss Medical al que, hasta no hace mucho tiempo, podía aspirar la clase media hoy cuesta $ 582.600. Vale aclarar que no se trata de un plan familiar.

A esto habrá que sumarle un incremento del 9% a partir del mes que viene. Valores que terminan con la tranquilidad de cualquier asalariado. Ésta y otras prepagas acompañaron los aumentos con una carta que pone como justificativo el Decreto 70/23 del gobierno nacional que decretó –dice la misiva– “la emergencia sanitaria, permitiendo recomponer los precios de los planes vigentes sin previa autorización del Ministerio de Salud”. La realidad es cada vez más dura para los sectores medios, sobre todo, si se trata de monotributistas que no tienen empresas empleadoras que les otorguen cobertura alguna y que, prácticamente, no pueden derivar aportes.

El Gobierno está haciendo exactamente lo que ha dicho que haría. Gran parte de su capital político está en su franqueza. Pero no debe olvidar que, mientras pone las cuentas en orden, hay gente que ya tiene muy poco por recortar.

Lo otro, ya lo sabemos todos o casi todos, si tenemos en cuenta a quienes nunca lo reconocerán: 20 años de kirchnerismo no serán gratis para nadie.